Crítica de Generación 56k, la serie italiana de Netflix que nos llevará de vuelta a los 90

¡Ah, los noventa! Aquella época en la que muchos de nosotros todavía éramos unos mozalbetes cuya mayor preocupación en la vida era traer buenas notas a casa para que no nos cayera una colleja como un castillo. Cuando cruzabas los dedos al usar Internet para que una llamada inoportuna no te chafase la tarde...

Sí, ha llovido un montón desde aquellos años en los que Internet se estaba extendiendo por el mundo. Ahora, plataformas como Netflix usan ese factor nostálgico para captar la atención de algunas de sus series, llámese Stranger Things o con documentales como The Toys That Made Us.

Ahora, Italia se suma a la tendencia retro con Generación 56k, una serie que nos transportará a finales de los 90 para hacernos revivir aquella época. 

Vamos con nuestra crítica de Generación 56k, que tenemos el módem echando humo. Ya podéis encontrar esta serie de ocho episodios en Netflix.

UNA HISTORIA DE AMOR, EN DOS TIEMPOS

Generación 56k (Generazione 56k) es, básicamente, una comedia romántica. Bueno, de hecho el "básicamente" es una floritura. Gran parte de la trama transcurre en el presente, donde dos treintañeros se reencontrarán gracias, en parte, a una de esas App de citas.

Su reencuentro les llevará a evocar muchos de los momentos que vivieron juntos (y por separado) en su infancia, cuando ambos vivían en la isla de Procida, en la costa napolitana.

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Uno de los "problemas" de la serie es que, una vez vista, vamos a sentir que es una comedia romántica extendida, quizás demasiado. Cumple absolutamente todos los clichés de películas como La boda de mi mejor amigo.

Siguiendo en esa línea, el principal atractivo de Generación 56k, que es precisamente el factor nostalgia, queda eclipsado por esta trama principal actual, con las idas y venidas románticas de los dos protagonistas.

INTERNET VA "A PEDOS"

La faceta noventera de Generación 56k la veremos a través de flashbacks que guardarán relación, más o menos, con lo que les está sucediendo a Daniel y Matilda en el presente.

A través de estos flashbacks nos sumergiremos en la Procida de 1998, con aquella conexión a Internet rudimentaria que nos hará recordar el sinvivir que pasábamos cuando se cargaban imágenes o se descargaban contenidos.

Las chiquilladas de Daniel y sus colegas son, probablemente, de lo mejor que tenemos en Generación 56k, ya que más de uno se sentirá identificado, en parte, con lo que les sucede o lo que sentían en aquellas edades.

Ahora, para golpazo nostálgico, el Fiat Panda de la madre de Matilda. A pesar de que la historia de la juventud de los dos protagonistas está muy lograda y ambientada, no podemos evitar notar que queda muy relegada a un segundo plano, casi anecdótico en algunos episodios.

EMULANDO A LOS CLÁSICOS

No pretendemos hacer un chiste con eMule (bueno, sí, ya lo hemos hecho, hala). Generación 56k tiene una historia romántica correcta, a veces con demasiado dramatismo provocado por los propios protagonistas de forma... algo forzada, pero en el fondo los humanos somos así de botarates.

Los personajes, a grandes rasgos, están muy estereotipados, algo que no sorprende a estas alturas. Identificaremos los roles que juegan todos en otras películas y los trasladamos a la historia de la serie de Netflix.

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Descúbrelas

Es una serie muy asequible: ocho episodios de entre 26 y 33 minutos, media hora para redondear. Se consume muy fácilmente del tirón o en dos o tres veces. 

Como hemos mencionado más arriba, la sensación es la de estar viendo una película larga, ya que las  tramas no abarcan demasiados días.

Si sois consumidores habituales de comedias románticas, Generación 56k os va a gustar, y os dejará ese toque de nostalgia para tocaros la fibra. 

La trama principal tiene muchos guiños a películas como Tienes un e-mail, pero ambientado en una época más actual. Sin embargo, si no tenéis gusto por ese género, es posible que el factor nostalgia no sea suficiente para manteneros interesados.