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Acoso friki en redes sociales, la clave para guardar las esencias

Jesús Delgado

Acoso en Redes Sociales, la clave para guardar las esencias
El acoso en redes sociales a celebridades e intérpretes parecer haberse vuelto una constante. Muchas veces, porque en películas y series de carácter "friki" se reinterpretan las versiones de los personajes, cuya etnia difiere de lo esperado.

Parece que el acoso en redes sociales es deporte internacional, en sus distintas modalidades, se ha puesto muy de moda y goza de una salud envidiable. Algo que dice muy poco de nuestra sociedad y de nuestra especie. Sin ir más lejos, el último caso sonado ha sido el que ha sufrido la actriz Anna Diop, Starfire en la nueva serie de Titans.

Al parecer, unos cuantos consideraron que la representación de Starfire no era fiel a la original. ¡Dios nos libre de que una afroamericana encarne a una alienígena de color naranja, teniendo a Donald Trump para el papel! Estos detractores, por cierto, parecieron obviar completamente el hecho de que el trasfondo de Starfire puede entenderse como una lectura metafórica de la historia del África occidental, en la que la venta de esclavos por parte de reinos africanos era algo común y parte de la actual problemática social de los afroamericanos. ¡Allá ellos!

Pero no nos vayamos por las ramas. Anna Diop es la última, por el momento, en sufrir acoso por redes. Y todo, porque se ha hecho una caracterización distinta de la esperada por algunos fans. Pero no es la única en sufrir sus iras. También tenemos como ejemplos en los últimos años los casos de John Boyega y Daisy Ridley, que capearon como pudieron las críticas más feroces de los haters de El Despertar de la Fuerza, o el caso de Kelly Marie Tran, actriz de Rose de Los últimos Jedi, que directamente hubo de borrar su cuenta de Instagram. 

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Y, ojo, hay algunos cuantos más sonados. ¿Os acordáis el acoso sufrido por Leslie Jones, la cómica de la nueva Cazafantasmas, a la que llegaron a comparar con un gorila? Este también fue un ejemplo bochornoso de la mala sangre de la gente, que se cebó en ella para atacar una película que (supuestamente) "destruía su infancia" y "era una traición al espíritu de Harold Ramis". Y no es el único ejemplo que tenemos. Si nos ponemos a escarbar en Internet encontraremos una auténtica mina.

Antes de seguir, quiero dejar claro que este blog no va dirigido hacia las personas que no les gusta un tráiler o película, ni siquiera a aquellos a los que estos les hayan decepcionado profundamente. Eso es muy respetable. Lo que no me parece de recibo es que alguien se escude en eso para atacar a otras personas de forma tan cruel y egoísta.

¿Qué diantres está pasando? Bien podría apelar a mi profunda misantropía y señalar aquello de "quod natura non dat...", pero creo que la cosa va por otros derroteros más enrevesados que las meras limitaciones del pastado. Creo que el problema viene por un peligroso cóctel de intransigencia, narcisismo y la sustitución de las religiones de siempre por las de los productos de consumo. 

¡No rompas la burbuja!

Hace mucho tiempo, un amigo mío puso nombre a toda esa caterva de gente que pone el grito en el cielo cada vez que su cómic o novela de referencia no se adapta a cine o televisión de manera literal. O si no se respeta su headcanon, el canon que ellos habían preconcebido en sus cabecitas que, posiblemente difiera de la versión oficial.

En ese momento, esos fieles explotan en maldiciones, invocan su dios de referencia (ya sea Stan Lee, Tolkien o la papada de George Lucas) y juran venganza eterna contra los traidores que han destruido la esencia de su obra favorita, vaticinando fuego, destrucción y castigo divino. Lo que, traducido, viene a significar que no verán esa película o serie ni locos, aunque el día del estreno estén puntualmente frente a la pantalla, aunque solo sea para poner a parir la adaptación una vez esta finalice. Eso sí, antes, mientras y durante, cargaran contra el producto, sus responsables y participantes y cualquiera que lo defienda. 

El nombre que mi amigo puso a esta gente fue el detalifanes, un sustantivo que yo he tomado prestado y que suelo utilizar en mi día a día para referirme a estos individuos.

El motivo por el que no creo que esto pase es porque, si algo también han demostrado estos guardianes de las esencias, es que no parecen interesados en hacerse responsables de sus actos y de sus palabras. Las redes sociales conceden anonimato e impunidad, salvo que seas una celebridad o alguien a quien machacar su imagen pública, como James Gunn. De ahí que este terreno se haya convertido en el lugar preferido para que estos individuos aireen sus infulas, pasando de ejercer de ciudadanos aparentemente corrientes de día, en arrojados e inflamables guerreros de la verdadera fe de noche.

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Sobre todo, resulta claro que tienen objetivos muy claros: mujeres y negros. Y si se dan ambos casos, mejor que mejor para ellos. En este sentido, este integrismo pseudoreligioso añade dos componentes también muy dañinos: la xenofobiael machismo, que se combinan con componentes homofóbicos. Unas veces sutiles, otras no tanto. De hecho, resulta muy curioso que, habitualmente, los blancos favoritos de los llamados "haters" sean mujeres asiáticas o de otras etnias no blancas, y que en ocasiones tengan una sexualidad particular. Esto también nos da un indicativo del perfil del guardián de las esencias medio.

