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Crítica de Perdiendo el este, la secuela de Perdiendo el norte

Perdiendo el este
Crítica de Perdiendo el este, la secuela de Perdiendo el norte, dirigida en esta ocasión por Paco Caballero y protagonizada por Julián López, Chacha Huang, Silvia Alonso, Leo Harlem, Carmen Machi, Younes Bachir, Malena Alterio, Fele Martínez y Miki Esparbé. Estreno en cines el 15 de febrero de 2019.

De un salto vamos a desplazarnos tres años atrás en el tiempo para situarnos en el mes de marzo de 2015. Nacho G. Velilla dirigía Perdiendo el norte, una comedia ligerita que retrataba con mucho humor cómo ante la imposibilidad de labrarse un futuro, esos jóvenes que pertenecían a "la generación más preparada de la historia", tenían que buscarse la vida fuera, en concreto en Alemania.

La cinta apostaba por los clásicos equívocos culturales, personajes estereotipados y gags situacionales y se llevó de calle a la audiencia consiguiendo superar el millón y medio de espectadores.

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El éxito fue tal que se replicó en televisión con la serie Buscando el norte de ocho episodios de duración que vio la luz en 2016 en la que el nexo de unión, además de la propia temática, era la actriz Silvia Alonso en un papel distinto al de la película (en la secuela por cierto, ha vuelto a cambiar de rol de nuevo).

Ahora, nuestros talentos incomprendidos, dan el salto a China en Perdiendo el este, película que trata de repetir la misma fórmula cambiando de localización... Que consiga la misma aceptación depende, sobre todo, de lo dispuestos que estén los espectadores a recuperar a algunos de los personajes que tanta gracia les hicieron hace tres años. Regresan Javier Cámara y Carmen Machi como Próspero y Beni, Younes Bachir y Malena Alterio como Hakan y Marisol y, por supuesto, los protagonistas Julián López y Miki Esparbé como Braulio y Rafa. 

A ellos se unen nuevos actores, que, como secundarios, ayudan a mejorar el resultado final: Leo Harlem, Edu Soto y Fele Martínez forman parte del nuevo cuerpo interpretativo, que nos descubre también a la actriz Chacha Huang en un papel con más peso tras haberla visto fugazmente en El hombre de las mil caras y Ánimas.

El catalizador de la acción de Perdiendo el este es Braulio, que trata de aprender chino y terminar sus estudios con la enorme dificultad que le supone aprender el idioma. Entre tanto en España su padre y sus amigos están convencidos de que vive una vida cómoda y triunfal. Esto hace que Hakan y Rafa decidan plantarse allí para abrir un negocio de kebabs. Cuando descubren la precaria situación de su amigo, es demasiado tarde: su visado está a punto de caducar y está tentado a tirar la toalla.

Sin embargo, por casualidad, en su camino se cruzará Xiao, una joven adinerada que está en edad de casarse y cuyo padre busca un pretendiente para desposarla. Lo que comienza como un juego de intereses (ella quiere espantar a otro candidato a ser su esposo y él trata desesperadamente de quedarse en el país) se termina convirtiendo en una inusual historia de amor de final impredecible, dado que pasa incluso por los San Fermines de Pamplona.

Como decíamos, la estructura argumental de Perdiendo el este viene heredada de la película original y, de hecho, Velilla ejerce de coproductor, coguionista e incluso director de la segunda unidad, de modo tal que están presentes de nuevo, los enredos amorosos, los juegos de palabras y los choques culturales habituales.

Perdiendo el este
Warner Bros.

En Perdiendo el este no faltan las bromas acerca de que los chinos comen bichos, ningunean a las "mujeres sobrantes" y realizan un riguroso escrutinio de los pretendientes de sus hijas. Pero no hay mayor profundización ni en la denuncia social que podría emanar de la desaparición del pequeño comercio en las ciudades, de la forma en que proceden las mafias chinas o de la falta de libertad por cuestión de sexo a la que se ven sometidas muchas mujeres. 

Todo se queda en una comedia irrelevante y banal que carece de excesivas pretensiones y calca los papeles de siempre para los actores/actrices de siempre. Con el agravante de que hacer bromas acerca de determinadas cuestiones, resulta poco acertado... la película nunca llega a ser en exceso ofensiva, pero va de cliché en cliché recreándose en su localismo. Su principal pecado es ese: hacer una fotocopia de lo graciosos que somos los españoles cuando nos comportamos como palurdos en el extranjero. Y no es que no tenga su gracia, es que ya nos lo han contado muchas veces. O abandonamos este terreno de una vez por otras o estamos abocados a un bucle temporal que va a acabar asfixiando al género.

Cruzaremos los dedos para que podamos librarnos de recorrer todos los puntos cardinales... Sinceramente, la pobre rosa de los vientos no se merece este maltrato.

VALORACIÓN:

Otra comedia más basada en el equívoco cultural que, a estas alturas, no solo resulta redundante sino pobre y obsoleta.

LO MEJOR:

Edu Soto, el clásico caradura, y su método de enseñanza del flamenco "cojo el lichi, suelto el lichi". El descubrimiento de Chacha Huang.

LO PEOR:

El momento cucaracha. Los chistes malos del personaje de Miki Esparbé son sonrojantes, y el guión facilón y muy poco original, propio de una tv movie.
Hobby

60

Aceptable

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