Análisis de NBA 2K22 para PS5 y Xbox Series X-S

Analizar el NBA 2K de turno de cada temporada se ha convertido en un ejercicio de montaña rusa, por los contrastes entre todo lo bueno que hace cada nueva entrega, fuera del alcance de cualquier otra saga deportiva, y lo poco que hace mal, siempre asociado a la monetización, como si, de una forma kamikaze, se quisiera homenajear al impuesto de lujo que pagan las franquicias más pudientes.

Este año no es una excepción. NBA 2K22 es un juegazo de baloncesto y, posiblemente, el simulador deportivo más completo que se haya hecho nunca. En la vertiente offline, eso no tiene mayor vuelta de hoja, pero quienes gusten de jugar online se encontrarán, inevitablemente, con los ‘quemadores de billetes’ que se aprovechan del pay-to-win.

Esto último tampoco tiene mayor vuelta de hoja: es el sino de los juegos deportivos hoy en día, por la idiosincrasia de los modos basados en cartas. Eso sí, en NBA esa forma de negocio no se ha aplicado sólo a My Team, sino también a la mejora de nuestro álter ego en los modos Mi Carrera y La Ciudad, y eso, indiscutiblemente, es injusto. Pero vayamos por cuartos.

Porque NBA 2K22 es un juego francamente meritorio. No en vano, en su versión para PS5 y Xbox Series X-S, que es en la que se centra esta análisis, se ha estrenado apenas diez meses después que su predecesor, y eso no ha sido óbice para que a Visual Concepts le diera tiempo a introducir notorias mejoras en todos los apartados. Hay que decirlo todo.

El mérito es aún mayor cuando se observa, por ejemplo, que Konami le dio un año sabático a PES para preparar una versión de nueva generación y, en realidad, no ha tenido tiempo suficiente para formar un bloque consistente, como denota el hecho de que eFootball 2022 se vaya a lanzar como un free-to-play ‘por fascículos’. Además, 2K sigue evolucionando su saga pese a no tener competencia.

Está el partido 'disfrutón'

En materia jugable, la base es la de siempre, pero se ha potenciado con pequeñas mejoras tanto en ataque como en defensa. Como de costumbre, las posibilidades son casi infinitas e, incluso, abrumadoras para los novatos. 

Vamos, que hace falta bastante maña para sacarle el máximo partido a todo el repertorio de acciones y convertirse en un jugador top. Es un juego que requiere tiempo para dominarlo por completo.

Y Visual Concepts ha tomado nota de las amargas y justificadas quejas del año pasado a cuenta del infame sistema de tiro con apuntado. Así, se ha vuelto a la mecánica tradicional de la barra de recarga que varía según la pericia del tirador, la distancia al aro o la oposición. Si acertamos en verde, además, salta un pequeño cambio de plano que resulta muy televisivo.

Mención especial merece, una vez más, el hecho que también esté incluida la WNBA, es decir, la liga femenina estadounidense, con una jugabilidad específica cuyas diferencias se aprecian al instante. 

Y también hay que aplaudir la presencia de un centenar de equipos clásicos, que abarcan desde la temporada 1964-1965 a la 2018-2019.

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La NBA, aquí, en 2K Sports

De la entrega del año pasado, ya dijimos que era uno de los primeros juegos en mostrar el potencial gráfico de la nueva generación, y esta continuación ha ido aún más allá. Por momentos, es como ver un partido real: no solo por el parecido de los jugadores o su forma de jugar, sino también por la gestualidad que lucen cuando se para el duelo y saltan vídeos.

Es una delicia ver cómo dos jugadores bromean o cómo uno se pone a hacer flexiones de forma chulesca después de haber recibido una dura falta. O cómo cambia el ambiente del pabellón según el minuto y el resultado.

O cómo luce la cámara de raíl a imagen y semejanza de la que se usó en la Burbuja de Orlando, que es exclusiva de la nueva generación.

Otro aspecto muy cuidado es el sonido. Tanto como para que, este año, se haya incluido a los speakers ‘anónimos’ reales de las 30 franquicias de la NBA. 

Es verdad que el juego se beneficia de recrear una licencia relativamente escueta, pero ese grado de detalle da cuenta del amor que Visual Concepts le profesa a la mejor liga de baloncesto del mundo.

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También hay que destacar el componente de retransmisión televisiva, especialmente si jugamos en inglés, merced a las conexiones con una periodista que está a pie de pista o con el habitual trío calavera formado por Shaquille O’Neal, Kenny Smith y Ernie Johnson, así como a las entrevistas con jugadores reales en los tiempos muertos.

Lo malo es que el toque televisivo se pierde si jugamos con los comentarios en castellano. Sixto Miguel Serrano, Antoni Daimiel y Jorge Quiroga, tres de las voces más autorizadas del periodismo baloncestístico español, cumplen el expediente, pero se nota que los guiones que cubren son mucho más limitados que los originales.

Es complicado, pues el mero hecho de que esta localización exista es ya un milagro (sólo España y China pueden presumir de tener comentarios propios), pero rogamos a 2K España que intente darle un empujón y que, al menos, se cuenten más anécdotas y se digan cosas de la liga real. ¿Y por qué no fichar a Guille Jiménez para que esté a pie de cancha?

