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DiRT Rally - Análisis para PS4 y Xbox One

DiRT Rally - Análisis para PS4 y Xbox One
Haciendo el análisis de DiRT Rally para PS4 y Xbox One, nos hemos vuelto a sentir como en los años 90, cuando los rallies estaban de moda y Colin McRae era su padrino más aventajado a la hora de plasmarlos virtualmente. Cualquier tiempo pasado fue mejor… hasta que vuelve. Bendita sea Codemasters por tomarse el tiempo necesario para regresar a las raíces.

A la grava: DiRT Rally es el mejor juego de rallies que ha habido en mucho tiempo y, en este análisis, vamos a explicar por qué. El juego de Codemasters se lanzó en Steam en diciembre de 2015, tras una larga fase de ‘early access’, pero es ahora cuando llega a PS4 y Xbox One (y también a PC, en lo que a formato físico se refiere) para dejar de piedra a sus usuarios, que, si bien habían recibido un exponente notable como Sébastien Loeb Rally Evo, no tenían todavía un título imprescindible de este subgénero.

DiRT Rally - Análisis para PS4 y Xbox One

Antes de entrar en arena, conviene recordar lo mucho que ha retrocedido el subgénero de los rallies en la última década. Basta con fijarse en la licencia del WRC, que, a principios de siglo, llegó a ser tan atractiva como para que Sony, como hizo con la de la Fórmula 1, se la quedara en exclusiva para PS2 y pusiera al cargo a Evolution Studios, que firmó cinco entregas brillantes. Sin embargo, luego, la licencia pasaría a manos de la editora BigBen Interactive, para saldarse con cuatro entregas más o menos aceptables a cargo de Milestone Studios y una quinta realmente mediocre, salida del túnel del viento de Kylotonn Games. No es de extrañar, pues el campeonato del mundo ha perdido mucho punch mediático, primero con los nueve entorchados consecutivos de Sébastien Loeb y, luego, con otros tres de su compatriota y tocayo Sébastien Ogier. Poco tiene que ver la situación actual con la de los 90 y los años siguientes, cuando empezaron a florecer innumerables sagas de calidad al amparo de la gran rivalidad que había entre pilotos legendarios como Tommi Mäkinen, Carlos Sainz, Juha Kankkunen, Richard Burns, Didier Auriol o Colin McRae.

Precisamente, el piloto escocés inspiró a Codemasters para crear una serie basada en su figura que se acabaría convirtiendo en la más querida de la historia: Colin McRae Rally. Tras sus cinco primeras entregas, lanzadas entre PSOne y PS2-Xbox, el salto a PS3-360 trajo consigo un cambio de denominación progresivo, hasta acabar convirtiéndose en DiRT, a secas. Las tres primeras entregas de la ‘nueva’ saga rayaron a un gran nivel, pero lo cierto es que, en general, desdeñaron el rally cronometrado tradicional para apostar por otras disciplinas todoterreno más del gusto norteamericano, en una época en la que estaban muy de moda los X-Games o las yincanas de Ken Block. En 2012, llegó el despiporre absoluto, con el ‘spin-off’ Showdown, que, si bien era un muy buen juego, atentaba contra el corazón histórico de la saga, al centrarse en pruebas alocadas, como los derbis de destrucción, añadiendo la presencia de vehículos estrambóticos, como un coche funerario… Codemasters tomó buena nota del desencanto popular y decidió darse un respiro para repensar sus fundamentos. Casi cuatro años después, el resultado de ese ejercicio de reflexión es DiRT Rally, una vuelta a las raíces que es todo un homenaje al apasionante mundo de los rallies y, a la vez, al piloto que la apadrinó, presente ‘in memoriam’ a través de varios diseños y de un vídeo documental incluido en la edición Legend. Este último tiene la peculiaridad de que se grabó, en su mayor parte, en agosto de 2007, un mes antes de la muerte del escocés, por lo que es él mismo quien repasa la mayor parte de su trayectoria. Para los fans de los rallies, es un extra de grandísimo valor.

