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Crítica de El faro, la magnífica película de Robert Eggers (La bruja)

El faro
Crítica de El faro, la nueva película de Robert Eggers (La bruja), protagonizada por los actores Willem Dafoe y Robert Pattinson... al borde de la locura.

Robert Eggers lo ha vuelto a hacer... conquista con su nueva película El faro (The Lighthouse), tras dejarnos de piedra hace cinco años con La bruja en la que se dio a conocer Anya Taylor-Joy. La actriz, por cierto, estará de nuevo a las órdenes del director en The Northman donde coincidirá con Willem Dafoe, Nicole Kidman, Bill Skarsgård y Alexander Skarsgård... Además de Claes Bang, cuya reinterpretación de Drácula tanta expectación está levantando.

Volviendo a la película que nos ocupa y que de forma tan tardía llega a nuestras salas comerciales, solo podemos deshacernos en elogios ante una monumental obra de arte que no tiene miedo alguno a la hora de arrastrar a los espectadores hacia el límite del abismo y mostrarles el camino hacia la locura. Eso haciendo la lectura más somera y literal de El faro, que, como veremos, tiene otras más profundas.

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Nos desplazamos a una remota isla de Nueva Inglaterra a finales de 1890 para conocer al veterano farero Thomas Wake y a su ayudante Ephraim Winslow que se ven obligados a convivir juntos durante cuatro semanas hasta que llegue el próximo relevo a sustituirles.

Las condiciones de vida allí son durísimas y las tareas recaen casi en su totalidad en el joven aprendiz, que debe mantener el faro en perfectas condiciones, encargarse de los quehaceres menos agradecidos y respetar las costumbres y supersticiones del mundo de los marineros. 

Pronto ambos hombres chocan de frente y todo se complica cuando el reemplazo no aparece en el plazo establecido y las cosas entre ellos se desmadran por completo. 

Como decíamos más arriba, se pueden hacer distintas interpretaciones de esta película. Más allá de lo obvio, está la de que el ser humano tiende al caos de forma indefectible. No hay que explicar, a estas alturas, el significado de un faro, elemento fálico por excelencia y el hecho mismo de que la película no es ni más ni menos que una representación de la masculinidad y la violencia que puede llegar a desencadenar aprisionarla y contenerla en los límites de la cordura y lo socialmente concebido como respetable.

¿Qué pasa cuando un individuo queda desgajado del grupo? ¿Qué sucede cuando está obligado a mantenerse en la más estricta soledad y pierde la noción del tiempo y de sí mismo? El elemento fantástico surge con las figuras de la luz y la sirena, que vienen a representar la amenazante sexualidad femenina, esa quimera para los marineros y ansiado símbolo del placer: la belleza a la que se teme tanto como se desea. 

El faro es una película muy valiente por numerosas razones: la primera de ellas es que la sostienen sobre sus hombros casi en su totalidad dos actores que realizan interpretaciones bárbaras tanto cuando hablan como cuando callan. Willem Dafoe y Robert Pattinson son dos elecciones de casting insuperables.La elección del formato de la imagen también comporta una serie de dificultades añadidas, máxime cuando se tiene un elemento como un faro que encuadrar en ella: una pantalla casi cuadrada y con un crudísimo blanco y negro, en el que no se busca tanto la nitidez de la imagen como el ruido, al que se suma una banda sonora en la que el zumbido es omnipresente, como un latente peligro que acecha de forma constante.

La fotografía, como decíamos, suele ser muy contrastada y la dirección de actores busca también ese enfrentamiento, dialéctico al principio entre mentor y aprendiz y, poco a poco, entre el viejo y el joven, el aparentemente loco y el aparentemente cuerdo. 

El faro
Universal Pictures

Dejarse seducir por la espiral descendente hacia los abismos de la locura es algo que solo Eggers es capaz de hacer de una forma tan exclusiva, con un tono de autor marcado por el expresionismo alemán en la que las caras ceñudas y retorcidas se enzarzan entre tinieblas mientras las estancias están bañadas por una luz exterior. 

El faro no es una película de terror en estado puro, pero resulta terrorífica ya desde que tenemos el mal fario de la gaviota traicionera. A partir de ahí, va absorbiendo elementos folklóricos que lleva a lo terrenal y ya es imposible salir de la película: te atrapa y horripila, pero a la vez te tiene hipnotizado hasta tal punto que necesitas llegar hasta el final.

Si albergabais alguna duda de que Pattinson podría ser un excelente Batman, id a ver El faro: constataréis una vez más que es un actor que vale mucho más que la imagen que nos dejó tras de sí la saga Crepúsculo: que tiene registro, tablas y, por decirlo suavemente, agallas, para encarar retos de altura. 

VALORACIÓN:

Ejercicio de asfixiante cine en el que la atmósfera opresora lo embarga todo: Robert Eggers reincide compaginando el folklore con lo fantástico con excelentes resultados.

LO MEJOR:

Las interpretaciones de Willem Dafoe y Robert Pattinson, los simbolismos, la banda sonora y el formato: ese crudo blanco y negro expresionista.

LO PEOR:

No es una película para todos los paladares: o entras en la espiral de locura que propone o puede parecerte un despropósito.
Hobby

90

Excelente

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