Reseña de Harley Quinn y Hiedra Venenosa, epílogo de Héroes en Crisis

Después de lo que sucedió en Héroes en Crisis, el gran evento de DC Comics orquestado por Tom King, se hacía casi obligatorio un cómic como este. Harley Quinn y Hiedra Venenosa no sólo es uno de esos títulos que hacen las delicias de los fans de ambos personajes femeninos del Universo DC, sino que es una historia que se hacía necesaria después del final de la crisis de los superhéroes y, particularmente, de la situación en la que habían quedado tanto Harleen Quinzel como Pamela Isley.

El caso de Pam era especialmente peliagudo. Su presunta "muerte" a manos de Wally West y su posterior "renacimiento" debido a su conexión con El Verde la convertían en una especie de avatar de la naturaleza, del sino de la Tierra. Una especie de Cosa del Pantano anteriormente villana y reconvertida en... ¿Heroína? ¿Anti-heroína? ¿Justiciera? Sea cual sea la nomenclatura, ahora es alguien que hace el bien. O todo el bien que puede, claro.

De hecho, esa es la premisa de Harley Quinn y Hiedra Venenosa. Las dos villanas surgidas de las oscuras calles de Gotham se han cansado de ser villanas y de hacer el mal, así que ahora harán el bien. O eso creen. Y quieren, claro. Pero pronto se darán cuenta que el pasado es una mochila de la que no se pueden librar así como así, a las primeras de cambio. Y que el mundo es un lugar oscuro y terrible que no cree en eso de las "segundas oportunidades" y que siempre está al acecho para recordarte que sólo puedes dar tu peor versión de ti si eso lo que hiciste antaño.

Locuras, locuras y más locuras. ¡Que no pare la fiesta!

Jody Houser (Madre Pánico) y Adriana Melo (Catwoman) son las responsables de escribir y dibujar, respectivamente, el cómic de Harley Quinn y Hiedra Venenosa. Una tarea que se prometía bastante peliaguda, sobre todo por su condición de epílogo de Héroes en Crisis, pero que finalmente ha sido un mero trámite para ambas por la inteligente decisión narrativa que han tomado. Una decisión que ha beneficiado a las dos protagonistas y que ha sabido combinar la herencia de ambas con la profundidad psicológica del cómic precedente de Tom King.

Y es que Jody Houser y Adriana Melo han bebido directamente de lo que Amanda Conner y Jimmy Palmiotti hicieron a partir de Los Nuevos 52 en los cómics de Harley Quinn (y que también inspiró la película de Aves de Presa). Humor negro y absurdo, acción desenfrenada, escenas surrealistas, secuencias imposibles, locura y más locura y diálogos desternillantes que te bambolean de un lado al otro y no te sueltan durante toda la lectura, convirtiendo el ritmo del cómic en algo ágil y diverso y haciendo que todo funcione con una facilidad pasmosa, aunque dejando ese regusto amargo de cómic carente de mayor ambición.

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Pero ¿qué mayor ambición hay que divertir y entretener para estos dos personajes? Y, a pesar de esa identidad sin un supuesto apetito mayúsculo, lo cierto es que Jody Houser y Adriana Melo han logrado insertar en mitad de esa vorágine de locura un puntito de aquello que hizo ser a Héroes en Crisis: dolor, pérdida, tristeza. La parte negativa de las emociones humanas, trasladadas al mundo de los superhéroes. Por fin, haciéndolos como nosotros: personas que sufren, que se equivocan, que cometen errores, que tropiezan. En definitiva, que  sienten.

Eso es lo que hizo grande a Héroes en Crisis y es lo que hace que Harley Quinn y Hiedra Venenosa se vea como un epílogo de este evento de DC Comics. Este cómic son esas últimas páginas que nunca se escribieron después de que Wally West fuera puesto al descubierto y contara la verdad. Son esas páginas que tampoco nadie nos contó después de que Harley y Hiedra dejaran en barbecho el inicio de algo más que una amitad. Y son esas páginas que ponen a las dos de vuelta al ruedo de la continuidad, pidiendo una serie en solitario cada una y con una legión de fans detrás suspirando por ello.

No será este uno de esos cómics que te cambie la vida, pero sí será la despedida que el mundo de Héroes en Crisis necesitaba. Harley Quinn y Hiedra Venenosa funciona cuanto más te gustan estos personajes y deja de hacerlo cuanto menos te importan, pero nadie, absolutamente nadie, puede negar que este cómic es un orgasmo constante de risas, diversión, acción y entretenimiento. La dosis necesaria, en muchos casos, para escapar de la rutina y el estrés en el que estamos sumergidos y recordarnos por qué nos gustaban los cómics cuando éramos pequeños y por qué siguen gustándonos tanto.