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Crítica de Oni: La leyenda del dios del trueno, una hermosa animación de Netflix

Oni: La leyenda del dios del trueno (Netflix)

Oni: La leyenda del dios del trueno es la nueva propuesta animada de Netflix. Una historia de fantasía y mitología con un gran corazón.

Netflix y la animación tienen una relación muy sana y Oni: La leyenda del dios del trueno es una buena prueba de ello. En los últimos años, nos hemos acostumbrado a un nivel de calidad altísimo por parte del gigante del streaming a la hora de proponer productos animados.

Podemos recordar el reciente caso de Cyberpunk: Edgerunners como ejemplarizante, pero lo cierto es que Arcane: League of Legends se llevó una matrícula de honor y probablemente significó uno de los mejores estrenos de toda su historia, con la cortesía de BoJack Horseman.

No obstante, Oni: La leyenda del dios del trueno no tiene nada que ver con ninguno de estos proyectos, ni siquiera en materia de animación. La obra de Daisuke 'Dice' Tsutsumi es una extraña mezcla entre la animación 3D y la legendaria técnica del stop motion.

El resultado es una fascinante (y algo inquietante) historia de fantasía y mitología con influencia asiática. Una tierna aventura de autodescubrimiento donde el espectador se deja llevar por un hermoso mundo lleno de colores, olores y sabores.

Oni: La leyenda del dios del trueno es una miniserie de cuatro episodios (en total, 158 minutos de duración) ambientado en un mundo lleno de dioses y monstruos excéntricos de la mitología japonesa.

Sigue a una de las hijas de espíritu libre de la criatura llama Onari. Ella está decidida a seguir los pasos de los poderosos héroes de la tradición, pero sus poderes únicos aún no se han revelado.

La serie explora conceptual el hecho de si ella tiene el poder o no para proteger su pacífica aldea de la presencia invasora un misterioso Oni que amenaza a los mismísimos dioses.

Producida por Tonko House y mezclando diferentes técnicas de animación, tanto modernas como clásicas, la mezcla resultante posee el tono adecuado a la historia y a la realidad en la mayoría de países asiáticos, donde lo viejo y lo nuevo se dan la mano para formar un todo único.

Probablemente, Oni: La leyenda del dios del trueno puede resultar ciertamente infantil. Su personaje protagonista y el lenguaje que emplea para desentrañar los misterios de este universo de fantasía están más cerca de un público infantil que de un espectador adulto.

Además, se apoya ostensiblemente en la tradición asiática. Para la audiencia occidental, ésta es una barrera que siempre ha podido provocar cierto rechazo. Es difícil sentirse identificado con tramas, personajes, conceptos o dioses que nos son ajenos. Algunos lo abrazamos, por esa diferencia; pero hay personas que no son capaces de generar una empatía plausible.

En última instancia, esta nueva película de animación de Netflix también puede provocar cierto rechazo visual. No por el apartado estético o artístico, que es delicado y preciosista, sino porque nuestros ojos y nuestros televisores se han desapegado considerablemente de la técnica stop motion.

A mí siempre me ha parecido un vehículo narrativo y técnico de hermosa factura. Siempre ha conseguido despertar mi curiosidad y mi pasión por el cine animado. Sin embargo, comprendería que alguien no lo encuentre tan agradable en esta miniserie. Especialmente porque choca frontalmente con su compañera de viaje, la animación 3D más mainstream.

 

En resumen, Oni: La leyenda del dios del trueno es una bonita miniserie animada de Netflix. Tiene grandes virtudes, pero también algunos pequeños defectos. Pero se hace amena, es hermosa de ver, te presenta elementos mitológicos muy interesantes y te recuerda lo importante que es conocerse a uno mismo para poder mirar al futuro a los ojos.

VALORACIÓN:

Oni: La leyenda del dios del trueno es una hermosa historia de aprendizaje y autodescubrimiento en un contexto fantasioso y mitológico. Una extraña e inquietante mezcla de animación 3D y stop motion que prueba una vez más que Netflix y lo animado tienen un gran futuro por delante.

LO MEJOR:

El apartado artístico y estético. Lo bonito que se ve. La extraña mezcla de animaciones.

LO PEOR:

El tono infantil de la miniserie y lo inquietante de las imágenes resultantes.
Hobby

65

Aceptable

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Etiquetas: Netflix