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Crítica de Mil maneras de morder el polvo, de Seth MacFarlane

Fátima Elidrissi

Crítica de Mil maneras de morder el polvo, de Seth MacFarlane
CRÍTICA DE Mil maneras de morder el polvo - 2014 - DIRIGIDA POR: Seth MacFarlane - PROTAGONIZADA POR: Seth MacFarlane, Charlize Theron, Liam Neeson, Amanda Seyfried, Sarah Silverman, Giovanni Ribisi, Neil Patrick Harris, Bill Maher, Wes Studi. ESTRENO en cines: 4 de julio. ARGUMENTO: Albert Stark es un cobarde pastor de ovejas en el Salvaje Oeste que tras salvar el pellejo en un duelo es abandonado por su novia. El protagonista intentará entonces recuperar el corazón de su amada con la ayuda de una atractiva pistolera.

Seth MacFarlane continúa su ascenso al estrellato de la comedia hollywoodiense con Mil maneras de morder el polvo. El creador de Padre de familia dirige, produce, coescribe junto a Alec Sulkin, Wellesley Wild y protagoniza este ácido y autoreferencial relato sobre el Salvaje Oeste rodeado de estrellas de la talla de los ganadores del Oscar Charlize Theron o Liam Neeson.

15 años han pasado desde que MacFarlane creara a la familia Griffin y desde entonces ha cosechado un éxito tras otro con Padre Made in USA, El show de Cleveland y su primera comedia para la gran pantalla, Ted. Con su segunda película, el director se atreve con un western que se burla del género y la idealizada historia oficial de los Estados Unidos a través de unos diálogos completamente modernos salpicados de constantes guiños cinéfilos al espectador: el Salvaje Oeste de 1882 es sólo un telón de fondo. Se trata de una película contemporánea que utiliza esta época para lanzar chistes vulgares y absurdos en todas direcciones.

Crítica de Mil maneras de morder el polvo, de Seth MacFarlane

El protagonista, Albert Stark, es un vivo reflejo del propio MacFarlane y su esencia como autor: tan pronto parece estúpido como ingenioso, su evidente inocencia y su clara tendencia a minusvalorarse alterna con momentos en los que se muestra creativo, inteligente y, sobre todo divertido. Porque Mil maneras de morder el polvo es un mero divertimento al servicio de la carcajada del espectador, como vienen a subrayar los cameos de mucho femoseo inesperado. Podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que MacFarlane tiene amigos guays. Pero comencemos por el principio.

El cobarde protagonista de Mil maneras de morder el polvo (o según la traducción literal del más acertado título en inglés Un millón de maneras de morir en el Oeste), es un pastor de ovejas de Arizona que sufre cada día de su existencia en la frontera. Como explica vivazmente en un monólogo convenientemente ilustrado, el Salvaje Oeste es un lugar donde el simple hecho de estar vivo ya es un milagro.

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“El Oeste americano es una época terrible. Es un lugar asqueroso, horrible, sucio y peligroso. Todo lo que no seas tú mismo querrá matarte”, sentencia su personaje. Y aunque como actor MacFarlane aún esté lejos de brillar, su descripción de los peligros del Oeste resulta tronchante, porque decenas de enfermedades, borrachos malhumorados, animales hambrientos o el mismo médico te pueden matar. Hasta ir a la feria es peligrosamente mortal.

En este contexto el pusilánime Albert difícilmente puede medrar, y tras salvar el pellejo negociando con su oponente en un duelo su novia Louise, interpretada por Amanda Seyfried, le abandona. Con el corazón roto Albert resuelve abandonar este pueblo de mala muerte y emprender su camino a la ciudad pero la atractiva pistolera Anna, a la que da vidaCharlize Theron, se cruzará antes en su camino.

Crítica de Mil maneras de morder el polvo, de Seth MacFarlane

Entretanto, los gags políticamente incorrectos sobre pedos, obscenidades, enfermedades de transmisión sexual, escatología explosiva, racismo o violencia se suceden mientras este antihéroe intenta reconquistar el corazón de su amada con la ayuda de Anna. Louise, en cambio, no ha perdido el tiempo y tarda un día en liarse con Foy, un bigotudo snob interpretado por Neil Patrick Harris (Cómo conocí a vuestra madre) que representan todo lo in de este universo.

Pero también hay tiempo para otro cliché del western: un duelo con el salvaje y despiadado pistolero Clinch Leatherwood, un personaje bordado por Liam Neeson.

Crítica de Mil maneras de morder el polvo, de Seth MacFarlane

Con un argumento sencillo, esta relectura paródica del género saca punta al mismo desde la banda sonora tipo Bonanza y los títulos de crédito con las espectaculares vistas de Monument Valley hasta el burdel, la clásica escena del baile o los forajidos. Para muestra, la prostituta a la que interpreta la comediante Sarah Silverman, una joven cristiana que en un día malo se acuesta con 10 hombres, pero que, en virtud de sus creencias religiosas, no quiere acostarse con el mejor amigo del protagonista y su novio Edward (Giovanni Ribisi) antes del matrimonio.

Crítica de Mil maneras de morder el polvo, de Seth MacFarlane

Cabe destacar lo acertado de los guiños a los cinéfilos, que no desgranaremos por no estropearlos. Sólo decir una cosa: atentos al cobertizo iluminado por rayos.

En resumen, nos encontramos ante un nuevo relato de un nerd incomprendido que gracias a sus conocimientos y al empujoncito de las drogas consigue reunir valor y hacerse con la chica. “A veces la única forma de que un hombre encuentre la felicidad es consumir drogas en grupo”, afirma la película. Así que imaginaos el resto.

VALORACIÓN:

MacFarlane reúne un reparto estelar en este paródico western de sensibilidad contemporánea. Si el humor escatológico no te incomoda esta es tu película.

LO MEJOR:

Los guiños cinéfilos y los cameos

LO PEOR:

¡El villano de Liam Neeson se merecía mucho más tiempo en pantalla!
Hobby

70

Bueno

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