Entrevista a Paul Mescal sobre su trabajo en Desconocidos: "tiene una carga emocional considerable"

Desconocidos llega a las salas españolas este próximo viernes 23 de febrero y el nombre de Paul Mescal volverá estar en la boca de todos.

El actor irlandés de imparable carrera ha destacado en su papel en una película que mezcla romance y drama, todo en un entorno fantástico. Tal como podrás leer en sus declaraciones, está encantado con un trabajo que ha requerido de un gran compromiso por su parte.

Parece que Desconocidos está teniendo un profundo efecto en el público. ¿Qué fue lo primero que pensaste al ver el producto terminado?

Paul Mescal: Es curioso porque debido a la naturaleza del guion, sabía que se exigía un gran esfuerzo a los actores para llegar al núcleo emocional que requería la película. Andrew (Scott) y yo la vimos juntos por primera vez. Pero me ha pasado siempre lo mismo en todas las películas que me gustan. Cuando las veo por primera vez entro en pánico. Te sientas allí y esperas que tu interpretación tenga sentido [risas].

Al final, ambos nos miramos y dijimos: "Sí, creo que está bien". Y luego la volví a ver sin Andrew, con unos amigos, y recuerdo que le llamé justo después y le dije: "Creo que es muy pero que muy buena". Estoy seguro de que muchos actores han vivido esta misma experiencia, cuando todo está tan reciente que es imposible ser objetivo la primera vez que lo ves.

A esas alturas ya llevabas un tiempo conviviendo con el material. ¿Sentiste el peso emocional durante la producción?

P.M: No ha sido una película fácil porque tiene una carga emocional considerable. Harry es un individuo muy perturbador, porque en la superficie -y salvo en el primer momento en que lo vemos- se presenta como una persona muy cercana, muy cariñosa, divertida y atractiva. 

Pero se sirve de todas esas herramientas que ha adquirido para ocultar una parte de sí mismo realmente oscura e inquietante. Y llega un momento que eso te afecta. El hecho de que te cueste tanto ofrecer al público una película como esta es un gran privilegio que tenemos los actores.

¿De dónde procede el trauma de Harry?

P.M: Viene de la brutalidad fortuita con la que le trata su familia. Es una brutalidad fortuita porque él la equipara a una marginación inevitable, que es tan desagradable. Así es como él lo afronta. Pero sirve de advertencia a los miembros de la familia: puedes causar un daño enorme a tus hijos si no tienes cuidado en la forma de tratarlos. Creo que Harry sirve de advertencia a los padres para que no hagan daño a sus hijos de manera irreparable.

Parte de esa brutalidad se manifiesta cuando Harry se sincera sobre su identidad. ¿Qué te parecieron esos aspectos del guion?

P.M: Hay una frase maravillosa en la que Adam pregunta: “¿Están [tus padres] de acuerdo con que hayas salido del armario?". Y Harry contesta: "Sí, supongo que están bien. Aunque es probable que estén menos bien de lo que parece". Es una frase realmente buena. La única forma de enfrentarte al dolor que eso provoca es resignándote a esa actitud. Creo que es la única forma de sobrevivir a algo así. Haciendo que parezca que todo está bien.

Pero en realidad, cuanto más haces que parezca que todo va bien, más daño te haces a ti mismo por culpa de ellos. Ser padre es la máxima responsabilidad que puedo imaginar, porque tus hijos son muy impresionables y aprenden los valores fundamentales a través de ti. Si no tienes cuidado con eso, puedes hacerles mucho daño.

¿Crees que es un problema generacional?

P.M: Yo diría que hay un argumento a favor de las diferencias generacionales. Eso se aprecia en la película en la forma muy diferente en la que Adam y Harry afrontan su propia homosexualidad y articulan las palabras gay y queer. Pero, en última instancia, los problemas siempre están ahí. 

Y aunque Harry parece sentirse más cómodo expresando su sexualidad, al final sufre los mismos estigmas sociales que le impusieron sus padres. Están en juego los mismos problemas sociales y creo que la película los aborda con bastante inteligencia.

Es una prueba de que el guion de Andrew, y su dirección, dan en el clavo en cuanto a la idea de que las palabras son sólo palabras, pero la forma en que se vive la experiencia de ser homosexual no cambia mucho. Puede que mejore en algunos aspectos, pero yo diría que los problemas de fondo siguen existiendo dentro de la estructura familiar.

Eso también va más allá que los temas de la sexualidad. En los últimos años, todos nosotros hemos sido testigos de una reconfiguración de la identidad y de nuestro lugar en el mundo y, especialmente después del Covid, de lo que significa la soledad.

P.M: Sí, creo que uno de los temas centrales de la película es la manera tan distinta en la que dos hombres abordan su propia soledad. Una es probablemente más obvia, en el sentido de que Adam se autoaísla como mecanismo de supervivencia. Harry, por su parte, toma drogas, sale de fiesta y, a primera vista, parece menos aislado que Adam. 

Pero lo cierto es que al principio de la película está literalmente suplicando a alguien que le deje entrar, lo que resulta bastante trágico.

Así es como podemos curar esa soledad. Lo que le da miedo a la gente que está aislada es tender la mano y pedir que la dejen entrar. Uno de los grandes remordimientos que aborda la película es ¿qué habría pasado si Adam le hubiera dejado entrar aquella primera noche? 

Todo te dice que es alguien a quien no deberías dejar entrar. Está en la puerta, borracho y diciendo: "Hay vampiros en mi puerta". Yo no dejaría entrar a esa persona. Pero con lo que sé ahora, creo que a veces hay que ser valiente y confiar en la humanidad.

¿Qué opinas de la forma en que Andrew Haigh abordó la dirección de esas escenas?

Fue muy estimulante desde el punto de vista artístico, pero también supuso un gran desafío porque es un material que exige vivir todo un proceso. No es como llegar al plató y acertar en la primera toma. 

Sinceramente, me sorprendería que alguna primera toma estuviera en la película acabada. Pero eso habla bien del guion porque plantea grandes preguntas y exige un naturalismo innato por parte de los actores. Hicimos seis o siete tomas de la escenas y estoy me siento muy agradecido porque había que tomarse ese tiempo para alcanzar el nivel adecuado de llegar al nivel correcto de desolación.

¿Crees que actuar es terapéutico cuando alcanzas ese tipo de crescendos emocionales?

Por supuesto. Pero es terapéutico si termina siendo una escena que funciona. No se puede abordar con ningún otro objetivo en mente, porque entonces resulta egoísta.

Has tenido una fantástica racha de trabajo en los últimos años, después de darte a conocer con Normal People, y especialmente con Aftersun el año pasado. ¿Crees que te ha permitido participar en proyectos interesantes en todos los ámbitos?

La verdad es que intento no pensar en eso. Puede parecer simplista pero creo que en el momento en que empiezas a verte a ti mismo como una mercancía que puede hacer que las cosas salgan bien, empiezas a perder de vista tu trabajo, que es apreciar el valor de una película, de un personaje. 

Pero respondiendo a la pregunta, lo cierto es que es un tremendo privilegio que no me tomo a la ligera. Pero lo que más agradezco es que los directores que admiro saben que siento admiración este tipo de trabajos y por eso acuden a mí. Espero que eso no cambie nunca. Pero también es responsabilidad mía. 

Tengo que estar disponible para películas como esta, a pesar de tener que soportar el dolor que a veces implica hacerlas [risas].