Precaución, amigo conductor

La exigencia es la seña de identidad de este minucioso simulador, cuyo control es, probablemente, el mejor que hemos visto nunca en un juego de rallies, gracias al empeño que han puesto los desarrolladores para plasmar no sólo las físicas de los coches, sino también las de las diferentes superficies. El sistema de simulación se ha rehecho desde cero, atendiendo a diversos detalles técnicos de las ruedas, las suspensiones, la caja de cambios, el motor, el turbo y el diferencial. Así, el manejo de cada vehículo varía considerablemente, en función del tipo de tracción, el momento en el que se activa el turbo o los reglajes que se le apliquen. Para que aprendamos todas las técnicas que se utilizan en la disciplina, se ha incluido un tutorial con veintiún vídeos en los que se ofrecen interesantes consejos sobre subviraje, sobreviraje, transferencia de pesos, giros con el freno de mano, sacudida escandinava… El juego respira pasión por los cuatro costados. No en vano, su máximo responsable, Paul Coleman, es copiloto en la vida real, lo cual explica muchas cosas.

Un simple vistazo a los tutoriales del juego da cuenta del brutal sistema de físicas. Se ha puesto especial énfasis en la transferencia de pesos y muchos factores asociados a ella: inercias en los cambios de dirección, presión de los neumáticos, agarre en función de la trilogía frenada-aceleración-giro, bloqueo de ruedas, freno motor, inclinación del terreno, subviraje-sobreviraje… Cualquier comportamiento del coche se justifica en base a un impresionante esqueleto técnico que no se ve a simple vista, pero que hará las delicias de los más puristas.

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En los últimos años, el género de la conducción se ha desvirtuado un poco, al apostar muchas sagas por el rebobinado. De hecho, fue Codemasters quien patentó esa ‘trampa’, con Race Driver: GRiD, allá por 2008. Sin embargo, en esta ocasión, se ha decidido prescindir de ese recurso, para potenciar la importancia de los daños y las reparaciones del parque cerrado, asociadas a la contratación y el despido de ingenieros con diferentes destrezas. Hay que tener cuidado, especialmente, de noche, pues, si rompemos los faros, quedaremos a merced de la oscuridad. También es posible pinchar los neumáticos, de modo que, para sustituirlos, perderemos un minuto y medio (esto se aplica de forma automática, casi como si de una penalización se tratara, pues no llegamos a ver al piloto y al copiloto arreglando el entuerto).

Cada curva es un peligro: barrancos, baches, pedruscos… Cualquier elemento de la orografía puede dar al traste con nuestras aspiraciones. Si nos salimos de la pista y caemos en un terraplén, podemos recolocar el coche, aunque a costa de recibir una penalización que suele rondar en torno a los quince segundos. En relación con eso, aunque no es muy frecuente, hemos recibido algún que otro castigo injusto, por ejemplo por habernos subido a una cuneta sin querer, pese a no haber ganado ni una sola décima (todo lo contrario). Como consecuencia de todo lo anterior, DiRT Rally te mantiene en continua tensión, pues cada error se paga caro, lo que obliga a estar muy atento a las notas que va cantando el copiloto. Los más puristas del género encontrarán esa sensación particularmente satisfactoria. La única concesión que hace el juego es la de poder reiniciar un tramo a costa de perder créditos de recompensa, aunque los menos puestos en el arte de la conducción tampoco encontrarán un milagro en esto cuando tengan que completar un tramo de más de diez kilómetros.

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Historia viva en lugares icónicos

Los amantes de los rallies están de enhorabuena, porque el juego es, en buena medida, un repaso a la historia de la disciplina. Se han incluido 44 coches, que abarcan desde los años 60 hasta la actualidad, con modelos como el Lancia Stratos, el Audi Sport Quattro, el Lancia Delta, el Subaru Impreza, el Ford Focus, el Citroën C4… El hecho de no tener la licencia oficial del WRC no impide que estén presentes los tres coches más destacados que hay hoy en día en el Mundial, es decir, el Volkswagen Polo R, el Ford Fiesta y el Hyundai i20. Cada coche cuenta con varios diseños alternativos, entre los que hay tanto publicidades reales como otras inventadas. En ese sentido, se han podido incluir, por ejemplo, el Ford Sierra que pilotó Colin McRae en sus inicios y el Subaru Impreza con el que ganó el Mundial de 1995 (aunque camuflando ligeramente la publicidad tabaquera de 555).

