El salvaje mundo de las startups, los negocios y el crimen; el de las aspiraciones, el abandono social, el clasismo y las élites. Ese submundo sueco que escribió Jens Lapidus en 2006, que tuvo su adaptación al cine en 2010 y que ha llegado como estreno original de Netflix esta misma semana: hablamos de Dinero Fácil (Snabba Cash), su última serie.
El propio Lapidus es uno de los guionistas de este reboot en el que han tratado de reconvertir a sus personajes para adaptarlos a la realidad de la Suecia actual y su creciente población de Oriente Medio. Para dar vida a este reboot han contado con Evin Ahmad, Alexander Abdallah, Ali Alarik, Dada Fungula Bozela y Peter Eggers para su elenco principal.
Con seis capítulos a razón de algo más de 40 minutos, la primera temporada de Dinero Fácil nos cuenta la batalla empresarial de Leya (Evin Ahmad), una madre soltera sobre la que gira el tiovivo narrativo de la historia. Su startup, TargetCoach, promete revolucionar el sistema empresarial analizando el éxito o el fracaso de cualquier negocio mediante las reacciones que provoca en las redes sociales. La primera ronda de financiación ha sido un éxito, pero su principal inversor aprovechará su posición mediante los bonos convertibles para tratar de echarla de su propio negocio.
Acorralada por el dinero, por su trabajo como camarera en un restaurante local y por el cuidado de su hijo de cinco años, Sami (Lennox Söderström), se lanzará a una carrera desesperada por conseguir la vía de escape con la que ha soñado toda su vida. Una persecución por y para el dinero en la que sacrificará aquello que éste no puede ofrecer. Salim (Alexander Abdallah), un joven que pertenece a una banda narcotraficante liderada por Ravy (Dada Fungula Bozela), y Tim (Ali Alarik), un adolescente cuyos complejos sociales lo llevan a introducirse en el mundo del hampa, serán los otros dos cauces de esta historia en la que sus historias confluirán en el cenit de la serie.
Uno de los principales rasgos de esta nueva adaptación original de Netflix lo encontramos en el uso de la cámara y su evolución a lo largo de la serie. Al tempo de los acontecimientos y las pulsaciones de sus personajes, la estabilidad se va convirtiendo en un recurso con el que apoyar la escalada de la violencia. Cuanto más sumergidos se encuentren sus personajes en el pozo de la ambición, mayor inestabilidad adquirirá una cámara en mano que siempre está activa. O ese parece el planteamiento sobre el papel.
Pretende ser un elemento con el que alimentar la narración, pero el exceso de movimientos de cámara, de travellings, zooms, paneos y temblores acaban convirtiéndolo en la pesadilla del que se marea en alta mar. Por si fuera poco, el montaje de la serie, especialmente en las secuencias de acción, hace que su propósito se pierda definitivamente, dejándonos ante un tortuoso camino en el que el caos no sólo se apoderará de los protagonistas, sino de los propios espectadores.
Este nuevo thriller de Netflix procura trazar líneas paralelas entre la cultura empresarial y el narcotráfico. Un mundo en ambas partes despiadado, inmoral y cuyo fin último es el mismo: el éxito a toda costa. O a costa de los que lo rodean, más bien. En su misma ambición por trasladar la idea a la realidad de la Suecia de 2021, la temporada 1 de Dinero Fácil se concede licencias excesivas que son difíciles de digerir. La acción policial se limita a conveniencia: un joven arrasa a golpes de bate una tienda de ultramarinos y la policía hace acto de presencia en cuestión de segundos, pero un tiroteo entre bandas en un centro comercial queda huérfano de sirenas y luces azules tras largos minutos de acción.
A pesar de todo, los creadores de Dinero Fácil han trabajado para reflejar con fidelidad la otra realidad de la sociedad sueca. Con el amparo de una plataforma mundial, la visibilidad de este tipo de producciones regionales se ha multiplicado hasta convertir en fenómeno historias como las de Lupin, La Casa de Papelo Dark,por citar tres de los muchos ejemplos que podemos encontrar en Netflix.
El nuevo panorama cinematográfico permite que podamos acceder a títulos que, de otra forma, habrían quedado relegados al sector más cultureta y nicho del género. Dinero Fácil es un buen ejemplo de ello, convirtiendo su configuración en un escaparate para que el resto de Europa y el mundo entero sea consciente no sólo de la oferta fílmica sueca, sino del imaginario y las vivencias de su propia sociedad. Es un vehículo de conocimiento, y ése es el verdadero éxito de la nueva serie de Netflix.
El submundo criminal de Estocolmo, licencias aparte, es el verdadero protagonista de esta historia. Tanto niños, como adolescentes y adultos son susceptibles de caer en el pozo de la ambición y el egoísmo. No es un concepto que sea nuevo para cualquier espectador, pero los valores de producción de la serie y las interpretaciones principales tienen calidad suficiente para convertir este relato en el reflejo cruel de un país que también oculta el polvo bajo los muebles.
Esa falta de novedad, sin embargo, y el incómodo trabajo con la cámara la convierten en una serie de consumo rápido que apenas tendrá repercusión a largo plazo en la plataforma. La historia y los personajes no tienen suficiente volumen como para quedar prendados de esta realidad sueca en la que nos introduce, por lo que, a efectos prácticos, su mayor valor es el de convertirse en un cuadro con el que afrontar la oscura realidad de la Suecia de 2021.
VALORACIÓN:
La temporada 1 de Dinero Fácil es un escaparate de realidad para el submundo criminal de la Suecia actual, con un trabajo artístico notable, pero una cámara que la convierte en un tortuoso camino en el que sumergirse.LO MEJOR:
La tensión creciente y el realismo con el que se introduce en el submundo criminal de Suecia.LO PEOR:
El trabajo de cámara es arriesgado y el resultado añade un caos que puede ser insoportable.66
AceptableDescubre más sobre Rafa Dominguez, autor/a de este artículo.
Conoce cómo trabajamos en Hobbyconsolas.