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Crítica de Las escalofriantes aventuras de Sabrina, serie en Netflix

Las escalofriantes aventuras de Sabrina
Para Sabrina Spellman, que te llamen "bruja" no es ninguna ofensa. Netflix presenta la primera temporada de Las escalofriantes aventuras de Sabrina, un enfoque mucho más siniestro de la bruja rubia que todos conocemos. Crítica va:

Ahora que Halloween se acerca a nuestras puertas como si fuera un armagedón de usar y tirar, toca recapacitar sobre los numerosos enfoques del imaginario monstruoso. Sin duda, uno que caló hondo a finales de los 90 fue la serie Sabrina, cosas de brujas (Sabrina, la bruja adolescente, si nos leéis desde Latinoamérica) en la que Melissa Joan Hart capitaneaba una versión dulcificada y muy entretenida de las leyendas en torno a las brujas. Poco podríamos imaginar entonces que en 2018 conoceríamos un enfoque mucho más siniestro y oscuro del personaje con Las escalofriantes aventuras de Sabrina, la nueva serie que llega a Netflix el próximo viernes, 26 de octubre. Justo a tiempo para la Noche de los Muertos.

Antes de seguir, quizá convendría recapitular sobre el personaje, ya que quizá muchos penséis que nació con la serie que comentábamos antes. En realidad, Sabrina Spellman, el personaje protagonista, nació en los años 60 dentro de las publicaciones de Archie Comics, una serie de tebeos absolutamente icónicos en la cultura norteamericana. Sin embargo, en aquella época presentaba una concepción más "inofensiva" de las brujas: Sabrina era una chica pícara, con poderes, pero que se movía en un universo más bien blandito. Con el paso de los décadas, Sabrina ha aparecido en numerosas encarnaciones de ese universo, hasta que Roberto Aguirre-Sacasa concibiera en 2014 una nueva interpretación en cómic del personaje, más orientada a un terror desacomplejado y oscuro.

Es ese enfoque (con el propio Aguirre-Sacasa implicado en el proyecto) el que ha servido de cimientos para la nueva serie de Netflix, usando el mismo nombre y argumento del nuevo cómic: Las escalofriantes aventuras de Sabrina tiene lugar en el pueblo de Greendale, una localidad cercana a la conocida Riverdale de Archie (de hecho, este es un spin-off de la reciente serie Riverdale), en la que hay una larga y temida historia en torno a las brujas. Sabrina es huérfana y mestiza, hija de brujo y humana, por lo que tiene las facultades propias de una bruja, pero también el deseo de vivir como una "mortal" más. Eso choca con las aspiraciones de la Iglesia Oscura a la que pertenecen sus tías Zelda y Hilda, la cual obliga a una vida desapegada de los humanos y a seguir los preceptos de Satán.

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De hecho, el satanismo (con sus machos cabríos y sus cruces invertidas) es una pieza clave de la historia, algo que seguramente os pille a contrapié en los primeros minutos de visionado, pero que se convierte en uno de los grandes atractivos de la serie: nunca antes había quedado tan patente en el personaje su lado más oscuro como bruja y, de hecho, el resto de personajes "mágicos" de su entorno la instan a que siga los pasos marcados por Satán: el asesinato, la blasfemia y vender el alma al Anticristo son requisitos fundamentales para formar parte del grupo.

Las escalofriantes aventuras de Sabrina

A veces, ese enfoque siniestro de su religión se muestra con gran explicitud en la serie (hay muertes de lo más gráficas y crueles en algunos capítulos), por lo que cualquier atisbo de comedia adolescente que pudierais suponer desaparece en muchas ocasiones. La propia Sabrina, que tiene las ideas muy claras en cuanto a proteger a aquellos que ama (sean humanos o brujos), llega a abordar con decisión el lado más oscuro de la magia, no desde la comedia, sino desde el drama: los sacrificios humanos, la necromancia y las maldiciones comienzan a formar parte de su día a día.

Entonces, ¿no hay humor?

Algo hay, pero no tanto como pudierais esperar. En realidad, Las escalofriantes aventuras de Sabrina es una especie de drama adolescente, con sus correspondientes romances, crisis existenciales y relaciones accidentadas con los adultos, en el que el terror nos sorprende de vez en cuando, detrás de un telón de magia (vemos muchos y personajes de propiedades fabulosas, reglas cruciales sobre ritos a cumplir e incluso una escuela de brujería) y pequeños ramalazos de comicidad. Es algo así como un cruce entre la serie de los 90, Harry Potter y Buffy Cazavampiros. Y es que Sabrina, para velar por la seguridad de su novio Harvey Kinkle, sus amigas y su familia, se ve obligada a convertirse en heroína frente a otras brujas, demonios y fuerzas mágicas que está comenzando a asimilar.

