Crítica de Una boda explosiva: Jennifer López se da el sí quiero en Prime Video entre explosiones y tiroteos

Prime Video incorpora a su catálogo Una boda explosiva (Shotgun Wedding), una nueva comedia romántica que tiene como principal atractivo contar con Jennifer López como estrella principal. Habida cuenta del cachondeo vertido en redes con su acuerdo prenupcial con Ben Affleck, tiene su gracia verla vestida la novia y a punto de pisar el altar, si bien aquí el conflicto es... otro.

El lanzamiento en la plataforma supone que la cinta estará disponible en más de 86 países de todo el mundo gracias a la alianza de Amazon Prime Video con Lionsgate, así que es un escaparate excepcional. 

Cuando un lugar de ensueño se torna en pesadilla

Como no es difícil anticipar, la gracia de Una boda explosiva es que todo lo que debe salir bien, sale rematadamente mal haciendo que la "fiesta del amor" por excelencia se convierta en un terreno hostil, o más concretamente, en una guerra en la que los novios van a tener que improvisar mucho para defenderse.

Darcy (Jennifer López) y Tom (Josh Duhamel) reúnen a sus familias para la que será la boda del siglo justo cuando la pareja empieza a tener miedo al compromiso. En la preboda se presenta la expareja de ella (Lenny Kravitz) y la ansiedad de él por complacerla en todo empieza a abrir una brecha entre ambos.

En el peor momento, cuando están en plena discusión, se percatan de un grupo armado hasta las cejas ha tomado como rehenes a los invitados.

Darcy y Tom, ya vestidos para darse el "sí, quiero", van a tener que reducir a sus atacantes, rescatar a sus seres queridos y decidir qué hacen con sus vidas, lo que sucederá entre tiros, explosiones, persecuciones y delirantes secuencias de acción.

Como suele suceder en todas y cada una de las producciones en las que participa Jennifer López la película está construida enteramente como artificio para su lucimiento personal, así que vais a verla paseándole ligera de ropa y alardeando de trasero (un clásico ya).

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Nada que no te esperes (salvo algunas risas)

Para bien y para mal, Una boda explosiva es una película de género pura. A quien le haga gracia, va a disfrutar de las alocadas aventuras de esta pareja en crisis (en la que por cierto no hay demasiada química); quien aborrezca este tipo de historias por considerarlas calcos unas de otras, va a tener motivos para desesperarse, porque no se salta una sola coma de las convenciones.

De modo tal que, pocas sorpresas, muchos lugares comunes y nula necesidad de prestarle demasiada atención al desarrollo de la historia porque aunque se elidiera el desarrollo no sería en absoluto difícil adivinar el desenlace.

Eso sí, nos perderíamos las hilarantes apariciones de la recientemente galardonada Jennifer Coolidge por su brillante trabajo en The White Lotus, porque aquí vuelve a dar la campanada haciendo más o menos lo mismo, como ya se insinúa en el tráiler. Así que le roba el show a JLo.

Respecto al acabado final, no es una película en particular ambiciosa, cuenta con pocas localizaciones, un número limitado de personajes y algunos efectos especiales, eso sí, a los que se les pueden poner mil peros (chroma-keys mal integrados, fallos de continuidad palpables, dobles cantosos...) pero bueno, queda claro que el acento quiere estar en la comedia y no en la calidad de la acción.

Y vamos a finalizar esta crítica con un poco de salseo, que parece que acompaña... Ésta era la película que estaba rodando Armie Hammer cuando estalló el escándalo de las acusaciones de sus exparejas y fue sustituido por Josh Duhamel. Con anterioridad a ellos el papel de Tom había recaído en Ryan Reynolds, al que esa vis cómica suya tan particular podría haber aportado mucho.

En fin, en resumidas cuentas, Una boda explosiva no engaña y ofrece más o menos lo que era de esperar. En ese punto, al menos es honesta.