Un nuevo Dios. Análisis del primer DLC de Immortals Fenyx Rising

Ha habido pocos juegos en 2020 que me resultasen tan entretenidos como Immortals Fenyx Rising. La aventura de mundo abierto desarrollada por Ubisoft (el mismo equipo que nos brindó Assassin´s Creed Odyssey) apostaba por la exploración libre, unos puzles de diseño exquisito y una historia épica, que recogía los mitos griegos con mucho sentido del humor. 

Si, antes de que algún listillo lo apunte, era el juego que se parecía tanto a The Legend of Zelda Breath of the Wild, tanto en algunas mecánicas como en su estilo colorido. Pero ya anticipamos que copiar un juego tan grande -en ambos sentidos- y hacerlo bien, tiene mucho mérito.

Incluso el plan de contenidos post lanzamiento es uno de los que resulta más atractivo... comenzando por Un nuevo dios, el DLC que analizamos, y que nos da la oportunidad de colocar a Fenyx en el panteón de los dioses, junto a Ares, Atenea, Afrodita y Hefesto. Es una misión complicada, pero nosotros fuimos capaces de derrotar al titán Tifón en el juego principal, ¿verdad?

Bueno, si aún no lo habéis conseguido, tranquilos, porque podemos comenzar Un nuevo dios a partir de nuestra partida guardada, con las mejoras que hayamos desbloqueado, o iniciar una partida nueva con una (o un) Fenyx preparado para la ocasión (con una nueva armadura, una buena colección de monturas y un set de armas).

De hecho, antes de empezar, volvemos al editor de personajes, para cambiar el sexo y el aspecto de Fenyx a nuestro gusto. Sólo hay que advertir que si no hemos terminado la historia, puede que en los primeros minutos nos estropeen las sorpresas del final con unos cuantos "spoiler". Aquí podéis leer nuestro análisis de Immortals Fenyx Rising.

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Bienvenidos al Olimpo

¿Ya estamos listos? Pues adelante, os damos la bienvenida al Olimpo. Esta vez abandonamos Isla Aúrea (el escenario principal del juego) y nos trasladamos a la morada de los dioses. Aquellos escenarios de naturaleza exuberante dejan paso a un mapa más pequeño, con construcciones muy recargadas, como corresponde a la morada de los dioses. 

Es un escenario considerable, pero no tenemos la necesidad de explorarlo, ni aparece plagado de objetos secretos o enemigos como en el caso anterior. 

De nuevo es Hermes quien nos da la bienvenida, y nos explica en qué consiste nuestra tarea. Si Fenyx quiere conseguir un puesto junto a los otros dioses (si os habéis terminado el juego ya sabéis por qué), debe cumplir una serie de trabajos, que dejan en ridículo a las 12 pruebas de Hércules. Con estas pruebas, nos ganamos el favor de Afrodita, Hefesto, Ares y Atenea (además de coleccionar las piezas del equipo de las horas), y obtenemos el derecho de presentarnos junto a Zeus. 

Las reglas han cambiado un poco respecto al juego principal. En el Olimpo, la mayor parte de las paredes no son escalables, y tampoco está permitido el uso de pociones para recuperar vida y resistencia -son consideradas indignas por los dioses- pero a cambio la barra de Fenyx está "a tope".

De modo que muy pronto entramos en una mecánica de visitar a un dios, desbloquear una serie de pruebas (que vienen a ser una versión ampliada de los desafíos que nos encontrábamos en las cámaras del Tártaro) e ir consiguiendo sus bendiciones. Tal y como está dispuesto el camino de Fenyx, las habilidades que ganamos en la casa de un dios nos permiten acceder a las pruebas de otro, y es imposible completar las pruebas seguidas.

Este pequeño componente de "backtracking" es lo que sustituye a los paseos a caballo (o planeando con las alas de Dédalo) por el mapa. Y ya os anticipamos que no es suficiente. Por el contrario, las pruebas en sí son de una dificultad épica, y combinan un montón de mecánicas.

Puzles titánicos

Vuelven los puzles de bloques basados en la física, la necesidad de activar interruptores con disparos certeros de nuestro arco, algo de plataformeo y enfrentamientos contra bestias míticas. Pero en este caso se le ha dado una dificultad añadida a cada prueba. Por ejemplo, hay enfrentamientos que requieren que lancemos a nuestros enemigos al vacío, y los bloques ahora también tienen propiedades magnéticas y eléctricas. 

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Si ya nos impresionaron estos rompecabezas en el original, Un nuevo dios "sube de nivel" y cuenta con un montón de elementos que se combinan en cada una de las pruebas. Además de jugar con el peso o el viento, se usan teleportadores, o tenemos que poner a prueba nuestra memoria activando interruptores en un orden correcto. 

Todos los puzles requieren habilidad en el "timing" de activar palancas e interruptores, y en general resultan bastante difíciles, aunque no hasta el punto de atascarnos.  

El principal inconveniente es que después de resolver los 4 o 5 primeros, tenemos la sensación de estar constantemente en el mismo escenario, realizando pruebas similares. Aunque la duración del DLC Un nuevo dios es considerable (unas 8 horas de juego), se vuelve repetitivo.

Por otra parte, tampoco hay un avance argumental, más allá de pequeñas conversaciones con cada uno de los dioses o con el propio Zeus, y la sensación de progreso no es tan notable como en Immortals Fenyx Rising. Tampoco se recupera la narración a dos voces (que a nosotros nos resultó bastante graciosa) entre Zeus y Perseo. 

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Este primer DLC es un buen epílogo de la historia que ya conocemos, y es muy recomendable si disfrutasteis con las cámaras del Tártaro, aunque pierde esa sensación de sorpresa que nos asaltaba al explorar Isla Aúrea. Aunque se pierda un poco de la "magia" de Immortals, puede presumir de tener los mejores puzles del género y un diseño de niveles muy ingenioso.

Es más, todo el trabajo que se ha vertido en este DLC hace que los próximos contenidos que llegarán a Immortals a lo largo de este año resulten aún más prometedores.