Crítica de El rey del cachopo: el documental true crime que recoge un caso estremecedor

La plataforma de streaming por excelencia a la hora de buscar series y películas de género true crime sigue siendo Netflix y cuando aún no se ha enfriado el éxito de El caso Asunta (que revitalizó el documental La operación nenúfar), o de la película ¿Qué hizo Jennifer?, estrena El rey del cachopo. Se trata de una serie documental de tres episodios de unos 45 minutos de duración.

Esta vez nos lleva a un caso reciente que ha vuelto a ponerse de relevancia por un giro que ha tenido lugar hace apenas un mes y podría tener consecuencias en el futuro de César Román, la expareja de Heidi Paz, una mujer cuyo torso fue encontrado en una maleta cubierto de sosa y con los senos amputados en el mes de agosto de 2018.

El resto de las partes de su cuerpo nunca han sido halladas, como sucedió con los de Edwin Arrieta, que ha llevado a Daniel Sancho a ser juzgado y cuyo caso está visto para sentencia (en este caso es HBO Max la plataforma que se está encargando de seguir los pormenores en El caso Sancho).

El rey del cachopo no se centra tanto en la víctima como en su asesino, dado que su excéntrica personalidad le llevó a generar a su alrededor numerosas mentiras, identidades ficticias e incluso pequeñas estafas, además de convertirse en un hostelero de éxito... que terminó acumulando impagos y en bancarrota.

La serie hace bien muchas cosas: recoger testimonios relevantes, como los de los encargados de la defensa de César Román (hasta tres letrados distintos), la madre de Heidi Paz o el fiscal encargado de la acusación. También establece la cronología de los hechos y expone algunos de las dudas que nunca llegaron a esclarecerse.

Entra en un terreno menos satisfactorio cuando trata de retratar a la víctima. De hecho, en un momento dado se introduce un tema que no se desarrolla lo suficiente que tiene que ver con la supuesta complicidad de los dos para cometer un robo. Incluso vemos fotografías de Heidi con un arma que no terminan de quedar claras.

En líneas generales, al terminar de ver El rey del cachopo sabes que César Román es un manipulador, con una personalidad egocéntrica y con la capacidad de convencer a los demás de casi cualquier fantasía. Se destapan sus abundantes mentiras y delirios de grandeza y su facilidad para cambiar de identidad gracias a toda una serie de destrezas que le llevan a darse a la fuga.

Se echa en falta, eso sí, alguna autoridad que esclarezca el trastorno que aqueja a César Román: ¿es un psicópata? ¿Un narcisista? ¿Un controlador machista? ¿Todo junto? Nunca queda claro.

Pero no tienes una idea clara de quién era Heidi Paz. Queda a medio camino entre las calumnias de su asesino y la escasa información contrastada y verificada que se aporta sobre ella, más allá de las palabras de su madre, que cuenta que su comportamiento cambió cuando empezó a ser absorbida por su pareja. No cumple por tanto el objetivo de honrar su memoria.

Las partes en las que el documental recrea ciertos pasajes de forma ilustrativa para la narración, son además bastante redundantes mientras que los títulos de crédito iniciales son de tan mal gusto, que hasta llaman la atención: son de una frivolidad estremecedora que solo sirve para darle un empaque sensacionalista a la introducción y no se corresponden con el tono que luego adopta.

En suma, los amantes del true crime van a tener una versión muy actualizada del caso, en el que se han incorporado los últimos datos conocidos: esa carta remitida a la familia de la víctima confesando el crimen... a la que es fácil restar valor en la medida que hay declaraciones del asesino, diciendo que podría hacer algo semejante para obtener beneficios penitenciarios. Por la boca muere el pez.