Crítica de El caso Wanninkhof-Carabantes, de estreno en Netflix el 23 de junio

Netflix sigue engrosando su catálogo de obras true crimecon el lanzamiento de El caso Wanninkhof-Carabantes (Murder by the Coast) el próximo miércoles 23 de junio. Se trata de una película de aproximadamente hora y media de duración que analiza dos de los crímenes más mediáticos de los últimos años: el de Rocío Wanninkhof en 1999 y el de Sonia Carabantes en 2003. La investigación se zanjó con la captura y condena del autor de dos escalofriantes asesinatos además de multitud de agresiones.

La plataforma ha venido mostrando un gran interés por analizar otros anteriormente como en la miniserie documental El caso Alcàsser o la de Lo que la verdad esconde: El caso Asunta (Operación Nenúfar), que estuvo de forma temporal disponible en la plataforma antes de saltar a AtresPlayer, dado que era AtresMedia la productora. 

El caso Wanninkhof-Carabantes se centra mucho menos en la recreación de los asesinatos que las dos series expuestas y es menos puntillosa a la hora de repasar las primeras pesquisas policiales (ni siquiera se alude a la forma en que el cuerpo de Rocío fue quemado en El Rodeíto) dado que quiere profundizar en las consecuencias de lo sucedido: ese juicio rápido con jurado popular que dictaminó que Dolores Vázquez, expareja sentimental de Alicia Hornos, la madre de Rocío Wanninkhof, era la culpable de su muerte.

En España el caso fue muy mediático y es de sobra conocido, de modo que es probable que la primera mitad del documental aporte poco a los que vivieron esta historia desde el otro lado del televisor.

A pesar de que ni una sola prueba física la incriminaba (muestras de ADN, fibras de la ropa, rodaduras de neumáticos, arma blanca, etc.), a Dolores Vázquez le cayó una condena de 15 años y un día y una pena de indemnización de 18 millones de pesetas que fue tan escandalosa que cinco meses después se repetiría el juicio, quedando en libertad tras 17 meses de prisión.

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Solo el paso del tiempo y una nueva víctima más del depredador sexual y asesino de Rocío, la joven Sonia Carabantes que aparecería muerta tras cinco días de angustiosa desaparición, consiguió que se hilaran ambos casos y se diera con la identidad de Tony Alexander King (Tony Bromwich, en realidad, conocido en Reino Unido como el estrangulador de Holloway y fichado por la Interpol, cuerpo que de hecho había informado a las autoridades españolas de su cambio de residencia).

Pero, ¿qué es lo que subyace detrás de la condena de Dolores Vázquez? ¿Cómo se alimentó el retrato de su villanía en los medios de comunicación? ¿Pone de manifiesto el tratamiento del caso que se abonó esa imagen negativa en gran parte por una lesbofobia soterrada o una criminalización indirecta de la homosexualidad? El documental se adhiere a este discurso, recogiendo el testimonio de la autora del libro "La construcción de la lesbiana perversa", Beatriz Gimeno, política y activista, que decidió centrar su atención en la figura de Dolores Vázquez para estudiar la representación y visibilidad de las mujeres lesbianas en los medios de comunicación y concluir que gran parte de la estigmatización social le vino dada por sus preferencias sexuales.

De esta forma, El caso Wanninkhof-Carabantes deja claro que toda esta historia no se cebó solo con las dos víctimas que fueron asesinadas de forma violenta y sus familias, rotas por el dolor, sino que hubo muchas otras agresiones del psicópata sexual en Esapaña y Reino Unido (cinco mujeres estraguladas y otras heridas y conmocionadas: es desgarrador escuchar el testimonio de Christine P. Blewer, una superviviente que fue sorprendida y agredida por el asesino estando embarazada) y una víctima adicional que perdió su libertad (y casi la cordura) siendo totalmente inocente y que, de no ser por la prueba que relacionó ambos crímenes podría haber seguido cumpliendo condena. 519 días de prisión por los que nadie se ha disculpado ni ha sido resarcida Dolores Vázquez de ningún modo, de forma pública o íntima.

La película comparte con El caso Alcàsser la crítica al tratamiento morboso de los detalles en televisión, que le hizo un flaco favor a la investigación y echó gasolina al juicio paralelo y a las presiones internas que derivaron en la búsqueda de un culpable y el cierre en falso del expediente. Nada que haya sido ajeno a crímenes más recientes como el asesinato de Diana Quer, que también nos condujo a meses de espectáculo televisivo de lo más deplorable. Dice esa superviviente inglesa que perdió la voz y un contrato con Virgin para grabar un disco, que a veces se sorprende del valor que se le da a la vida de una mujer... Y no es para menos, visto lo visto.