Crítica de La maternal, la nueva película de Pilar Palomero (Las niñas)

Después del exitazo de su ópera prima Las niñas, la directora zaragozana Pilar Palomero sigue internándose en el universo de la intimidad femenina en La maternal, donde se vale de un cine de corte casi neorrealista para seguir a una joven adolescente.

La película se presentó en la sección oficial del Festival de cine de San Sebastián en la que la actriz Carla Quílez fue premiada con la Concha de plata a la mejor actuación protagonista (ex aequo con Paul Kircher).

La maternal, rodada entre Barcelona y la comarca de los Monegros en Aragón, nos presenta a Carla, una desafiante y rebelde joven que vive en un viejo restaurante de carretera a las afueras de su pueblo.

De su educación se ocupa una jovencísima madre soltera a la que le resulta imposible controlarla: falta a menudo a clase, se pierde en su mundo y pasa mucho tiempo con su amigo Efraín. Siempre parece enfadada con el mundo y discuten día sí y día también.

Cuando la trabajadora social del instituto descubre que está embarazada de cinco meses, ya es demasiado tarde para plantear la opción del aborto, así que Carla es internada en "La maternal", un centro de acogida para madres menores de edad donde conoce a otras personas en su misma o parecida situación.

Allí llevará a término su embarazo y se verá en la tesitura de cuidar de un bebé junto al resto de sus compañeras, una tarea para la que apenas han tenido tiempo para prepararse y que les va a suponer un fuerte choque emocional por diversas razones: la inmensa responsabilidad, el rechazo de la sociedad y las dificultades que entraña de por sí.

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La debutante Carla Quílez y Ángela Cervantes (Vida perfecta) encabezan un reparto que por lo demás cuenta con muchas actrices no profesionales que simplemente desarrollan un papel parejo al que les ha tocado vivir en su día a día, como es el caso de la trabajadora social del centro o algunas de las mujeres que hablan de sus experiencias particulares.

Sin lugar a dudas, el mayor mérito de la película es el riesgo que adopta al afrontar una realidad que sigue siendo tabú y dar visibilidad a las jóvenes, ya sean niñas o adolescentes que pasan por estas situaciones.

La casuística es infinita y hay todo tipo de casos: abusos sexuales, relaciones prematuras y desinformadas, y en la mayoría de las veces dos ingredientes que se unen como son la falta de una formación básica sexual, afectiva y emocional y entornos bastante hostiles en los que falta el cariño.

La maternal obvia, mediante algunas importantes elipsis narrativas, algunos de los momentos fundamentales del proceso, como el parto, dado que se presta atención a otras cosas como por qué se han quedado embarazadas, por qué no han podido abortar, cómo era la relación con su familia, su preocupación por tener que dejar los estudios o cómo la sociedad las señala con el dedo.

El problema de la película reside en la narrativa: entre lo machacona que es la banda sonora y su calidad de retrato social en exceso alargado, el visionado es bastante tortuoso. Cierto es que el recurso de la cámara en mano casa muy bien con las intenciones realistas de la historia, pero se hace bastante pesada en su tramo central.

A su favor la falta de una implicación emocional directa en ningún sentido: La maternal no es una película provida pero tampoco ataca a las niñas-madres, solo expone el sinsentido de su situación en un momento en el que deberían ser cuidadas más que convertirse en cuidadoras.