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Crítica de Chambers, la serie sobrenatural de Netflix protagonizada por Uma Thurman

Chambers
Crítica de Chambers, la serie de terror sobrenatural de la plataforma Netflix protagonizada por Uma Thurman, Tony Goldwyn, Lily Taylor y Sivan Alyra Rose.

Desde el pasado viernes está disponible en Netflix la serie de terror sobrenatural Chambers en la cual se desarrolla una historia de tintes fantásticos. Se trata de una producción que consta de diez episodios de entre 45 y 60 minutos de duración y que, en principio, no da pie a una continuación. Y ya para empezar podemos deciros que nos ha costado lo nuestro terminar de verla, porque tiene bastante relleno y hay que echarle paciencia al visionado.

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La historia nos desplaza a Arizona a un lugar llamado Crystal Valley aunque buena parte del rodaje se ha valido de Alburquerque (Nuevo México) como localización. Y es que el entorno, a medio camino entre lo místico y lo racional, es un personaje más en una serie que trata de explotar al máximo sus emplazamientos (pueden traeros a la mente, por cierto, los paisajes de Breaking Bad o La balada de Buster Scruggs).

Todo comienza cuando Sasha Yazzie sufre un gravísimo ataque al corazón en el instante en el que se dispone a mantener relaciones sexuales con su pareja por primera vez, lo que la lleva a recibir un transplante de urgencia. Se trata de una adolescente miembro del clan diné, una etnia nativa que ha sobrevivido de forma marginal en Estados Unidos conservando sus rituales y tradiciones. De hecho, a pesar de los esfuerzos de su tío, que la ha estado criando desde que sus padres desaparecieron de su vida, su abuelo sigue ligado a esa esfera de superstición y misticismo tan particular.

Pero es que a escasos kilómetros de su reserva, viven un puñado de ricachones ligados a la Nueva Era, obsesionados con la meditación, el yoga y la vida sana que chocan de frente con su modo de vida, de escasas pretensiones. Y precisamente es el corazón de una de sus hijas el que va a parar al pecho de Sasha. Lo único que ella sabe de su donante, es que la tal Becky pertenecía a una familia muy acomodada y que falleció en extrañas circunstancias mientras se duchaba, supuestamente electrocutada.

Pronto las inconsistencias hacen dudar a Sasha de la veracidad de la versión oficial pero, lo que más impactará en su vida, serán una serie de visiones, sueños y profecías que irán lastrando su cotidianidad. Además los padres de Becky, Ben y Nancy, empiezan a interferir en su vida intentando que continúe el camino emprendido por su hija otorgándole su beca escolar, regalándole su coche e incluso alimentando una relación malsana con ella.

A vista de pájaro, hay elementos interesantes en Chambers que llaman la atención de primeras: uno de ellos es el propio emplazamiento de la acción, como señalábamos al comienzo, y la forma en la que se muestran determinadas situaciones climatológicas: las alertas por tormentas de arena, la interrupción de las señales de radio y las peculiaridades del entorno, contribuyen a la creación de una atmósfera funesta que concuerda muy bien con el ambiente terrorífico que se desea crear.

También casa muy bien con esta pretensión el fichaje de Uma Thurman, Tony Goldwyn y Lily Taylor, las tres estrellas más conocidas de la serie. El resto del reparto obedece a la idea de desarrollar tramas secundarias centradas en el mundo adolescente, y es quizás ahí donde más patina la ficción, dado que muchas de ellas no van a ninguna parte y solo alimentan la idea de estirar de forma innecesaria el chicle.

Dicho en otras palabras: haciendo una buena poda de situaciones prescindibles, sustos facilones y pistas falsas que nunca llegan a buen puerto, a lo mejor habría sido más eficiente (y menos soporífera) a la hora de crear esa incomodidad y mal rollo en el espectador. De hecho, en la mayor parte de los casos, viendo los cinco primeros minutos y los diez últimos de los episodios tienes la información de mayor peso para la trama general, por el camino solo encuentras ensoñaciones de todo tipo que no terminan de cuajar.

Y otra pega más: algunos diálogos son directamente risibles por su incoherencia e inoportunidad. La resolución, cuando llega, tarde y mal, roza lo ridículo y deja constancia de lo perezoso que es el guión para sacar la veta de la originalidad en un género ya manoseadillo (y la tenía apuntada en todo el tema del misticismo de los indios nativos).

En suma el atractivo de Chambers es el justo para justificar su visionado pero, siendo sinceros, con la enorme cantidad de series de mejor calidad por las que puede optar el espectador, se hace cuesta arriba recomendarla. 

VALORACIÓN:

Es fácil sentirse defraudado con esta serie que va de más a menos y cuyos últimos episodios son fruto de ir sacando conejos de la chistera. No solo no está bien rematada sino que adolece de otros problemas como no ser coherente.

LO MEJOR:

Uma Thurman y Lily Taylor, dos grandísimas y versátiles actrices cuya simple presencia es inquietante y tierna a la vez.

LO PEOR:

Le sobra muchísima información irrelevante, sustos gratuitos y tramas que no se llegan a cerrar. Demasiada paja. Desaprovecha ideas interesantes.
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Etiquetas: Netflix