El garaje es muy generoso, sí, pero la palma se la llevan los rallies que se han incluido: Montecarlo, Suecia, Grecia, Finlandia, Alemania y Gales. Seis escenarios pueden parecer una cifra escueta, y quizás se echan en falta algunos clásicos (como Cataluña, Australia o Córcega), pero la desazón se olvida cuando se observa que se ha incluido la friolera de doce tramos por cada rally, algunos de hasta dieciséis kilómetros. En ese sentido, el equipo de Codemasters ha viajado hasta cada localización para poder recrearla con todo lujo de detalles, y el resultado es asombroso. No tiene absolutamente nada que ver competir en un sitio que hacerlo en otro. Por un lado, cada superficie (asfalto helado, nieve, piedras, gravilla, asfalto y barro) ofrece un agarre diferente. Por otro lado, la orografía varía notablemente: cuestas en Montecarlo, taludes de nieve en Suecia, caminos rotos en el Rally Acrópolis, saltos escalofriantes y zanjas profundas en el Mil Lagos, chicanes hechas con balas de paja en Alemania, salpicones de agua en el RAC… Cada rally está tan bien diseñado que es imposible no entusiasmarse con lo apasionante que es conducir por cada uno de ellos.

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Por si esos rallies clásicos fueran poco, se ha incluido la célebre subida a Pikes Peak, de 19,9 kilómetros, con tres versiones (asfalto, grava y mixta). El nivel de exigencia es tal que se permite correr sus tres secciones por separado, algo que se agradece para ir familiarizándose con ella, pues no sólo es que muchas de las curvas sean criminales, sino que se compite con coches especiales que alcanzan altas velocidades y en los que, además, no hay copiloto, por lo que no disponemos de indicaciones de hacia dónde gira la siguiente curva o en qué grado lo hace. Como curiosidad, entre los modelos incluidos, está el Peugeot 208 T16 con el que Sébastien Loeb batió el récord de la subida en 2013.

Y aún hay más: se han incluido pruebas de rallycross. Estos eventos se disputan en varias mangas clasificatorias, de modo que los más rápidos pasan a semifinales y, posteriormente, a una final en la que se enfrentan cuerpo a cuerpo los seis mejores. Estas carreras, que se disputan en circuitos cerrados de asfalto y grava, cuentan con la peculiaridad de la llamada vuelta comodín, consistente en que, en el giro que queramos, debemos tomar una desviación para recorrer un tramo del circuito en el que se pierde tiempo respecto a los pilotos que van por la senda habitual, lo que introduce un elemento de estrategia que hay que saber gestionar. A diferencia de lo que sucede con las pruebas de rally clásico, el juego sí que tiene la licencia oficial del Mundial de Rallycross, por lo que los tres circuitos que hay presentes son reales (Holjes, Lydden Hill y Hell) y competimos contra pilotos como Petter Solberg o Manfred Stohl, que os sonarán por ser viejos conocidos del WRC.

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En cuanto a modalidades de juego, lo que más destaca es el modo Trayectoria, que no es el típico en el que debamos llevar a un álter ego desde el anonimato hasta el estrellato, aunque sí ofrece una interesante sensación de progresión. Está estructurado en cinco niveles de dificultad (libre, miembro del club, profesional, élite y maestro), de modo que empezamos en el más bajo y, para poder ascender, debemos quedar en el podio final, teniendo en cuenta que también hay descensos para los tres últimos pilotos, de un total de dieciséis. Cada campeonato consta de seis rallies, de manera que la dificultad viene determinada no sólo por la IA de los rivales, sino también por el número de tramos y la dificultad de éstos. Así, a medida que progresamos, aparecen tramos más largos y con condicionantes meteorológicos o de iluminación (correr de noche es todo un desafío).

Hay que precisar que el modo Trayectoria cuenta con campeonatos independientes para el rally clásico, el rallycross y la subida a Pikes Peak, por lo que no hace falta jugar a todos, si no se desea. Podemos empezar cada campeonato con el coche que queramos, pero sabiendo que es necesario ganar créditos para poder adquirir nuevos modelos. Por si os lo preguntáis, también hay un modo libre, para escoger el coche y el tramo que se quiera, sin más complicaciones. Aunque cumple con creces, nos habría gustado que el modo Trayectoria fuera más inmersivo, algo con lo que Codemasters ya erró en F1 2015, cuando, de hecho, prescindió de él por completo.

