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Crítica de Verano del 84, la película de terror adolescente

Verano del 84
Crítica de Verano del 84, la película de terror adolescente de origen canadiense dirigida por Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell que se estrena en cines el 1 de febrero tras haber pasado por el Festival de Cine de Sitges.

Habréis visto empezar muchas películas como Verano del 84, sobre todo si sois amantes de la nostalgia que sacude buena parte de las producciones cinematográficas y televisivas de reciente hornada que siguen homenajeando el género del terror juvenil, que tuvo su edad dorada a mediados de los años 80 y cuyo exponente sería sin lugar a dudas Stranger Things, que este mismo año presentará en Netflix su tercera temporada. Curiosamente, esta película fue escrita meses antes de que viera la luz la primera temporada de la serie, que incorpora además detalles fantásticos que están del todo ausentes en la película, de modo que la plataforma se anticipó recogiendo un fruto maduro.

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Esta película, dirigida a tres bandas por el colectivo autoapodado como RKSS (AKA Road Kill Superstars) formado por François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell (los responsables de Turbo Kid), está bien empapada en películas como Los Goonies, Cuenta conmigo o It, aunque tiene un aire decididamente más canalla y menos ingenuo que todas las anteriores.

Verano del 84 nos presenta a un grupo de adolescentes en plena efervescencia hormonal que, durante el verano del 84 que da título a la cinta, ven cómo se suceden una serie de desapariciones de chicos de su edad.

Uno de ellos está especialmente interesado en las teorías de la conspiración y comienza a albergar grandes sospechas hacia uno de los vecinos de la zona, por lo que emplaza a sus amigos a seguirlo con el ánimo de reunir pruebas inculpatorias e incluso, encontrar con vida al muchacho desaparecido.

El problema es que los adultos los desahucian al pensar que todo es obra de su imaginación y que ellos están dispuestos a correr cada vez mayores riesgos para sacar a la luz la verdad, de modo que incluso pondrán sus vidas en peligro.

Verano del 84 no es esconde en ningún momento su espíritu de revival ochentero. Los creadores han expresado en multitud de ocasiones: "Amamos estas películas. Crecimos con estas películas y aprendimos a amar el cine con estas películas". Esto es algo que lleva a gala incluso en su material promocional, con el grupo protagonista amenazado en su aparentemente tranquilo barrio por una inmensa calavera en mitad de la noche y al que le han hecho un envejecido para que dé la sensación de que han pasado por él más de treinta años.

Como no podía ser de otra manera, ese idílico vecindario hará realidad todas sus pesadillas: "un asesino puede vivir en la puerta de al lado" y, así, los llevará a abandonar la adolescencia y madurar de forma prematura, de golpe, conociendo el horror y la maldad que forman parte de la vida. Hablábamos de la alargada sombra de Stephen King, pero también hay mucho del cine de Steven Spielberg en la construcción de unos personajes a los que veremos evolucionar del idealismo hasta un estado de permanente alerta (el verano supone el fin de su despreocupada visión de la vida).

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En este sentido, la película innova más bien poco en la construcción de los personajes, lo cual es algo premeditado pero también un cliché bastante manoseado. Eso sí, se viene arriba en una conclusión que da a todo una vuelta de tuerca bastante macabra.

Por lo demás, todo es un ejercicio, como decíamos, de recuperación de esa glorificada década de los 80 de los cardados y las coletas de medio lado, de los pantalones cortos con los calcetines subidos, los chándals de tactel y las chupas de cuero para los que iban de duros y las hombreras, los walkies, los colores chillones y los visionados nocturnos de películas de terror en televisores cuadrados. Encontraréis referencias en cada cartel clavado en la pared con chinchetas, en la música y las cintas que consumen estos muchachos y en todo lo que les rodea. La banda sonora, por cierto, es obra del dúo de música canadiense Le Matos, con los que ya habían trabajado previamente en Turbo Kid.

Como película de terror, Verano del 84 es sin lugar a dudas una buena recomendación para pasar un rato entretenido sin mayores pretensiones. Puede que llegue un poco tarde y estemos un poco cansados ya de reivindicar una década que parece sobreexplotada, pero no por ello pierde interés: la trama engancha lo suficiente como para que el espectador quiera saber qué diantres pasará al final.

VALORACIÓN:

Simpática película ochentera que encandilará esencialmente a los seguidores de series como Stranger Thigs, a los que les gustan los ejercicios de nostalgia.

LO MEJOR:

El final de la película, cuando se abandona el marco de aventuras adolescentes para abordar una conclusión terrorífica.

LO PEOR:

Hay personajes que no terminan de funcionar bien y resultan incluso irritantes por estar en exceso estereotipados.
Hobby

70

Bueno

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