Crítica de Nolly, la miniserie en la que Elena Bonham Carter se transforma en Noele Gordon

Ojalá todas las series que pueblan plataformas y canales especializados tuvieran tan claro qué quieren contar a lo largo de su metraje. Nolly se compone de tres episodios de aproximadamente 45 minutos de duración y, tras su paso por FilmIn llega ahora a COSMO, por lo que está disponible en las principales operadoras de pago: Movistar Plus+, Vodafone TV, Orange TV y Agile TV.

La miniserie bascula entre la comedia y el drama para tocarnos el corazón sin dejar de hacernos sonreír y sobre todo llevarnos a pensar acerca de los estándares de la industria audiovisual y el juego que da la fina línea que separa la realidad de la ficción.

Detrás de ella está el gran Russell T. Davis, genio creador de joyas como Queer as Folk, Years and Years o It’s a Sin. Se trata del primer proyecto de Quay Street Productions, productora asociada a ITV que dirige Nicola Shindler, colaboradora de Davies desde hace más de veinte años y productora de la mayoría de sus series de televisión.

Davies, de hecho, tuvo como uno de sus primeros trabajos en televisión un guión de prueba para Crossroads, así que sabe de lo que habla además de que consigue imprimirle a la serie un carácter muy especial. 

Nolly comienza mostrándonos a Noele Gordon en su momento de mayor popularidad al frente del reparto de Crossroads, un culebrón local seguido a nivel nacional que hace unos excelentes números a pesar de la competencia. Con el paso del tiempo, ella se ha ganado un estatus que le permite reescribir los guiones de la serie sobre la marcha y tomar decisiones sobre la puesta en escena.

Eso molesta a sus jefes, que empiezan a sentirse incomodados por su actitud. Para su sorpresa, cuando su agente se dispone a renegociar su contrato para la siguiente temporada se encuentra con un inesperado despido. ¿Qué será de su personaje Meg, la columna vertebral de la serie? ¿Saldrá Crossroads adelante sin su estrella? ¿Qué final le darán?

Al final, el verdadero culebrón no era el que se estaba grabando sino el que se cocía entre bambalinas, algo que se recrea con sentido del humor e ingenio.

En Nolly hay muchos discursos: un homenaje a los culebrones y sus convenciones, propias de producciones de largo recorrido (las grandes revelaciones, los giros inverosímiles, los episodios especiales rodados fuera de plató, las miradas al infinito...), un tributo sentido a Noele Gordon como icono olvidado y sobre todo una denuncia de cómo el mundo del espectáculo puede llegar a ser cruel.

Dos claves en este sentido, que quedan denunciadas de forma alta y clara: la misoginia que se plasma de muchas maneras, a modo de desprecio, desdén o demostrando miedo y la discriminación social por motivos de edad o edadismo, máxime cuando puede utilizarse como arma arrojadiza contra una mujer y, por ende, alimentar dicha misoginia.

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El guión funciona de maravilla, basándose en hechos reales pero también tomándose las licencias precisas para hacer de un relato en principio muy local, algo universal.

Estupenda también la ambientación de principios de los 80, no solo por la puesta en escena, vestuario, maquillaje y peluquería sino por retratar también, por medio de sencillas conversaciones los cambios que se iban dando en la mentalidad de la gente y la progresiva apertura de miras hacia las relaciones sociales y sentimentales. La amistad vuelve a ser un eje central en esta ficción.

Pero es que además Elena Bonham Carter está sensacional en un papel que aborda con contención y mesura, sin dejar de lado la fuerza y entereza de Gordon: una mujer poderosa y hecha a sí misma de la que se dice que fue la primera en aparecer en una emisión televisiva en color.

Nolly es uno de los personajes femeninos de televisión más potentes del año: la serie trasciende su cualidad de biopic para quedársenos clavado en la mente. Emociona de forma sincera porque tiene alma. ¡A la lista de las imprescindibles del 2023!