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Por trece razones - Crítica de la segunda temporada

Por trece razones
Crítica de la segunda temporada de Por trece razones (13 Reasons Why), disponible en la plataforma de streaming Netflix a partir del viernes 18 de mayo.

El creador de Por trece razones (13 Reasons Why), Brian Yorkey, no tiene en esta segunda temporada un libro en el que sustentarse, pero Jay Asher, el autor de la novela original, ha formado parte del equipo que ha redactado los trece guiones que componen esta nueva tanda de episodios, en la que por una parte la audiencia conocerá el impacto de la decisión final de Hannah y por otra parte quedarán al descubierto toda una serie de nuevos problemas que pondrán en jaque a los personajes ya conocidos.

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La serie se adentra con enorme valentía en multitud de cuestiones que quedan como poco esbozadas para abrir un debate en la sociedad y es muy consciente de que son temas sensibles para el gran público (la controversia no va a cesar), de modo que los nuevos episodios arrancan con un mensaje lanzado por los protagonistas y que deja las cosas muy claras: la temporada 2 de Por trece razones forma parte de una serie de ficción, pero si estás pasando por algunos de los problemas que se narran, quizás no es el mejor momento para verla y además han habilitado un portal de ayuda para quienes lo precisen.

Uno de los mensajes que más claramente nos lanzan a lo largo de esta nueva temporada es que el silencio nunca es la solución a nada, de modo que hay una coherencia en estas advertencias, que también encabezan los episodios más duros, ya solo en forma de texto. Y damos fe de que lo mostrado es bastante fuerte y puede herir sensibilidades (sin haber pasado por algo ni remotamente similar, ya te remueven bastante).

Muchos puntos de vista para una realidad caleidoscópica

Si el resorte para que se activara la acción en la primera temporada de Por trece razones era el descubrimiento por parte de Clay de las cintas que Hannah había dejado de forma póstuma para señalar las razones que le habían llevado al suicidio, en esta ocasión será el juicio en el que sus padres denuncian al instituto el que reabrirá las heridas entre los compañeros y el propio personal de la comunidad educativa.

En la primera temporada de esta serie de Netflix conocimos la historia de Hannah desde su punto de vista, siendo ella la narradora principal. Ahora, escucharemos muchas más voces... las de todos aquellos llamados a declarar en la corte. Por este orden: Tyler, Courtney, Jessica, Marcus, Ryan, Zach, Clay, Andy Baker, Olivia Baker, el señor Porter, Toni, Bryce y Justin.

Como es evidente, a pesar de estar bajo juramento, no todos dicen la verdad, muchos de ellos ni siquiera están dispuestos a admitirla y otros de hecho se creen por encima de la propia ley contando con privilegios que no están al alcance de cualquiera. 

El paso de gigante que se da en la segunda temporada de Por trece razones es que amplía enormemente los puntos de vista de modo tal que es posible contrastar lo que dicen en el juicio y, gracias a los flashbacks que acompañan a sus declaraciones, la realidad de lo que ocurrió. A veces hay consonancia y a veces, discrepancias. Pero es que simultáneamente vemos cómo el proceso afecta al día a día en el instituto: las presiones, las represalias, los miedos, las inseguridades, las verdades que saca a la luz y la mierda que queda enterrada.

Quienes os quedarais prendados de la actriz interpreta el papel de Hannah Baker, Katherine Langford, sabed que está de vuelta en esta segunda temporada y que viene a convertirse en la voz de la conciencia (y la obsesión de Clay Jensen). Ahora no solo podrá verla, sino que dialogará con ella guiándole a la hora de asimilar los sucesos y la visión que los demás tienen de ella. Porque, por su puesto, su palabra es puesta en duda y salen a la luz secretos (como el del episodio 6) que lo van a desconcertar por completo.

Por trece razones Clay y Hannah

Hannah no es la única cuya historia está distorsionada o incompleta, pero es incluso bonito que la serie llegue a la conclusión de que de alguna manera, nunca tendremos la certeza de nada, porque ya no está para defenderse o aclarar las dudas: su decisión hace que el puzle sea imposible de montar y las personas que la han querido tienen que asimilarlo. A nivel estilístico la serie conserva sus señas de identidad características: su aire retro, una banda sonora muy acorde a la narración e incluso se retoman dos temas emblemáticos de la primera temporada con un espíritu mucho más esperanzador. Sigue siendo igual de dura, pero sin caer en el morbo, algo muy difícil y dejando espacio para que el espectador respire.

¿Hay futuro para la serie? Rotundamente, sí

La segunda temporada de este drama de Netflix no es concluyente. Sí es cierto que, a priori, la trama de Hannah queda cerrada, pero hay muchos otros personajes cuyo futuro queda en el aire y a pesar de que el proceso judicial concluye, no se terminan de depurar todas las responsabilidades ni se esclarece nunca del todo hasta qué punto se puede hablar de culpables o coadyuvantes. Muchos de los personajes que aparecieron en las cintas, "han hecho los deberes" y han salido de su burbuja, pero hay otros irredentos.

Decía Yorkey que algunas de las cuestiones que se tratarían serían, entre otras, la recuperación de Jessica de su violación, pero no es más que la punta del iceberg: tenemos sexting, tenemos una denuncia del machismo imperante en las relaciones afectivas adolescentes, tenemos un fortísima denuncia social acerca de las diferencias entre clases sociales y el racismo y además cuestiones que afectan a la salud como las autolesiones, el consumo de drogas, la adicción al sexo... Por no hablar del acceso a las armas.

Por trece razones es una serie compleja, destinada a un público joven con supervisión adulta y para un público adulto y abre muchos debates muy válidos que sería una pena que fueran relegados por el simple hecho de no ser agradables, porque de facto pasan y hay que confrontar la realidad. Visionado obligatorio para quienes quieran hacer trabajar su materia gris en temas que importan de verdad. Y no puede llegar además en un momento más pertinente, teniendo en cuenta que hay debate vivo en las calles acerca de la necesidad de cambiar el código penal para dejar claro cuáles son los límites del consentimiento, la violación o la agresión sexual.

VALORACIÓN:

Por trece razones regresa con una segunda temporada de lo más pertinente en la que se siguen desgranando las consecuencias del suicidio de Hannah y se introducen otros muchos problemas.

LO MEJOR:

La serie pone el foco en la comunidad educativa, en las familias y en los individuos consiguiendo un diagnóstico amplio. Sigue siendo muy adictiva.

LO PEOR:

Es muy explícita respecto a los abusos sexuales y el consumo de drogas: hay episodios que resultan más perturbadores que los de la primera temporada.
Hobby

85

Muy bueno

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