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Crítica de El maestro que prometió el mar: la visión de un profesor de la República

El maestro que prometió el mar

Crítica de El maestro que prometió el mar, la película dirigida por Patricia Font y protagonizada por Enric Auquer y Laia Costa que nos lleva de la luz a la oscuridad.

En las últimas semanas se ha estado oyendo hablar cada vez más de El maestro que prometió el mar, el filme de Patricia Font que además acaba de llevarse el premio a mejor película española en el VII Festival Cine por Mujeres de Madrid y se estrena este 10 de diciembre.

La película se sumerge en unos temas bien conocidos por nuestro cine: la educación en la Segunda República, las tensiones sociales, el golpe de Estado y, décadas después, las fosas comunes. Además, está narrada desde dos líneas temporales, 1936 y el presente.

A pesar de que todo pueda parecer un tópico, lo cierto es que El maestro que prometió el mar es una obra con aciertos que sabe encontrar una identidad propia y además se toma riesgos poco habituales en el género.

El maestro que prometio el mar

En el pasado narra la historia real de Antoni Benaiges, un profesor de Tarragona que destinan a un pequeño pueblo de Burgos, Bañuelos de Bureba. Con acento catalán, se encuentra en un entorno alejado donde trata de enseñar a través de su utópica y revolucionaria mirada.

Esto despierta conflictos con el cura y con la perspectiva conservadora y poco ambiciosa del pueblo en cuanto a prosperidad. La labor del maestro es despertar la curiosidad y que los niños se diviertan, algo que consigue mediante innovadores aprendizajes.

No es difícil imaginar cómo acaba la historia, aunque el recorrido sea lo verdaderamente importante. Todo esto tiene su espejo en el presente, con Ariadna buscando los restos de su bisabuelo, ejecutado en la guerra.

Ambas historias se van contando a lo largo de metraje y Enric Auquer y Laia Costa, el profesor y la joven del presente, son de lo más destacado de una película que tiene mensaje, pero que no intenta dar todas las respuestas ni ser complaciente.

 

Aún quedan preguntas sin responder

El maestro que prometió el mar es una película que inquieta desde el principio. La trama que se desarrolla en el presente, con una protagonista incómoda en todo momento, lleva al trabajo en las fosas comunes, las deudas pendientes y la incomprensión entre personajes.

La mirada de Patricia Font no es aduladora, sino que se posiciona en el agotamiento de la búsqueda, sea la de los restos, la financiación o algo tan necesario como respuestas a lo ocurrido. Por eso, Ariadna pregunta, vaga y encuentra multitud de obstáculos que vienen a decirnos que todavía queda mucho trabajo por hacer.

En esta línea temporal está el aspecto más agridulce y duro de la película, a pesar de no contener más drama que la vida misma.

El maestro que prometio el mar

Quizá la visión idealizada de algunos momentos es lo más discutible de la parte que se desarrolla en los meses previos a la Guerra Civil. Aquí, la labor del profesor y sus consecuencias pecan de cierta inocencia, quizá amparada en que la narración se hace desde el punto de vista de los niños.

Entre lo más destacable se encuentra el choque generacional, más que el social, antes de que llegue el golpe de Estado.

El maestro que prometió el mar toma algo de distancia en este punto de explosión y evita mostrar lo desagradable para centrarse en la humillación y la ruptura que supone la violencia. En contraste con la mayoría de películas de este tipo, es un tramo que ocupa bien poco dentro de la historia.

Al terminar el visionado de la película de 110 minutos queda una sensación triste a pesar de lo emotivo de los últimos momentos. Las pocas sonrisas que se ven son las del pasado, las de las clases (o el recuerdo de estas); solo se deja para el presente amargura y preguntas.

Dentro de este género que son las películas sobre Guerra Civil y fosas, queda claro que estamos ante un largometraje que sabe hacerse un espacio propio y que desde cierta modestia logra convencer, sobre todo gracias a las interpretaciones de los actores.

VALORACIÓN:

El maestro que prometió el mar es una película de memoria histórica, con subrayado en lo ocurrido, que cuenta con el buen trabajo de Enric Auquer y Laia Costa, así como con una dirección adecuada. Sabe tratar dos líneas temporales y acaba por convencer, aunque en algunos momentos le cueste encontrar el ritmo.

LO MEJOR:

Tiene una identidad propia, no es complaciente y destacan los dos intérpretes.

LO PEOR:

Algunos momentos son demasiado idílicos y no descubre nada nuevo.
Hobby

73

Bueno

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