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Crítica de The Punisher temporada 2 - Adiós a Frank Castle en Netflix

Jesús Delgado

The Punisher temporada 2
The Punisher temporada 2 se estrena el 18 de enero de 2019 en Netflix. Analizamos la temporada al completo, señalando los puntos fuertes y flacos de esta serie protagonizada por Jon Bernthal y que tiene a Steve Lightfoot como su showrruner.

The Punisher temporada 2 llega para disparar una segunda salva. Este próximo viernes llega a Netflix la segunda temporada de la serie sobre el personaje creado por Gerry Conway, John Romita Sr. y Ross Andru, que comenzó su carrera como antagonista de Spider-man y acabó evolucionando a uno de los anti-héroes más populares de Marvel Comics durante los años 80. Vamos con una reseña de El castigador llena de referencias a armas, como está mandado.

Esta segunda temporada de Marvel's The Punisher arranca un tiempo después de los eventos narrados en la temporada 3 de Marvel's Daredevil. La acción da comienzo in media res, o, lo que es lo mismo, con Frank Castle (Jon Bernthal) de nuevo metido hasta las orejas en cieno. Con una rápida retrospectiva, descubrimos que Castle, ahora apodado Peter Castiglione, trata de volver a la vida civil, recorriendo EEUU en busca de una existencia pacífica. Sin embargo, este hombre chapado a la antigua pronto se encontrará con problemas de otros que no podrá dejar pasar.

De esta manera, Frank se verá inmerso en una sórdida trama política, cuyos responsables han despachado a su propio sicario, John Pilgrim (Josh Stewart). Este último tiene como misión liquidar a una misteriosa joven (Giorgia Whigham), en cuyo poder obra una información bastante sensible y peligrosa para los jefes de Pilgrim.

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Mientras tanto, de vuelta en Nueva York, el ladino y retorcido Billy Russo (Ben Barnes) despierta de su coma y desfigurado, tras su último enfrentamiento con Castle. Según los médicos y su terapeuta, Russo sufre una profunda amnesia... ¿Pero esto es cierto o se trata de una cínica fachada urdida por el corrupto ex-marine? 

No os contamos más. El resto de la historia la tendréis que descubrir en los 13 capítulos que componen la temporada 2 de The Punisher. Sin embargo, nosotros os vamos a dar algunas claves sobre esta temporada, que parece que será la última de una serie de Marvel que veremos en Netflix durante un tiempo. 

¿El canto de un cisne armado con un M-4?

Eso es lo que nos gustaría decir de esta segunda temporada de The Punisher. Sin embargo, es el graznido de una oca, y somos generosos con la comparación. La temporada 2 de The Punisher comenzó de manera trepidante y prometedora. Durante sus tres primeros episodios, se nos auguraba una suerte de Western moderno, con todos los arquetipos propios del género: el bueno, el malo, el amigo, la doncella en apuros, la mujer fuerte e independiente, el asesino a sueldo, los grandes terratenientes en la sombra, la femme fatale... Sin embargo, poco después del cuarto episodio, la cosa comienza a caer en barrena y exhibe las mismas flaquezas que las otras series de Netflix. Algo que nos hace pensar que ABC Studios, responsable de la producción de estas series, no ha aprendido la lección y que ha vuelto a intentar disparar una Colt 1911 como si fuera un Colt Single Action Army. Esto es, precipitándose y sin apuntar como es debido, por lo que al segundo o tercer disparo, se te encasquilla el arma.

Por un lado, tenemos una segunda serie a la que le sobran, al menos, dos episodios, cuya acción podía haberse condensado de manera mucho más eficiente en menos capítulos. Por otro, unos giros de guión anticlimáticos, cuyo nexos y desenlaces son insípidos. Y no es que te dejen indiferente, es te quedas más bien frío, como si a la serie le hubiera arrancado el alma y estuvieras viendo secuencias destinadas a hacer más de relleno y dar un trasfondo a personajes que, en realidad, no lo necesitan. Vamos, que la planificación y desarrollo de la trama falla más que un XM16E1 en Vietnam.

