Crítica de Scissor Seven, la divertida serie de animación de Netflix

Perdido en el catálogo de Netflix, como tantas otras veces, navegando sin rumbo entre infinidad de títulos. Buscando el próximo visionado en una misión que suele ser vergonzosamente difícil. Y entonces apareció; sin preguntar, sin saltar a la pantalla, ahí estaba. Scissor Seven, la primera serie de animación china de Netflix. No había fuegos artificiales, solo una descripción fugaz y 14 capítulos de apenas un cuarto de hora dispuestos a ser devorados. Un estreno de Netflix escondido entre la vigorosa oferta de la plataforma que se convertiría en mi primera sorpresa del año.

Netflix se hizo con los derechos de Scissor Seven después de su éxito en China, donde debutó bajo la dirección de He Xiaofeng con el título de Killer Seven en 2018. La serie está localizada en varios idiomas, pero es una auténtica lástima que no exista la opción del castellano para aquellos que así quieran disfrutar de la animación. La sinopsis es tan sencilla como su visionado: Buscando recuperar la memoria, un joven con una habilidad extraordinaria con sus tijeras de peluquero se une al gremio de los asesinos en una lucha por el poder entre las facciones que dividen al país.

El protagonista de esta historia es Siete, un chavalín infantil que vive casi bajo la tutela de su único amigo, el pollo azul Dai Bo. Como adelantábamos con el argumento, después de perder la memoria sueña con convertirse en un asesino de renombre. Al fin y al cabo, los sicarios se quitan el dinero a paladas, y la pobreza no es el objetivo de su vida. Tampoco la de Dai Bo, quien lo convence de ofrecer sus servicios como asesino desde una peluquería encubierta bajo su dirección. Cuando empiezan a llegar los encargos, Siete empieza a entender que la tarea de un asesino a sueldo no es tan maravillosa como se pinta, y una pulsión interior que desvela detalles de su pasado comienza a despertar.

Siete tiene más corazón que avidez por el dinero, y más inocencia que la absoluta falta de escrúpulos necesaria para ascender en el escalafón de esa especie de liga de asesinos que plantea la serie. La línea argumental de los primeros capítulos se basa en los encargos que reciben Siete y Dai Bo en la tienda: acabar con el líder del Clan de los Perros, liquidar a una viejecita estafadora que se desvive por su nieto o frenar a un coleccionador de ropa íntima femenina. Los asiáticos y la comedia pueril, ya sabéis.

Las series y películas de anime más esperadas en 2020

Esa sencillez argumental se refleja en la animación, que ofrece escenas de acción fluidas recurriendo a motivos clásicos del género sin grandes florituras. El trabajo artístico en el diseño a mano de personajes y escenarios se mueve en la misma línea, haciendo de la simpleza su bandera para completar el tono de la serie con un aspecto que seguirá funcionando en años venideros. Y la banda sonora, cómo olvidarnos de ella, encaja como la última pieza del puzle para construir un donghua que no quiere aspirar a nada, pero que puede convertirse en tu nuevo favorito por su reflejo de la estupidez más cotidiana.

La nueva serie de Netflix transcurre en una pequeña isla donde conviven seres humanos y animales antropomórficos, dando lugar a todo tipo de situaciones disparatadas. El humor, como os podéis imaginar, es pueril, estúpido e irreverente, y no podríamos celebrarlo más. En serio. No me habría atrevido a afirmar que una simple peineta podría haberme hecho casi escupir el café en 2020. Muy en la línea de animes como Gintama o de la también exitosa serie de One Punch Man, con quien comparte plataforma y espíritu. Siete, como Saitama, protagoniza una trama que no es original, ni profunda, ni pretende serlo; es la historia de un joven que intenta sobrevivir al día a día. El humor nace, precisamente, de la cotidianidad más vulgar.

Con el paso de los capítulos, la trama ofrece un trasfondo mucho más denso de lo que nos muestran en una primera pasada: referencias a la mitología china con unas pinceladas sobre los reinos feudales sobre los que se asienta la sociedad que, si bien suma puntos de interés por descubrir cómo se articula ese entramado y quién ostenta el poder, resulta excesivamente grandilocuente para la simpleza de la que veníamos en la introducción. Eso sí, la segunda temporada, si llega, podría elevar sustancialmente la apuesta y convertir Scissor Seven en una serie de animación donghua con todas las de la ley.

Prueba Amazon Prime Video gratis durante un mes

El servicio de series y películas en streaming de Amazon te da la oportunidad de probarlo totalmente gratis durante 30 días.

Date de alta gratis

Una sorpresa escondida en Netflix 

Por ahora, Scissor Seven es un entretenimiento que en el mercado catalogarían con las tres bes del «bueno, bonito y barato». Es exquisitamente sencilla y divertida, pero sobre todo es fácil de ver. La duración de sus capítulos la convierten en una golosina para los amantes del género y en una oportunidad para los neófitos, que entrarán por la facilidad de su trama y se quedarán por su estúpido e irresistible humor, y por su fabulosa gestión del ritmo en episodios de apenas 15 minutos.

Sus personajes bailan a la perfección en ese caos tan lógico que han dibujado para ambientar la serie. Sí, en los primeros capítulos puede que nos embriaguemos de algún «gag» mal dispuesto, pero, sin saber cómo, terminaremos metidos de lleno en su historia queriendo saber más de Siete y de aquellos que lo rodean. Porque, en definitiva, la magia de Scissor Seven es ofrecer el corazón en un mundo protagonizado por el disparate.