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Crítica de La Casa de Papel: Corea, el remake asiático que quiere asaltar Netflix

La casa de papel: Corea

Crítica de La Casa de Papel: Corea, dirigida por Kim Hong-sun y escrita por Kim Hwan-chae, Choe Sung-jun y Ryu Yong-jae basada en la serie original de Álex Pina. La serie de Netflix está protagonizada por Park Hae-soo, JKeon Jong-seo y Yoo Ji-tae, entre otros artistas asiáticos. El estreno de La Casa de Papel: Corea en Netflix España es el 24 de junio de 2022.

Las series de televisión controlan nuestro mundo. "¿Has visto la nueva temporada de Peaky Blinders?" o un más sencillo "tienes que ver Stranger Things" son introducciones inevitables en las quedadas con los amigos en el fin de semana. El reconocimiento de ese monstruo insaciable que llevamos dentro y que nos lleva a consumir horas y horas de contenido de las plataformas de streaming.

Netflix sabe de esto. Vaya si sabe. El juego del calamarrompió todos los registros de la plataforma en 2021, pero antes ya lo habían hecho con Los Bridgerton, la ya mencionada Stranger Things o... sí, con su adquisición y ampliación de La casa de papel.

La serie de Álex Pina es una de las joyas de la corona de Netflix, que con su doblaje internacional bajo el título de Money Heist ha llegado a cada rincón del planeta. Tanto es así que hoy, con el objetivo de volver a protagonizar la próxima charla entre colegas, estrenan su remake asiático titulado La casa de papel: Corea.

Habría mucha tela que cortar si hablásemos sobre la necesidad o no de remakes, sobre la inclemente reutilización de ideas que parecen decir a gritos que no son buenos tiempos para la originalidad, o incluso sobre la extrema capitalización de cada contenido. Pero hoy no toca ese debate.

 

La casa de papel: Corea está llamada a ser el mismo hito de cultura pop que su original fue en Occidente, pero al otro lado del mapa. No por tener grandes virtudes, ni por reinventar con ingenio la idea original, sino por tocar las teclas necesarias que harán bailar a su mercado.

La primera temporada de la serie está dirigida por Kim Hong-Sun, que ya ha estado a los mandos de dramas coreanos de éxito como Son: The Guest o Black. Fue él el primero en hablar sobre las diferencias entre ambas versiones, pero saltan a la vista según nos lancemos al "tudum" de Netflix.

La primera de ellas es el contexto, y probablemente sea la más enriquecedora del título tanto para el mercado asiático como para el nuestro: la historia nace de la reunificación entre Corea del Sur y del Norte, con sus ciudadanos redescubriendo su supuesta y nueva libertad.

El Profesor de Corea en un guiño a la serie original
El Profesor de Corea en un guiño a la serie original

 Y es que el propio concepto de la serie es perfecto para el plan. La casa de papel basa toda su fuerza en el pueblo. En esa lucha de poderes entre el ciudadano de a pie y el control de las altas esferas. Un conflicto que, explotado entre dos Coreas diametralmente opuestas, da lugar a toda una narrativa por sí sola.

Aquí reside el mayor poder de la nueva propuesta de Netflix. El renovado contexto histórico puede alimentar las vías de una trama que no sólo siga los pasos de su predecesora, sino que tenga la valentía de reconducirlos hacia opciones más creativas.

Cuando La casa de papel de Álex Pina desembarcó en Antena 3, los espectadores se engancharon a las historias de sus personajes, a sus exageradas y a la vez carismáticas reacciones, pero también a sus símbolos. La segunda diferencia.

La máscara de Dalí, la ubicación que nos hacía respirar Madrid en cada plano, la jerga sin pudor, la representación de sus personajes en la sociedad y un sinfín de simbología que apuntaba directamente a remarcar su origen. 

En La casa de papel: Corea no han querido desaprovechar la oportunidad para exhibir uno de sus símbolos en el rostro de los atracadores: la máscara de Yangban.

Park Hae-Soo, actor de El juego del calamar, es Berlín
Park Hae-Soo, actor de El juego del calamar, es Berlín

Una de las más preciadas herencias culturales coreanas es el Hahoe, una ceremonia cuyo origen se remonta al siglo XII en la que se ven representados doce personajes a través de máscaras que son consideradas tesoros nacionales. Un filón para la serie, vaya.

La máscara que han elegido es la de Yangban, el "aristócrata". El personaje con más poder y el más arrogante, pero a la vez el cénit de toda la obra artística de la que forma parte.

Salimos de la clase de historia y del repaso de principales novedades de la reedición para volver a los pasillos de una nueva casa de la moneda. El remake de La casa de papel sigue los mismos puntos narrativos de su original, por mucho que innove en esas dos principales diferencias que acabamos de mencionar.

La casa de papel Corea

Los mismos personajes con los mismos nombres de ciudades, con las mismas inquietudes y los mismos pulsos dramáticos. Una decisión que como espectador me resulta muy difícil de digerir después de ver el final de la serie original unos pocos meses antes de este estreno.

Es una versión rebautizada, pero los eventos son los mismos y con un punto menos de inteligencia. Aún así, no hay tanto de malo en ella: el trabajo de producción es encomiable, los actores consiguen convertirse en primos hermanos de sus predecesores, pero activa los mismos resortes sin la frescura que catapultó a la original.

Y en ese inmisericorde recorrido por nuestra memoria, el ritmo de la serie avanza con unos cuantos golpes de metrónomo menos por minuto para terminar de rematarla.

 

Las comparaciones son odiosas. Terribles. Muchas veces injustas, pero también inevitables. Evitarlas en un remake sería, de hecho, demostrar una absoluta e incoherente hipocresía.

Una de las grandes fortalezas que reunieron a millones de espectadores por el globo en La casa de papel fueron sus giros narrativos, acompañados, cómo no, de los sempiternos Deus Ex Machina que nos regalaba el Profesor en sus flashbacks.

En la versión coreana se repiten los mismos ciclos, lo que imposibilita que tengamos más interés en verla que poder seguir comparando. Un objetivo que terminará siendo soporífero, al margen de esa distopía histórica que consigue mantener erguida la estructura.

La casa de papel: Corea puede ser una oportunidad para todos aquellos espectadores asiáticos que no han visto la serie original. Es un traslado casi científico al mercado oriental en el que hasta BTS tiene su lugar en los primeros compases de la serie.

Tiene más violencia y más visceralidad, pero también mucha menos creatividad para la generación y resolución de conflictos y, por supuesto, mucha menos humanidad; es el mismo billete reimpreso para su explotación comercial. 

¿En qué lugar deja eso a la serie? Con un material original tan exitoso, ¿qué puede aportar esta reedición para los millones de espectadores que ya conocen el devenir de la trama? Ahora tocará esperar a que en Corea decidan si entonarán el Bella Ciao.

VALORACIÓN:

La casa de papel: Corea recoge cada paso dado por el original para imprimir espectadores asiáticos, reconvirtiendo cada elemento de su simbología en un guiño a la cultura coreana, pero con una falta de personalidad que pone en tela de juicio su sentido

LO MEJOR:

El traslado sigue a cuentagotas las características del original, con un contexto que es el verdadero punto dulce del remake.

LO PEOR:

La repetición de eventos del original a tan poco tiempo de su final hace que, sumado a la bajada de ritmo, termine siendo mucho menos dinámica.
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Etiquetas: Netflix