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A lo que sí ha dado mucha cancha la compañía es al multijugador, y en varios sentidos. Por un lado, se puede participar en eventos de jugador contra jugador, así como crear ligas para competir contra nuestros amigos. Por otro lado, hay desafíos diarios, semanales y mensuales que se integran en RaceNet, la red social que la compañía lleva años explotando en todos sus juegos.

El más bello de los deportes de motor

DiRT Rally no sólo es impecable en su faceta jugable: también lo es en la parcela técnica. Para empezar, hay que poner de relieve el comportamiento de los coches, cuyas físicas están muy logradas. Cabe destacar, particularmente, la cámara interior, que, además de ser muy espectacular, es realmente cómoda para jugar. Si hay algo que han traído consigo PS4 y Xbox One, es que los juegos de velocidad cuidados gozan de perspectivas interiores que son mucho más apetecibles que cualquier otra (Forza Horizon 2, Project CARS o DriveClub son otros ejemplos de esta tendencia, algo que no pueden decir otros títulos menos trabajados en lo técnico).

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Los rallies cuentan con el hándicap de que no muestran batallas entre varios coches de forma simultánea (salvo el rallycross), pero suplen ese problema con su ambientación en paisajes de ensueño, y Codemasters ha sabido plasmar a la perfección lo atractiva que puede llegar a ser esta disciplina en lo visual. Conducir por las carreteras heladas de Montecarlo o por los tortuosos caminos de Grecia es una sensación sin igual, que se acrecienta con la presencia de efectos climatológicos (lluvia, nieve y neblina) y de cinco rangos horarios, entre los que se incluye la noche. En relación con eso, el juego va a 60 fps, una tasa que sólo se resiente ligeramente cuando hacen acto de presencia, precisamente, las inclemencias meteorológicas. En general, no se aprecia ‘popping’, aunque sí algunas sombras un poco burdas, casi pixeladas, tanto de los coches como de la vegetación.

¿Y qué pasa si juntas coches muy consistentes con paisajes de gran belleza? Pues que quedan unas repeticiones para el recuerdo. Los vídeos que repasan cada carrera son una auténtica maravilla, en especial por su combinación de planos: perspectivas ‘on board’, cámaras fijas, travellings con helicóptero… Gracias a esos planos, podemos recrearnos en detalles como el cabeceo de las suspensiones, los surcos que dejan los neumáticos según lo ‘suelta’ que esté la superficie, las estelas de polvo, los discos de freno al rojo vivo… Todo está al servicio del espectáculo. Sólo echamos en falta un poco de ambiente, pues, fuera de la propia competición, no se han incluido ni la ceremonia del podio, ni entrevistas, ni el trabajo de los mecánicos sobre el coche… Son aspectos menores, pero que habrían contribuido a que el juego fuera de otro mundo. En cuanto al sonido, el rugido de los motores resulta tremendamente convincente, hay detallitos como las piedras que chocan contra los bajos del coche y el copiloto está en español, con la posibilidad de cambiar el ritmo al que canta las notas, así como de hacer que, en el caso de PS4, el audio salga por el altavoz del Dual Shock 4.

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El renacimiento de Colin McRae Rally

Dieciocho años después de que el primer Colin McRae Rally nos cubriera de barro hasta las orejas, Codemasters ha recuperado un espíritu que se había ido perdiendo con el paso de los años. Puede que la saga ya no lleve el nombre del mítico piloto escocés, pero nos ha vuelto a hacer sonreír como el día en que nació, volviendo a los derroteros que todos queríamos: exigencia y espectacularidad a partes iguales. Los rallies han estado de capa caída en los últimos años, tanto en la realidad como en la industria de los videojuegos, pero, por suerte, vuelven a estar de plena actualidad. Hacía tiempo que no disfrutábamos tanto con un juego de la especialidad. Colin McRae estaría orgulloso de que su legado virtual siga tan vigente. Larga vida al rey del rally.

VALORACIÓN:

El mejor juego de rallies en mucho tiempo, y uno de los mejores de la historia. Codemasters ha hecho caso al público que se agolpaba en las cunetas y ha vuelto a los orígenes para hacernos sentir como en casa otra vez.

LO MEJOR:

El control, por los coches y por las superficies. La tensión. El documental de la edición Legend.

LO PEOR:

Al modo Trayectoria le falta trasfondo. Algunas sanciones por reapariciones injustas.

Plataformas:

PC,

PS4,

Xbox One

Versión comentada: PS4

Hobby

92

Excelente

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