Crítica de Misterios sin resolver, cuya segunda tanda de episodios ya está disponible en Netflix

Lo prometido es deuda y ya se nos anunció hace un tiempo que hoy, 19 de octubre, llegaría a Netflix una segunda tanda de episodios de Misterios sin resolver en los que se seguiría indagando en casos que no habían llegado a un final satisfactorio. Es el caso de cinco de los seis nuevos capítulos: "El asesino infiltrado", "Una muerte en Oslo", "El fugitivo del corredor de la muerte", "La mujer del lago" y "Niños robados".

Algunos de ellos, son casos muy sonados que han tenido una importante repercusión mediática en el pasado. No obstante, puede que, si se obtienen nuevas pistas prometedoras, alguno de ellos llegue a reabrirse, como sucedió con el dedicado a la muerte de Alonzo Brooks.

Por supuesto, la forma no varía un ápice: de nuevo nos hallamos con un formato documental basado en testimonios y con evidencias en forma de vídeos, fotografías y recreaciones plausibles de los hechos, sin un presentador que guíe la narración más allá del propio material en el que vamos buceando hasta quedarnos con las explicaciones más sólidas, pero aún así con dudas que en principio parecen imposibles de contestar.

Al igual que ya sucediera en la primera tanda de Misterios sin resolver con el capítulo de "El OVNI de Berkshire", el plano paranormal o sobrenatural solo se explora en uno de ellos relacionado con el gravísimo tsunami que azotó Japón en 2011. Y se hace desde una perspectiva casi sociológica, analizando el fenómeno de las experiencias relacionadas con fantasmas como una forma de canalizar el dolor teniendo siempre en mente la idiosincrasia, los ritos y tradiciones orientales, tan distintas a las nuestras, sobre todo en lo que se refiere a la espiritualidad y la concepción de la muerte.

"Espíritus del tsunami" es el episodio que retrata una tragedia colectiva y uno que más impactan por la magnitud de la catástrofe y las escalofriantes cifras de vidas perdidas. Pero sorprende el tratamiento de los hechos, buscando de alguna forma más un consuelo y terminando de una forma casi alegre que permita abrir una nueva etapa. Es un episodio dedicado a las víctimas y, de alguna manera, al amor que les profesan aquellos a quienes dejaron.

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Esta segunda tanda de Misterios sin resolver deja un poso de tristeza tremendo. Más que despertar curiosidad o alimentar el morbo hacia lo desconocido, más bien nos mete en los zapatos de los familiares que han perdido a seres queridos en circunstancias extraordinarias y nos llevan a empatizar con su sentimiento de incertidumbre e irreparable pérdida.

Como decíamos la mayor parte de los casos tuvo lugar tiempo atrás, siendo el más reciente el de "El asesino infiltrado", que relata la línea cronológica de las últimas horas de vida de Jack Wheeler, un asesor de la Casa Blanca aquejado de un trastorno de bipolaridad cuyo cadáver fue hallado en un vertedero en 2010. En ciertos casos, está claro que solo la incompetencia o la falta de medios e imaginación de los investigadores encargados de esclarecer los hechos, ha podido conducir a callejones sin salida por falta de pruebas o malas decisiones de fatales consecuencias. Es por ello que estamos ante una serie colindante con el "true crime" tan de moda a día de hoy pero en el que el factor humanista está muy remarcado. Puede que solo la obstinación de las familias consiga que la luz llegue al fin algún día a iluminar los rincones más oscuros de estas desgracias.

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Puede que uno de los pequeños pecados de esta segunda tanda de episodios de Misterios sin resolver sea el de presentar casos que se parecen demasiado entre sí (se agradecerían más casos internacionales) y también el de no conseguir unir mucha más información que la que ya está disponible en la red (también estaría bien darle espacio a misterios menos conocidos).

Es el caso de "Una muerte en Oslo", centrado en la investigación de la muerte de una misteriosa mujer conocida como Jennifer Fairgate pero cuya identidad real y situación anterior a su deceso se desconoce o la de los bebés arrebatados de sus madres a plena luz del día de "Niños robados"... Al punto de que son los episodios más breves porque no hay ya nuevos hilos de los que tirar... No hay lugar a dudas de que la serie va a ser un magnífico amplificador que puede ayudar a encontrar nuevas pistas, así que esperemos que el poder de penetración de Netflix obre el milagro de conseguir nuevas pistas que conduzcan a las respuestas a los interrogantes presentados. Eso sí, ya os lo adelantamos, vais a sentir más tristeza y empatía que curiosidad y temor.