Muchos de estos acosadores, por cierto, alegarán que no, que lo hacen por mantener la fidelidad de los cómics o de la obra original. Aunque, como dije en un blog en el que trataba de la madurez mental del personal, sospecho que todo, al margen de sus fobias particulares, se fundamenta en un intento de mantener intacta la burbujita de seguridad y comodidad de cada uno y del orden social establecido hace cuatro décadas. Así, hay una especie de resistencia al cambio y a aceptar que las dinámicas sociales y la representación de colectivos han variado mucho en dos décadas, lo que ha dado pie a una representatividad distinta en las producciones de ficción.

Mi lectura, a decir verdad, se traduce en que de hace medio siglo para acá, la mayor parte de las producciones de ficción estaban hegemonizadas por un punto de vista homogéneo. Había mayor representación de blancos anglosajones y heterosexuales. Sin embargo, tras la descolonización y los cambios sufridos en el mundo en el último cuarto del siglo XX, el tejido social ha variado enormemente.

Así, en Estados Unidos, la proporción de blancos se ha reducido en favor de una mayor proporción latinoamericana, mientras otras etnias como la afroamericana o las asiáticas han ido tímidamente aumentando. Paralelamente, una relajación en los usos sociales ha favorecido no solo la presencia de mujeres en roles asociados habitualmente a personajes masculinos. De la misma manera, en lo tocante a la sexualidad de las personas, donde antes que alguien fuera homosexual se hacía saber de manera sutil y soterrada, ahora se refleja de manera más evidente (sin que necesariamente sea insultamente explícito o estereotipado).

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Eso, claro, en los EEUU. Si lo reflejamos en el tejido social español, nuestras producciones deberían reflejar mayor porcentaje de latinoamericanos, norteafricanos y centroeuropeos en su elenco. Desconozco los datos precisos, pero me atrevo a decir que por esa regla de tres, nuestras producciones también deberían comenzar a incluir a mujer en posiciones de poder o personajes LGTB, sin que su sexualidad fuera la característica definitoria. Seamos sinceros, sin mala fe alguna, el mariquita de las películas de Pajares y Esteso tuvo su momento y su lugar. 

Estos cambios de sociedad y la necesidad de ser reflejado en la ficción hace que los que se consideran "normales", que tenían antes un cien por ciento de representatividad, hayan tenido que ceder parte de pastel. Y en lugar de disfrutar de todo el bollo, ahora disfrutan de dos tercios o de tres quintas partes. Algo que, lógicamente, atiende a la realidad que vivimos. Sin embargo, los individuos más reaccionarios responden como si alguien les hubiera destrozado su bonita burbuja de protección y su visión ideal del mundo perfecto, en donde están en la cima de la pirámide y colman todos los aspectos de la representación en la ficción. 

De este modo, se habla de "Agenda Gay" y de complots para que "los negros, las feminazis y los maricas gobiernen el mundo". Imagino a esta gente, teniendo pesadillas con contubernio de la Progreliga del Mal, con el Califa Amarica, Judeochinorri Locaza y Translesbiana Castradora al frente. En sus sueños, estos tres villanos supuestamente planean contaminar el agua potable para que los niños se den besitos entre sí y juegue con barbies (¡¡negras!!) y a las cocinitas. Sí, sí reid. Pero, ya a finales del siglo XIX se hablaba de un complot judio para dominar el mundo, para justificar los polgromos y persecuciones. Y todo ello apoyado por el panfleto pseudopolítico de Los protocolos de los sabios de Sion. Como veis, que lo de inventar conspiraciones viene de lejos.

Desconozco, eso sí, las edades de estos individuos que reaccionan con semejantes pataletas. Si ya son personas maduras, me parece horrible su comportamiento, porque con ciertos años a la espaldas, se presupone una cierta inteligencia emocional, que te permite dilucidar que eso de ir insultando por Internet no es la actitud más sensata o cívica, y que se debe aceptar el cambio de ciclo y de sociedad. Si, en cambio, son jóvenes, me preocupa por la clase de adultos que se están formando y la generación que dará como resultado.

Incluso con todo el poder y conocimiento de Internet en nuestras manos, parecemos abocados a seguir cometiendo los mismos errores de nuestros antepasados, con la misma mala leche y falta de humanidad y por motivos todavía más estúpidos que por un trozo de terruño o defender la supremacía de una filosofía de vida o un trapo. Que alguien represente a nuestro personaje ficticio favorito fuera de unos parámetros que no se ajustan a nuestros gustos y tengamos por ello una pataleta me hace temer que la III Guerra Mundial no se librará entre naciones, sino entre fieles que quieran dirimir quién es más fuerte, si Goku o Superman y si el primero debería ser chino, japonés o coreano. 

Por otro lado, si solo son trolls, como dirá más de uno, que solo quiere hacer daño a los demás desde el anonimato y la seguridad de su hogar, ajenos a cualquier noción del bien y del mal, que solo buscan fastidiar y ofender... solo diré que no me extraña que nos merezcamos lo que nos ha pasado, nos pasa y nos pasará como especie.

Volveré a decirlo, por si no queda claro. Es perfecto que no os guste algo, que os decepcione o que no cumpla vuestras expectativas. Para gustos, colores. Lo que ya no es de tanto gusto es volverse una persona agresiva o irrespetuosa en internet porque algo no haya sido como esperábamos.

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