De hecho, los personajes secundarios son casi tan ricos e interesantes como la propia Sabrina Spellman. Como era de esperar, sus tías Zelda (Miranda Otto, a la que recordaréis como Eowyn en El Señor de los Anillos: Las Dos Torres) y Hilda (Lucy Davis) juegan un papel clave en la trama y, aunque también tienen sus dramáticas historias, aportan en su relación algo de alivio cómico. Eso sí, con humor negro: Zelda es aficionada a matar y resucitar a su hermana cuando ella, muy británica y bonachona, la pone de los nervios.

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A estas alturas, muchos os preguntaréis "¿pero no aparece el gato Salem?". Sí que lo tenemos en la serie, pero en un papel mucho más discreto y nada cómico: aquí no habla y solo actúa como "Familiar", una especie de animal protector de Sabrina. De hecho, hay varios episodios en los que ni se le ve el pelo. Sí tienen mucha más relevancia las amigas de Sabrina, Roz y Susie, que a pesar de ser humanas tienen ciertos "potenciales" que se van descubriendo a lo largo de la serie, además del novio de la prota, Harvey, que es el verdadero asidero de la humanidad de la chica. Quizá resultan más interesantes el primo Ambrose, el Sumo Sacerdote Blackwood, las brujas rivales de Sabrina o la pérfida Mary Wardell. Muchos de ellos intentarán que Sabrina se entregue por completo a Satán, un argumento que flota a lo largo de los diez episodios de esta primera temporada (de en torno a una hora de duración, cada uno). De hecho, los secretos entre ellos y de cara al espectador, sus conocimientos mágicos (¡sí, recitan en latín mogollón, que eso impone más!) y sus tendencias hacia la Oscuridad dan mucho combustible al suspense y, en definitiva, al interés de la serie.

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También ahí reside una de las flaquezas de Las escalofriantes aventuras de Sabrina: la iconografía satánica es muy interesante, pero a la vez parece que sus responsables se la toman un poco a cachondeo (con expresiones como "unirse en blasfemo matrimonio", que parecen más propias de La Familia Addams) y eso erosiona la atmósfera oscura que se construye el resto del tiempo. La serie no parece tener claro a veces si busca ser una comedia, una historia de aventuras, algo más oscuro o todo a la vez. Tampoco ayuda el hecho de que ciertos personajes secundarios (como brujas o demonios que aparecen en contadas ocasiones) estén caracterizados con unos efectos prostéticos que no dan el pego. Parecen figurantes del Tren de la Bruja. Por suerte, el resto de efectos, el montaje e incluso la fotografía (con distorsiones de lente sutiles, pero efectivas en muchas ocasiones) sí presentan un acabado mucho más efectivo, que nos mete un liviano mal rollo en el cuerpo.

Las escalofriantes aventuras de Sabrina

La temporada 1 de Las escalofriantes aventuras de Sabrina cierra varias etapas pero abre muchas otras, por lo que parece clara la intención de sus responsables de crear un universo que se expanda durante varios años. Aunque no es redonda y todavía necesita perfilar un poco su enfoque, esta nueva serie de Netflix nos ha convencido al presentar un universo muy atractivo y cargado de potencial, gracias a unas actuaciones muy entregadas, especialmente por parte de la actriz protagonista, Kiernan Shipka (Mad Men). ¿Qué hay en el limbo, qué poderes pueden llegar a desarrollar las brujas, cuál es el plan último de Satán? Hay muchas preguntas que resolver y estamos seguros de que muchos, al igual que nosotros, querréis ir de la mano de la señora Spellman para descubrirlo. Pero cuidado, no vayáis a pisar un pentagrama...

VALORACIÓN:

Quizá no sea lo que esperas, pero ofrece un universo muy interesante y con visos de expandirse en el futuro. Abórdala sin complejos y te ofrecerá un entretenimiento razonablemente endiablado.

LO MEJOR:

La iconografía que genera a su alrededor, bien representada por unos actores idóneos para sus papeles.

LO PEOR:

A veces, parece muy bien qué enfoque seguir para la acción. Ciertos efectos prostéticos.
Hobby

79

Bueno

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