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Crítica de Élite temporada 7, el preludio del final definitivo

Élite 7

Crítica de la temporada 7 de Élite, la penúltima de la popular y polémica serie de la plataforma de streaming Netflix que finalizará con la octava ya en 2024.

La red púrpura arranca con una víctima torturada hasta desvanecerse... cuando eso sucede, le inyectan adrenalina para continuar sometiéndola a otra clase de barbaridades. Querido lector, estarás preguntándote por qué te hablo de "púrpura" cuando tú venías a tratar temas más emparentados con la "purpurina" en la crítica de la temporada 7 de Élite.

Pues arrancamos así este texto porque es la metáfora perfecta: la serie está ya en coma, pero en lugar de dejarla morir plácidamente, le meten un nuevo chute y a seguir adelante.

¿En qué forma? Nuevos cuerpos perfectos, rostros angelicales, chicha fresca y descaro a borbotones porque el argumento, casi inexistente, se puede escribir en una servilleta de bar, lo inenarrable es lo de los colocones y los polvazos. Élite 7 eleva a nuevas cotas lo del morbo gratuito y prescinde de toda lógica para crear nuevos y sorprendentes romances (por decirlo de forma fina).

Entre los rostros nuevos, dos pesos pesados como son Leonardo Sbaraglia y la gran Maribel Verdú que vienen a abrir dos nuevos arcos argumentales que quedan abiertos para el desenlace. No será estos los trabajos por los que se les recordará pero sí se recordará a la serie por haberlos fichado. Así que si se lo han pasado bien y han hecho algo de caja, no está mal.

El punto de partida

Ha pasado un año desde que Samu murió en los brazos de Omar. Ahora lidia con la ansiedad que le producen los recuerdos mientras que ha empezado una nueva vida con Joel, su pareja y un amigo común, Dalmar, con el que comparten piso. Sin embargo, siente que se ahoga en la terapia y decide dejarla... justo en el momento en el que recibe una oferta de trabajo: trabajar en Las Encinas.

Se trata de unas prácticas remuneradas para gestionar una aplicación que se encarga del bienestar de los estudiantes, es decir, donde pueden pedir ayuda si la necesitan. 

De forma paralela, Joel conoce a Iván, que le propone pagarle un curso completo para que pueda crearse un futuro al margen de su familia, que lo echó de casa al salir del armario.

 

También ingresa en el centro de estudios Chloe, que se presenta filtrando un vídeo sexual que quiere que todo el mundo vea. Ella es la hija de Carmen y Bilal y por tanto una hermana secreta de Iván, de la que él no sabe nada.

Por su parte Nico se reencuentra con su primo Eric, aquejado por periodos de euforia y depresión a quien él y sus padres acogen en su hogar. Isadora y Dídac siguen batallando contra sus respectivas familias y por sacar adelante su relación mientras que Raúl y Sara pasan de estar oficialmente comprometidos a pasar por una descomunal crisis.

De placer culpable a suplicio culposo

Hace tiempo que Élite se convirtió en un espectáculo enfermizo con relaciones tóxicas a más no poder y un desarrollo de personajes tan aleatorio como falto de coherencia. En pocas palabras, en la serie se instaló el "todo vale" y el único aliciente era conocer quién estaba detrás del asesinato/atropello/falso accidente de turno que nos dejaba una nueva víctima cada temporada.

En el caso de la temporada 7 no dejamos la tradición: en el último episodio aparece un cadáver cubierto por una manta térmica de la policía y al final descubrimos a quién pertenece. Nos dejan esta última hora para jugar a las adivinanzas porque nos ponen a varios candidatos en una cornisa.

Y hay otros leit motiv que se repiten: los abundantes coitos de toda clase y condición, los fiestones temáticos con musikote, las duchas de Las Encinas, la presencia de drogas (ojo al viaje de ketamina, que es de juzgado de guardia), alcohol y redes sociales, siempre en contextos de exceso y desbarre.

En suma, la representación más "puaj" que se pueda hacer de una juventud que sale muy mal parada. A excepción quizás de Dalmar, el único personaje con los pies en el suelo.

Es bastante evidente que NADIE ve Élite por sus mensajes sociales, a pesar de que estuvieron en la base de las primeras temporadas. El choque de clases entre los alumnos pudientes de Las Encinas y los wannabe, dieron mucho juego. Ahora también aparecen esos temas, en forma de desahucios, corruptelas, investigaciones policiales con escuchas y alguna que otra pincelada más.

No es el único intento de la serie de refrescar su parte más pretendidamente seria: también se abunda en otras tres cuestiones con mucha torpeza: la salud mental, el suicidio y los malos tratos

En fin, solo queda una temporada más: la serie sigue triunfando muy fuerte y se ha colocado sin problema a la cabeza de las series en la plataforma, a pesar de tirar de toda clase de estereotipos quemados. Es lo que tiene ofrecerle porno suave a la audiencia, principalmente joven, de este producto.

Habría que ver cuántos espectadores pulsan el botón de FF para ir a las secuencias calientes y saltarse los diálogos, que tampoco es que destaquen por su brillantez.

VALORACIÓN:

Élite se resiste a morir pero, sobre todo, se resiste a morir de forma digna. Esta pieza de porno suave de escaso argumento, eso sí, se ha colocado rápido en el top 10 de los contenidos más vistos de Netflix, que para eso trae carne fresca.

LO MEJOR:

El fichaje de Maribel Verdú, desaprovechadísima, pero faro de luz en la oscuridad.

LO PEOR:

Lo morbosa, perversa y sucia que es la serie... y que tenga pretensiones de lanzar un discurso serio entre coito y colocón.
Hobby

30

Malo

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Etiquetas: Netflix