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Análisis No Straight Roads, un "boss rush" musical para amantes de la música electrónica

no straight roads
El análisis de No Straight Roads nos invita a disfrutar de uno de los juegos indies más originales (y marchosos) del momento. Pese a que sus protagonistas odian la música electrónica, el juego está lleno de temazos EDM que no te podrás quitar de la cabeza... a pesar de sus asperezas en el aspecto jugable.

En un medio como los videojuegos en el que lo visual es tan importante, el sonido queda casi siempre relegado a un segundo plano. Al fin y al cabo, no es un apartado que deje mucho margen de innovación, ¿no?

El estudio Metronomik, sin embargo, opina diferente. Localizado en Kuala Lumpur, Malasia, la firma debuta con No Straight Roads, un ambicioso juego que está disponible en PS4, Xbox One, Nintendo Switch y PC (Epic Games Store) desde hoy, 25 de agosto. En él se encuentran veteranos de Final Fantasy XV (Wan Hazmer) y de Street Fighter V (Daim Dziauddin), que fundan este nuevo estudio con un objetivo: unir en armonía la música y los videojuegos, pero de una forma diferente que en un tradicional juego de ritmo. ¿Lo conseguirán?

No se puede negar: la música es protagonista en No Straight Roads. Su delirante historia está protagonizada por un dúo indie de rock, Bunk Bed Junction, formado por Mayday y Zuke, que luchan por acabar con “la tiranía del EDM (electronic dance music)” en una sociedad que ha prohibido el rock. Por si eso fuera poco, en este universo la energía eléctrica se obtiene a través de música, y la mega corporación NSR (que es una discográfica, una energética y el gobierno de la ciudad, todo al mismo tiempo) ejerce un control monopolístico sobre esta, dejando muchos de los distritos más pobres a oscuras.

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Como podéis comprobar, la premisa viene fuerte. Tanto, que al final su narrativa acaba desbordando, de tantas cosas que quiere incluir. No esperéis una trama coherente ni demasiada lógica (a pesar de que en muchos momentos se vean atisbos de que querían contar una historia más con más enjundia). En su lugar, centraros en disfrutar de sus carismáticos protagonistas, y sobre todo, de sus jefes, excéntricos a más no poder, que parodian toda clase de estilos artísticos y tendencias musicales (nuestros favoritos son la Boy Band ciborg y la idol virtual al estilo Hatsune Miku).

No More Rock

No Straight Roads toma la forma de juego de acción en 3D con una estructura muy similar a la de No More Heroes: una sucesión de combates contra jefes (los líderes de cada distrito) que debes derrotar para ir subiendo posiciones en la lista de artistas más populares de Vinyl City. Por tanto, pasarás la mayor parte del juego en estos combates, precedidos de una breve sección de plataformas y enemigos normales. El resto del tiempo estarás deambulando por la ciudad, buscando coleccionables con los que conseguir fans, la moneda con la que luego comprar movimientos y habilidades.

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La buena noticia es que los combates, por lo general, son geniales: complejos, con varias fases y mecánicas completamente diferentes uno del otro. Algunos son más “arenas de combate” propiamente dichas, con rutinas de ataque que debes aprender y fundamentados en las esquivas y los ataques cuerpo a cuerpo. Otros son más “nivelescos”, en el sentido de que están formados por varias secciones y plataformas con enemigos secundarios y formas de ataque contextuales, casi mini puzles que debes resolver mientras sobrevives a sus ataques.

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Si la variedad de mecánicas es buena, la variedad de situaciones, escenarios (y por supuesto, música) es brillante. Como en No More Heroes o Scott Pilgrim contra el mundo, gran parte de la gracia reside en conocer a tus rivales, a cada cual más estrafalario. En este sentido, No Straight Roads sobresale gracias a una colección única de chalados, que como decíamos, parodia varios géneros musicales. Además, suelen guardarse una “forma final” mucho más sorprendente.

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En general, a nivel artístico el juego es excelente, con diseños que recuerdan a los de series de animación como Steven Universe, una gran variedad de escenarios… y evidentemente, una banda sonora brillante. A pesar del rechazo visceral que tiene el dúo protagonista a la música electrónica (no así el estudio, que aclara en los créditos que abraza todo tipo de música), el juego cuenta con algunos temas fantásticos y muy pegadizos, que se mueven desde el synthwave, el electropop, el rap e incluso una pieza sinfónica digna de un Kingdom Hearts, interpretada por una niña prodigio. 

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En la banda sonora han participado artistas como Falk Au Yeong (Sonic Mania, Lightning Returns) , Funk Fiction, Masahiro Aoki (Astral Chain), Az Samad, Andy Tunstall, Nikki Simmons o James Landino. La música, además, es dinámica, evolucionando a lo largo del combate (se hace más rockera cuando estás cerca de vencerlos), y acompaña bien los ataques de los jefes. No está tan integrada en la jugabilidad como el tutorial te hace creer (las señales visuales siguen predominando a la hora de aprenderte y esquivar los ataques de los enemigos), pero definitivamente es un acierto del juego (inolvidable el sonido del piano cuando Yinu te ametrallea con notas musicales, o las voces metálicas y agudas de la boy band 1010 antes de atacarte). Inexplicablemente, no hay ninguna opción en el juego para escucharlas fuera de los combates (aunque muchas ya las han subido sus artistas a YouTube).

