Crítica de Fargo V: El regreso más bestial que se podía imaginar

Decía Nathaniel Hawthorne que “el tiempo vuela sobre nosotros, pero dejas atrás su sombra”. Esa podría ser una visión muy romántica sobre el paso de los años y el morir del calendario, pero yo siempre he sido más de Milan Kundera y su postulado sobre que “el tiempo humano no gira en forma circular, corre hacia delante en una línea recta”.

Si partimos de esta base, como explicó el autor checoslovaco, “las personas no pueden ser felices”. A fin de cuentas, “la felicidad busca la repetición”. No es que tienda al pesimismo de manera deliberada, es que, sencillamente, formo parte de una generación que está más pendiente del tiempo que está pasando que de lo que está pasando mientras pasa el tiempo.

Vivimos a tanta velocidad, somos tan autoconscientes de que nos aproximamos al final de manera inexorable, que nos aferramos al cuánto y cuándo para volatilizar el cómo, el qué y el porqué. Cada decisión que tomamos pasa antes por un exhaustivo estudio de cuántos segundos ofrezco a cambio, y eso es probablemente lo que nos genera tanta ansiedad.

En ese contexto en el que vivimos, no debería sorprendernos que las miniseries y las series antológicas se hayan expandido como un reguero de pólvora y hayan dinamitado la tradición televisiva, amparada en el formato serial y las largas temporadas de 24 episodios. De un tiempo a esta parte, seguimos disfrutando de ver series, pero no las queremos tan largas.

Por favor, necesitamos disfrutar de una historia buena y bonita, pero sobre todo corta. Los estudios y las plataformas streaming, así como los propios creadores y ejecutivos, han comprendido que el inevitable relevo generacional conllevaba un cambio de paradigma en la realización de contenidos audiovisuales para la televisión. Y en esas estamos.

Netflix no hace otra cosa que estrenar miniseries, y cada vez con más frecuencia; y las series de antologías como Love, Death & Robots o True Detective, por poner un par de ejemplos exitosos, se postulan como las propuestas más inteligentes si uno quiere hacer sobrevivir sus franquicias más allá de una primera y hasta (¡oh, Dios mío!) una segunda temporada.

Pero ¿por qué nadie se acuerda de Fargo? La serie de televisión creada por Noah Hawley, el hombre detrás de Bones, Legión y la próxima adaptación televisiva de Alien, se presentó como un remake de la extraordinaria película de los hermanos Coen, pero en la pequeña pantalla. Y su ejecución fue tan sorprendente que incluso los detractores de la idea aplaudimos.

La segunda temporada vino a ser una recreación televisiva del estilo Tarantino; la tercera, una magnífica historia de conflictos masculinos con un estilo neo-noir cómico y muy oscuro, y la cuarta, un viaje al corazón de Missouri que se quedó a medio gas, a pesar de su fabulosa premisa y su construcción narrativa en virtud al crimen organizado estadounidense.

Ahora, después de llevarnos hasta Kansas City con esa comedia negra en los años 50, Noah Hawley vuelve a conducirnos hasta Minnesota con Fargo V. Una nueva historia independiente en este mismo universo que cuenta con un reparto estelar encabezado por Jon Hamm, Juno Temple, Jennifer Jason Leigh y Joe Keery, entre muchos otros. ¡Volvió Fargo a lo grande!

Una coctelera perfecta de violencia, drama, thriller y comedia negra

La historia de la quinta temporada de Fargo está protagonizada por Dot (Juno Temple). Esta mujer es un ama de casa bastante excéntrica. A pesar de tener una vida tranquila  feliz junto a su marido, Wayne, durante una reunión de la junta escolar todo saldrá por los aires. Dot pasará una noche en la cárcel por dejar seco a un policía y… Las cosas se irán de madre.

Sus huellas dactilares terminan en una base de datos federal y la mascarada del presente se volatilizará con el regreso de un paso que ya creía definitivamente enterrado. Este secreto de Dot tiene mucho que ver con Roy Tillman (Jon Hamm), un sheriff de Dakota del Norte que implanta una especie de sistema fascista para administrar la justicia a su antojo.

Este es el punto de partida de temporada 5 de Fargo que juega a medio camino entre El gran Lebowski y la cinta original (también de los hermanos Coen) que da nombre a la serie de televisión. Estamos delante no solo de una premisa de comedia negra, sino también de un desarrollo paralelo con grandes dosis de una violencia aterradoramente oscura.

Todo lo que rodea Fargo V y lo que habita en su interior tiene gracia, pero no la tiene al mismo tiempo. Es como uno de esos chistes tan graciosos que te contaba tu madre cuando eras pequeño y que, con el paso del tiempo, comprendiste que no eran un chiste, sino una llamada de auxilio de un adulto encerrado en su propia cárcel.

La nueva temporada de Fargo en la pequeña pantalla está muy cerca de las dos primeras temporadas. De hecho, es una extensión de ellas. No solo por su extraordinario reparto, sino por el soberbio equilibrio que alcanza entre una atmósfera hipercargada de violencia y oscuridad, y un tono cómico que orbita sobre la crítica socia más feroz.

Se podría decir que Noah Hawley, quien afirmó públicamente que no haría una quinta temporada de Fargo si no encontraba algo que contar que merecería la pena tras dos entregas bastante irregulares, ha encontrado la senda de regreso a Minnesota y nos ha entregado una de las mejores miniseries del año sin despeinarse.

Son pocos los elementos que no funcionan en Fargo V. Quizás alguna secuencia más desdibujada o gratuita, pero en una serie que juega a los excesos… Es fácil caer en la tentación de estirar demasiado el chicle y sobrepasar la línea. Es por sacarle algo de punta al lápiz. Como digo, todo funciona a la perfección. Incluso cuando juega al límite.

En ese límite, sin embargo, destaca un Jon Hamm que se lo ha pasado en grande. Su sheriff neofascista no solo es un retrato perturbador del Redneck estadounidense, sino también un deleite interpretativo para un actor que ya resulta controlador y amenazador con su mera presencia. Su Roy Tillman, definitivamente, devuelve a Fargo a sus orígenes.

Pero si hay alguien que ha carrileado la serie, que dirían ahora los jóvenes, esa persona es Juno Temple. La actriz lleva a cabo uno de los mejores papeles de su carrera. La anodina personalidad de Dot en los prolegómenos de la serie se transforma en una máscara cuando conocemos a la sorprendente superviviente que habita dentro de ello.

Los matices entre la vida que anhelabas y conseguiste y el pasado turbio y oscuro que quisiste dejar atrás se retratan en Fargo V con una efectividad pasmosa gracias a los esfuerzos interpretativos de Juno Temple. Fargo V es Dot y es Juno Temple. Pero también es el regreso de Noah Hawley a unas raíces que nunca debió abandonar.

En resumidas cuentas, la temporada 5 de Fargo que ya podéis ver en Movistar Plus+ es una de las mejores miniseries de 2023. Una extraordinaria propuesta televisiva que combina el thriller, el drama y la comedia negra para ofrecernos otro retrato demoledor sobre que el sueño americano se sostiene sobre las vidas de personas que ya no tienen derecho a soñar.