En esta línea, hemos de destacar que esta segunda temporada pifia enormemente con sus antagonistas. Ninguno tiene una entidad profunda que nos haga a odiarlos profundamente ni a despertar simpatía alguna en nosotros. Si bien John Pilgrim (un personaje basado en el enemigo de El Castigador conocido como el Menomita) apunta maneras, tampoco es que haga por pasar a la historia como uno de los grandes antagonistas de serie.

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En el otro extremo de la mesa de los "malos" de esta serie de Netflix, el Puzzle / Billy Russo de Ben Barnes sufre muchas flaquezas. Su interpretación es correcta, pero el personaje está escrito de una manera ininteligible, con motivaciones que parecen una montaña rusa, y su supuesta desfiguración queda solamente reflejada con unas tristes cicatrices que no hacen honor a la supuesta fealdad del personaje. Al menos, no tal y como sugieren ciertas líneas de diálogo, que indican que el tipo está hecho un cromo. Y eso, sin mencionar, que su construcción responde al manoseado tópico de "malo con problemas mentales, que a lo mejor no es tan malo", un estereotipo que ya cansa.

Volviendo al personaje de Frank Castle, encontramos también unas cuantas taras en su desarrollo. La motivación en las series del personaje se debía, principalmente, a lo sucedido con su familia, lo cual le daba la justificación psicológica para continuar su propia guerra en terreno civil. La temporada 1 parecía zanjar esta cuestión, entrando en el callejón en el que Castle no tenía ya necesidad de seguir luchando, con todos los responsables de su tragedia muertos o mortalmente heridos.

Sin embargo, la continuación de esta serie de acción quiere deshacer lo andado para terminar de contar una historia de orígenes con la que explicar cómo Frank Castle asume su identidad como El Castigador. La idea está bien, de base, pero el desarrollo no acaba de ser muy coherente. Sobre todo, por la premisa de realismo de presentación con la que se quiere vendernos el producto. Y, aun así, hemos de señalar que el intento de motivar a Frank para volver a empuñar el HK416 y matar a todo bicho viviente que sea un criminal tiene su gracia.

En parte, este último valor también se apoya en a la propia calidad de Jon Bernthal, que sigue acaparando toda la atención de las escenas. El tipo tiene un carisma y un magnetismo que seduce al espectador, incluso cuando pone cara y ojos de cordero degollado, tratando de revelar el lado dulce y humano que hay bajo la calavera del Punisher. En este sentido, se puede decir que Bernthal es lo mejor de la serie, visto a distancia de tiro de un Barrett M82

En conjunto, la sensación que nos que da es la de que los showrrunners y ABC Studios han querido largarse de Netflix haciendo ruido, disparando a ciegas una escopeta Mossberg 500, a ver si lograban darle a algo. Y, con suerte, a algún pato le han dado. Pero tampoco es que el resto de la bandada no haya volado lejos y a salvo. No es de extrañar que incluso alguna de sus intérpretes diera por hecho que esta iba a ser la última temporada.

El visionado de esta segunda temporada deja en el cuerpo del espectador la impresión de que el número 2 está maldito para las series de Netflix y Marvel, ya que al llegar a él, todas estas series acaban o haciendo aguas o diluyéndose en sí mismas. Una lástima, la verdad, habida cuenta del excelente material que había. 

VALORACIÓN:

Una oportunidad desperdiciada para encarrilar a Punisher. Aunque hay una voluntad de realizar un neo-western a la altura del personaje, esta segunda temporada se pierde en sí misma con excesivos giros argumentales sin mucho sentido.

LO MEJOR:

Jon Bernthal. Las propuestas para definir la naturaleza de Punisher. El sabor a Western moderno. La crítica social sobre militares licenciados.

LO PEOR:

El desperdicio de los antagonistas. La dilatación de la trama con giros de guión innecesarios. La motivación del protagonista para evolucionar.
Hobby

60

Aceptable

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