Crítica de Ciudad en llamas, la nueva serie de Apple TV+ de los creadores de Gossip Girl

Nuevo viernes, nuevo día de estrenos en Apple TV+ que sigue nutriéndose con inteligencia de material literario de alta calidad. Si la semana pasada os hablábamos de la excelente Silo, esta semana le toca el turno a Ciudad en llamas, basada en la novela homónima escrita por Garth Risk Hallberg. Se trata de su ópera prima y con ella pegó fuerte, consiguiendo la aclamación general de la crítica.

La serie arranca con la emisión de los tres primeros episodios hoy viernes 12 de mayo, seguidos de un nuevo episodio todos los viernes hasta completar la emisión de los ocho que componen la primera temporada el próximo 16 de junio.

Estamos ante el nuevo trabajo de Josh Schwartz y Stephanie Savage (Gossip Girl) en clave de thriller urbano. Y esa es una premisa que se deja ver desde los títulos de crédito, que rinden homenaje a los artistas callejeros dándoles forma de pintadas, collages animados en stop motion y una banda sonora que nos retrotrae al boom de los ritmos underground de comienzos de los 2000.

Schwartz y Savage han escrito los ocho episodios y ejercen como showrunners y productores ejecutivos para Fake Empire. Jesse Peretz (The Shrink Next Door) dirige cuatro episodios y es productor ejecutivo. Lis Rowinski de Fake Empire es la coproductora ejecutiva.

La acción de City of Fire arranca cuando el cuerpo de una joven estudiante de la Universidad de Nueva York es encontrado en Central Park con un disparo en la cabeza el 4 de julio de 2003. 

La policía se enfrenta a dificultades para investigar porque Samantha estaba sola, no hay testigos presenciales del disparo y muy pocas evidencias físicas, pero empieza a tirar del hilo hasta dar con la clave del suceso: ella debería haber estado en el club donde su grupo favorito iba a dar un concierto y no en la parte alta de la ciudad.

A medida que van saliendo nuevos datos a la luz, se descubre la conexión de Sam con una serie de incendios que están asolando Nueva York y con una familia del Upper East Side que se desmorona a vez que salen a la luz sus inconfesables secretos.

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Forman parte de ella William Hamilton-Sweeney y su hermana Regan, herederos de una de las mayores fortunas de la ciudad, aunque no se han visto desde hace más de una década.

William rompió con su familia durante su adolescencia, y ahora, tras dejar el grupo de música punk que fundó, vive en el barrio de Hell's Kitchen con su novio Mercer, un joven profesor procedente de Georgia que sueña con convertirse en escritor y que trata de alejarlo a toda costa de la heroína.

Regan sigue en el seno de la élite y, en pleno proceso de separación de su marido, Keith, se enfrenta a un escándalo familiar cuando sale a la luz un inconveniente romance y algunos negocios turbios.

Lo primero que es digno de alabanza es el hecho de que Ciudad en llamas no siga la historia de manera lineal: los saltos en el tiempo permiten que los guionistas mantengan las sorpresas y revelaciones a buen recaudo, dosificando la información y permitiéndonos ver la evolución de los personajes.

Por otra parte, cambia las coordenadas temporales: si la novela transcurría entre la Nochevieja de 1976 y el colapso derivado del apagón de NY de 1977, aquí tenemos a uno de los protagonistas tratando de superar la muerte de su padre, uno de los bomberos que asistieron a la catástrofe del 11S, y por tanto resuenan con mayor fuerza los incendios que se producen en la ciudad en 2003.

Por lo demás, el thriller pierde algo de fuerza al detenerse demasiado en tramas secundarias más dramáticas en los primeros episodios, aunque no por eso se pierde interés 

Se reduce parte del impacto del libro, sí, pero también ayuda a que nos introduzcamos en la ciudad de una forma profunda comprendiendo las razones del descontento de los activistas, su inconformismo radical y cómo todo eso se plasma en la escena musical y artística y, por otra parte, los intereses financieros de los superricos que se valen de sus acciones.

Hay un discurso muy interesante en Ciudad en llamas que es trasladable a la realidad que vivimos hoy y que puede despertarnos a realidades que tenemos delante de las narices pero en las que no somos capaces de reparar a simple vista. De forma muy escueta es que todo lo que pasa en un ecosistema social: desde lo más alto hasta lo más bajo, está conectado.