Crítica de Criminales a la vista (Murder Mystery 2) con Jennifer Aniston y Adam Sandler

El catálogo de Netflix pasa por horas bajas añadiendo títulos que, por el momento, no tienen el empaque suficiente como para detener la sangría de abonados. En cualquier caso, el torrente de novedades no cesa y esta semana le toca el turno a una película que, sin ser buena, tiene claro a qué público se dirige y sabe darle "su dosis". Forma parte de los estrenos destacados de Netflix.

Hablamos de Criminales a la vista, que viene a ser Murder Mystery 2, secuela directa de Murder Mystery, estrenada en España como Criminales en el mar. Si no media un milagro y sigue funcionando lo de aplicar la plantilla, tendremos más capítulos de esta serie cuyo verdadero misterio es saber por qué funciona.

A la pregunta más obvia respondemos sin más dilación: no hace falta haber visto la primera para hincarle el diente a la segunda porque queda clarísimo el perfil de la caótica pareja protagonista y que la hilaridad se desprende de sus meteduras de pata. Para fans de la comedia ligera o incondicionales de Adam Sandler y Jennifer Aniston, visionado obligatorio, claro.

Cabe destacar que es la tercera entente Sandler-Aniston que antes de este par de películas protagonizaron Sígueme el rollo allá por 2011.

En esta ocasión Kyle Newacheck le cede el testigo de la dirección a Jeremy Garelick, que se atreve con alguna escena de acción algo más elaborada. El guión vuelve a estar en manos de James Vanderbilt, experto en secuelas que ha estado implicado en Scream y Scream VI o en Independence Day: Contraataque, por poner ejemplos más o menos recientes.

El punto de partida de Criminales a la vista es el de la invitación a una pomposa boda en la India. Nick y Audrey han montado su propia agencia de detectives, pero son un verdadero desastre en muchos sentidos. Cuando las deudas empiezan a ser un problema, reciben una invitación para asistir al enlace de un amigo forrado que les propone un viaje con todos los gastos pagados.

Él es el maharajá y su prometida una joven de origen francés de origen humilde que consiguió que rompiera con su anterior compromiso, que habría desembocado en una boda pactada y no por amor.

Nada más llegar quedan sorprendidos por el lujo con el que se les trata pero van a poder disfrutar poco de todo ello porque justo cuando se suponía que su amigo tenía que hacer una entrada triunfal a lomos de un elefanta se descubre que ha sido raptado. Los Spitz se ponen en marcha para resolver el enigma: ¿A quién le interesaba arruinar la boda? ¿Conseguirán rescatarlo?

Argumentalmente hay muy poco que rascar de Criminales a la vista: pocas sorpresas en un guión cuyos giros son bastante predecibles. Se puede ver en modo "automático", tal y como se ha escrito la historia, y tarda poco en olvidarse después.

Tampoco es que cuente con un sentido del humor particularmente sofisticado o ingenioso. Hay algo de slapstick con tiros que no alcanzan su objetivo y el personaje de Jennifer Aniston colgando de la Torre Eiffel (buen trabajo de especialistas) y poco que requiera que se mueva un encefalograma plano en la audiencia.

Sonroja (por vergüenza ajena) ver lo que ha costado esta película, que ya lo quisiera cualquier pequeño proyecto europeo o cinta independiente. Nada en contra de los títulos comerciales pero, ¿tanto cuesta currarse un poco la historia y cumplir al menos con un mínimo de calidad? Sobre todo si incluyes a buenos actores en el cóctel como a Jodie Turner-Smith o a Mark Strong. ¡Sácales partido!

En suma, Criminales a la vista os hará desear tener superpoderes para viajar al pasado de Adam Sandler y dejarle claro el primer día que hizo una broma en la guardería que no es un tipo gracioso. Es más, sorprende mucho que después de haber tenido cierto éxito con Diamantes en bruto en un papel que se escoraba hacia el drama haya sido incapaz de reconducir su carrera hacia algo más interesante.

Eso sí, mientras consiga concitar muchos y rápidos visionados, nos queda saga para rato. Ya queda claro que el pudor por sobreexplotar una idea se perdió hace tiempo.