Algunas notas desafinadas

Lamentablemente, el apartado jugable está mucho más descuidado, y empaña mucho el resultado final. Las peores noticias vienen con su sistema de combate, limitado y algo tosco. Solo hay un tipo de ataque, los combos no se sienten fluidos, no hay botón de bloqueo y los ataques especiales están muy desaprovechados (en algunos jefes ni siquiera nos servirán de nada). Y aunque puedes alternar a los dos personajes, tampoco hay gran diferencia entre ellos, más allá de poder alternar la vida de ambos (y de jugar a dobles en multijugador local). Hay más movimientos (puedes activar torretas y otros objetos de ayuda por los niveles, puedes devolver algunos ataques, y también puedes disparar notas musicales), pero no esperéis el sistema de combate más fiable del mundo.

Y es que el juego es muy difícil… pero no siempre en el buen sentido. Se agradece que los combates sean largos y en constante evolución, y que no haya puntos de control hace que la victoria sea mucho más satisfactoria. Pero no suele compensar cuando los limitados movimientos de los personajes te la juegan, y muchas veces ni siquiera sabrás qué te ha matado. De repetir el mismo ascensor de un minuto y medio de duración cada vez que pierdes en el combate final mejor no hablamos…

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Sí, algunas partes se sienten estiradas en exceso. Y no solo en los combates: también en partes no jugables, como en diálogos que se enrollan demasiado para lo que quieren contar, en el “clímax final” que no desvelaremos (pero que es bastante “raro” y no muy bien rematado), y sobre todo, en los niveles que preceden a los combates. De nuevo, al igual que No More Heroes, No Straight Roads incluye zonas pasilleras con enemigos secundarios antes del combate. Pero la verdad es que no tienen ningún interés: las plataformas móviles si dan algo de chica, pero los enemigos (tres tipos de drones) se repiten más que el ajo, y no suponen ningún desafío. Es una pena, porque estas secciones deberían haber servido, como mínimo, para sacar provecho de los ataques especiales que suelen ser inútiles en los jefes, pero se quedan en poco más que en relleno.

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Porque además el juego es muy corto. Solo hay seis jefes (más uno un tanto especial). Y más allá de repetirlos luego en mayor dificultad para desbloquear todas las habilidades, no hay nada más que hacer en el juego. Puedes explorar la ciudad y los distritos que vayas desbloqueando, y están llenos de habitaciones que abrir, coleccionables que recoger y NPCs con los que hablar (todos ellos con voz propia). Pero pronto te das cuenta que no hay absolutamente nada más que hacer ahí… excepto, bueno, rellenar tiempo.

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Al final, nuestra partida duró unas 10 horas (y no fueron pocos los combates que tuve que repetir hasta acabar más que saciado). Por supuesto, los juegos no se deben analizar al peso (y al final, que un juego te deje con ganas de más es buena señal, ¿no?).

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Nueva promesa del panorama indie

En lo que respecta a la versión de Nintendo Switch (que es la que hemos analizado), hay que mencionar que gráficamente baja el nivel, con personajes y escenarios mucho menos definidos que en otras versiones. En modo portátil se pierde aún más definición, aunque hay que decir también que a nivel de rendimiento es impecable, totalmente fluido (y no son pocos los momentos en los que la pantalla se llena de elementos). Eso sí, el encanto de los personajes y los escenarios (junto con virguerías visuales dignas de una galería de arte contemporáneo) se mantiene intacto: es un juego que entra por lo ojos y los oídos.

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Exclusivo de la versión de Switch también es una opción para tres jugadores: si dos juegan en cooperativo normal, uno con Mayday y otro con Zuke, un tercero puede controlar a un cursor que puede ayudar de varias formas, al estilo el multijugador de Super Mario Galaxy. Se supone que controlas a una caimán llamada Ellie, pero apenas la vemos en el juego... Por cierto, además de un excelente doblaje en inglés, cuenta también con voces en un español bastante neutro. (pero por tienes que activarlo desde el menú de opciones, por defecto el juego arranca en inglés). A nosotros nos gustó más el doblaje inglés (algunos efectos sonoros, como los agudos de la banda robot 1010, están más conseguidos en inglés), pero también es bastante bueno.

En los momentos de máxima inspiración, No Straight Roads fue una delicia, que estimula los sentidos como pocos juegos. Sin embargo, fueron también varios los momentos frustrantes, ya sea por su dificultad irregular o por la cantidad de momentos sin interés, como si no hubieran tenido tiempo de pulir la jugabilidad tanto como su apartado audiovisual y artístico. La balanza es positiva, y el juego rezuma personalidad, pero deja una sensación agridulce, de que con un apartado jugable algo más pulido, este podría haber sido un juego realmente especial.

VALORACIÓN:

No Straight Roads sorprende por su disparatado pero atractivo argumento, los carismáticos protagonistas y los estrafalarios jefes, en combates largos y variados. Pero es corto, la dificultad es irregular y en general la jugabilidad está menos pulida que la presentación. Un caso de estilo sobre sustancia, aunque solo por la música merece la pena.

LO MEJOR:

La variedad y complejidad de sus jefes, su originalestilo artístico, el doblaje (en español e inglés) y por supuesto, la banda sonora.

LO PEOR:

Es muy corto, y aún así se nota el relleno en secciones menos inspiradas, o un mundo abierto completamente vacío. Dificultad irregular.

Plataformas:

Nintendo Switch,

PC,

PS4,

Xbox One

Versión comentada: Nintendo Switch

Hobby

74

Bueno

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