Crítica de 13 exorcismos: los creadores de Malasaña 32 se inspiran en casos reales para su nueva película de terror

Si estáis leyendo estas líneas y sois aficionados al terror, seguramente penséis que habéis visto lo habido y por haber en el subgénero de las peleas de curas con Satán, que no hay nada que no se haya mostrado ya. Bueno, pues 13 exorcismos demuestra que no es así: nunca antes habíamos visto a José Sacristán blandir el crucifijo contra una posesión demoniaca.

La película se inspira libremente en algunos de los últimos casos documentados en España y recuerda, desde su arranque, que es una práctica canónica dentro del seno de la iglesia católica y que el Vaticano debe autorizar los exorcismos con antelación. En España a día de hoy en concreto hay 15 sacerdotes capacitados para realizar este tipo de prácticas.

Quien tenga ganas de esclarecer en qué consiste su trabajo, puede profundizar más en el tema viendo documentales como El exorcista en el siglo XXI, que recoge testimonios y datos muy interesantes al respecto, lejos de otras obras más mediáticas y controvertidas.

¿De qué trata la película y hasta dónde llega la invención?

Volviendo a la ficción, hay que dejar muy claro que, a pesar de que el grueso de la historia corresponde a un caso muy concreto, la película ha dramatizado los hechos a su antojo para entregar una película de terror al uso, introduciendo incluso elementos de otros exorcismos documentados.

Sin embargo, el terror tuvo un origen mucho más humano de lo que se insinúa: terminó en los juzgados por las sospechas de que había habido maltrato y coacción y, por si fuera poco, todo se saldó un fatídico desenlace para la joven exorcizada, que ponía punto final a su vida suicidándose con una sobredosis de pastillas a los 22 años tras haber padecido episodios de ansiedad y un cuadro de anorexia.

Los guionistas Ramón Campos y Salvador S. Molina, que se encargaron del libreto de Malasaña 32, colaboran con Teresa Fernández-Valdés para la escritura del guión en el que se basa esta película, que supone el debut tras la cámara de Jacobo Martínez tras haber abonado una larga carrera como director de fotografía y haberse hecho cargo de un par de episodios de la serie Jaguar con anterioridad.

Nos metemos en la piel de una adolescente llamada Laura Villegas que, tras participar en una sesión de espiritismo con unos amigos en la noche de Halloween empieza a sentir la presencia de un médico que habría asesinado a su esposa frente a sus hijos y cuyo espíritu la habría poseído.

Su madre, de firmes creencias religiosas, lidia aún con el pesar de la muerte reciente de su hermano pequeño y se muestra muy protectora con ella, castigándola y obligándola a rezar por volver a casa en estado de embriaguez y aturdida. Sin embargo, Laura no cesa de sentirse acechada y de tener visiones horribles.

Su estado de salud mental llamará la atención de la psicóloga del instituto, que está convencida de que Laura se autoinflinge castigos y pasa por un paulatino proceso de deterioro que puede poner en peligro su vida. Trata de alertar a su familia, pero ésta ya tiene un remedio para su estado: el padre Olmedo, que oficiará cuantos exorcismos sean necesarios para "sacarle el diablo del cuerpo".

Aunque es cierto que el terror actual en el cine español no le ha venido prestando especial atención al tema de las posesiones demoniacas, también es cierto que 13 exorcismos tiene en común muchas cosas con historias que hemos visto en otras películas.

El cine de género, a veces tiene cierta tendencia a resultar repetitivo y donde la película lo tenía todo para ganar era en su capacidad de alzar la voz como denuncia, pero no termina de dar fruto en ese sentido, debido en buena parte a una breve secuencia final que da al traste con esa intención, que solo queda esbozada a través del personaje del padre de la protagonista y no llega a explorarse.

¿Pero 13 exorcismos da miedo o no? Tiene unos cuantos sustos eficientes y un buen manejo de los efectos especiales en varios momentos que juegan con los límites de tolerancia de los espectadores, así que es un viaje que sin duda merece la pena. En el reparto destacan José Sacristán, Cristina Castaño y María Romanillos, que hace doblete en carteleras este viernes con No mires a los ojos.

Ojalá hubieran apostado por enfocar la historia de una manera más realista, porque entonces sí que nos habría terminado de poner los pelos de punta.