El rey está en La Ciudad

Otro aspecto donde NBA 2K22 brilla es el de los modos de juego. Como el año pasado, contamos con partidos rápidos (incluidas pachangas callejeras), Mi NBA-WNBA (con gestión de franquicias y conectividad online), La W (donde manejamos a una jugadora de creación propia), My Team y Mi Carrera. Estos dos últimos concentran el mayor número de novedades.

En My Team (ya no se llama Mi Equipo), hemos de crearnos una escuadra a base de coleccionar cartas cada vez mejores, ya sea sacándolas de sobres aleatorios, comprándolas en subastas o ganándonoslas en los diferentes submodos.

Entre éstos, hacen su debut Draft (una serie de partidos online con cartas provisionales) y Los 100 triple amenaza (donde los puntos que nos anoten los rivales en los sucesivos partidos se suman, de modo que debemos intentar ganar el mayor número posible de duelos sin que el contador llegue a 100). Cuanto más duramos, más jugosas se vuelven las recompensas.

En cuanto a Mi Carrera, sigue siendo un modo con escenas de vídeo narrativas, pero, esta vez, la fusión con La Ciudad es mayor. Así, ya no es tanto una experiencia cinematográfica como una especie de aventura de mundo abierto, ya que la urbe, que podemos explorar libremente con nuestro álter ego, está llena de NPC que nos otorgan misiones.

Ese planteamiento se ha aprovechado para introducir eventos que no son de baloncesto en sí. Hay carreras a contrarreloj sobre monopatines o bicicletas, sesiones de grabación en las que cantar rap o pasarelas de moda donde desfilar. 

Realmente, son eventos insulsos y simplones, pero se agradece el intento de proponer cosas diferentes que guardan relación con la cultura urbana de la NBA.

Aparte, hay que destacar que La Ciudad es exclusiva de PS5 y Xbox Series X-S. En el resto de versiones, está El Barrio, que cuenta este año con una pintoresca ambientación en un gigantesco crucero en plena navegación y que irá promoviendo diversas excursiones a tierra firme a lo largo de la temporada.

Tal y como está ahora mismo, la oferta de modos daría ya para todo el año. Pero es que, además, repite el modelo de temporadas: hay un sistema de progresión con el que acumular experiencia para subir hasta nivel 40 y desbloquear sucesivas recompensas.

Cada seis semanas, el sistema se resetea para dejar paso a una nueva temporada. Y, este año, no se limita a My Team, sino que se ha extendido a Mi Carrera y a La W.

Además, ese mecanismo de temporadas se hará extensivo a la música, que se irá ampliando de forma progresiva (de serie, hay 70 canciones). De hecho, cualquiera podrá enviar sus propias creaciones a 2K, particularmente rimas raperas, para que se incorporen a la banda sonora si la compañía lo considera.

El simulador del impuesto de lujo

Hasta ahí, todo es miel sobre hojuelas para NBA 2K22. El problema es el de siempre: la presencia de unos micropagos abusivos que pueden molestar más o menos en función de si se juega online o no. Si se juega en solitario, se pueden ignorar por completo, pero, si se juega contra otros humanos, influyen muy negativamente.

No en vano, tanto la progresión de nuestro álter ego en La Ciudad como la adquisición de sobres de My Team están asociadas a una moneda virtual que se puede obtener o bien jugando o bien apoquinando dinero real. Resulta molesto empezar a jugar con tu jugador en nivel 60 y que, de repente, te cruces con bigardos que te sacan veinte niveles sólo porque son grandes fans del talonario.

Realmente, es algo sobre lo que 2K debería reflexionar. Es verdad que es una tendencia habitual de las sagas deportivas para la que no parece haber vuelta atrás, pero, como poco, convendría suprimirla por completo del modo Mi Carrera, y no estableciendo que sólo la subida de los últimos niveles dependa exclusivamente de la habilidad de cada cual.

Al fin y al cabo, no hablamos de un free-to-play, sino de un juego cuya entrada más barata cuesta 75 euros… En ese sentido, también hay cientos de elementos cosméticos de personalización, pero, dado que no afectan a la jugabilidad, ésos sí son relativamente tolerables. En cualquier caso, llueve sobre mojado y todo el mundo sabe ya a qué atenerse.

Comprometido con el anillo

Los micropagos están ahí y cada cual debe decidir qué opinión le merecen o en qué medida pueden afectar a su experiencia de juego. Pero no deben empañar el hecho de que NBA 2K22 es uno de los mejores simuladores deportivos de la historia: en lo jugable, en lo audiovisual, en cuanto a modos, en el mimo a la licencia…

Una vez más, dentro de la cancha, Visual Concepts ha sacado el ‘antetobrazo’ de Giannis Antetokounmpo y se ha marcado un mate con el que ha dejado el aro tiritando. Y el paso atrás de Luka Doncic para dejar a otras sagas deportivas trastabillándose. Y la visión periférica de Chris Paul para ver oportunidades donde otros no perciben nada.