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Crítica de Parliament temporada 2 - La política europea más ridícula en Filmin

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Parliament

Crítica de la segunda temporada de Parliament, la comedia belga situada en el Parlamento Europeo que desmitifica todo lo referente a la alta política.

En los últimos años hemos podido ver el auge de las series de política. Dejando de lado clásicos como El ala oeste de la Casa Blanca, con House of Cards se inició un interés generalizado por el género que ha llevado a los espectadores hacia series como Baron Noir, Veep o esta comedia belga que ya llamó la atención con su primera temporada: Parliament.

Parliament es en principio una serie sencilla situada siempre en un mismo entorno, el Parlamento Europeo. En ella se narran las aventuras de un asistente novato en este mundo plagado de políticos inútiles, lobistas, ONG, funcionarios europeos y ante todo mucha burocracia.

La serie tiene un plantel de unos cinco personajes habituales y el clásico esquema de una circunstancia por capítulo mientras hay un arco de temporada, en esta un hipotético European Blue Deal. Es simple en apariencia, aunque con un conocimiento de sus puntos fuertes que la convierte en una opción más que recomendable.

Parliament

Parliament está capitaneada por el actor Xavier Lacaille que se caracteriza de forma muy acertada para emular al inocente y divertido asistente. La serie se centra en la distancia entre los trabajadores de segunda línea y los políticos, siempre manipuladores y cutres, esto último al estilo de las distintas temporadas de Juan Carrasco.

Es una serie coherente en la que casi parece obligatorio el visionado subtitulado al poder escucharse en los capítulos de 25 minutos hasta cuatro o cinco idiomas distintos, además de los problemas comunicativos recurrentes entre hablantes de distintos países. 

Aquí no se opta por extraños movimientos para imponer una lengua sobre otras, cada uno se comunica de forma lógica y en función de la situación. Esto muestra que se sigue manteniendo un respeto hacia el espectador y ayuda a que sea más inmersiva la estancia en el Europarlamento.

En la segunda temporada hay algunos cambios respecto a la primera. Los principales son que el protagonista es asistente de otra política distinta y tiene una relación sentimental con la activista española de una ONG. Pero no se ha perdido casi ningún personaje y los de la primera temporada siguen sus propios caminos.

Es inevitable comparar la segunda temporada con la anterior y debo decir que a rasgos generales se vuelve un poco más ridícula, aunque sin caer en demasiados excesos

También se observa un dominio mayor de las herramientas que se tienen. La trama avanza con solidez y apenas se pierde el tiempo en explicaciones: la política se hace y muestra sola, no hace falta ser didácticos.

Además es interesante que la serie se adentre con mayor detalle, aunque el mismo tono, en todo lo referente a los lobbies y la picaresca que hay detrás.

Sin embargo, se ha añadido una trama que resiente un poco la historia: la relación sentimental con la activista española. Aporta poco y el triángulo amoroso que expone es quizá lo más tópico, tanto que reduce el interés a ratos.

Ser tan continuista a pesar de los cambios que se suman es un acierto vistas las posibilidades que ofrece el entorno. En esta nueva temporada se sigue transmitiendo una agradable frescura con la historia, aunque también genera ciertas dudas de si en una tercera se estancaría la serie.

Parliament sigue siendo un pasatiempo más que digno que Filmin ha tenido el acierto de traer a nuestro país y que puede funcionar con cualquier tipo de público. Los capítulos de 25 minutos se devoran con tanta rapidez que la temporada se ve en un par de tardes sin que flaquee, y todo esto tratando al espectador como adulto.

VALORACIÓN:

La segunda temporada de Parliament se hace fuerte en lo que mejor funcionó en la primera e introduce nuevos personajes para mostrar aún en mayor profundidad los mecanismos de la política europea. Es una comedia efectiva a pesar de su aparente modestia y ante todo se mantiene coherente.

LO MEJOR:

La fórmula sigue funcionando y el Parlamento Europeo y los personajes que lo poblan no escapan a la sátira, es una serie que se devora.

LO PEOR:

La trama del triángulo amoroso resulta demasiado típica y se percibe cierto estancamiento que hace pensar en si la serie continuará.
Hobby

73

Bueno

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