Crítica de Resident Evil: el survival horror se renueva para la era postcovid y pierde fuelle a medida que se desarrolla

Ya hemos visto los ocho episodios que conforman la primera temporada de Resident Evil, una serie que aspira a la renovación, a juzgar por los muchos flecos que quedan colgando sin resolución clara y que va a aterrizar en Netflix el próximo jueves 14 de julio. La duración de cada episodio bascula entre los 40 y los 60 minutos, así que hay que echarle una paciencia que no está recompensada del todo.

Pero la cuestión que todos os estaréis preguntando es qué tiene en común con los videojuegos, si es que tiene algo. Podríamos decir que la serie quiere funcionar como una secuela, dado que se alude a lo sucedido en Raccoon City y se apoya en sucesos de sobra conocidos que los personajes van descubriendo a medida que avanza la trama.

Nada que ver con las películas de Anderson, por cierto, que era la única referencia que tenía el actor Lance Reddick para interpretar a Albert Wesker. Así que por el lado de la fidelidad, esperad poca o ninguna, aunque sí vais a ver puntuales guiños o referencias.

Los expertos jugones, pronto se darán cuenta de que no hay un conocimiento profundo de la materia a tratar... si acaso, cierta inspiración.

Como ya sabíamos, gracias a la sinopsis que se compartió como material promocional de la serie, Resident Evil se desarrolla en dos planos temporales distintos. 

Por una parte tenemos a dos jóvenes que se mudan a New Raccoon City en 2022, una ciudad sudafricana donde tiene su base la Corporación Umbrella, dirigida ahora por Evelyn Marcus, la hija del doctor James Marcus.

Su gran aliado es Albert Wesker que, contra todo pronóstico, no se erige como el gran antagonista de la ficción, sino que es casi un modulador de las ambiciones de Evelyn, dado que dirige su empeño a encontrar una cura para el Virus-T, que hace estragos y proteger a sus hijas mellizas Billie y Jade.

Avance de la serie de Resident Evil de Netflix, con algunos huevos de pascua para los amantes de los juegos

Faltan tres meses para que se produzca una suerte de apocalipsis mundial y éste es el momento en el que empiezan a caer las fichas de dominó para que así sea, contando como hito con el "desastre de Tijuana".

Y es que, adicionalmente, el Virus-T forma parte de un compuesto llamado Alegría con el que Umbrella quiere controlar la atención y el comportamiento de la población como si se tratara de una droga de control mental (cualquier parecido con Spiderhead es pura coincidencia). Todo está encaminado al logro de grandes beneficios financieros, pero va a descarrilar estrepitosamente.

Lo sabemos porque desde el comienzo visitamos el año 2036, en el que Jade Wesker es ya una adulta unida a un programa de investigación de una universidad situada en un barco en el que se siguen cultivando las ciencias y las letras.

En él viajan su mejor amiga Amrita, su pareja Arjun y su hija Bea. El grupo busca de forma desesperada una cura para el virus que deje atrás la carnicería que llevan a cabo los infectados, sedientos de sangre y las criaturas modificadas genéticamente de tamaño descomunal entre las que podemos contar arañas y orugas gigantes.

Así que de base, lo que se mantiene es que Umbrella es el mal absoluto, hay hordas de zombis de los que corren que se las pelan (los caminantes que están un poco de atrezzo en The Walking Dead no tienen nada que ver con estos) y un montón de amenazas biológicas de aspecto repugnante (los tacos, la sangre y las vísceras son el común denominador).

Además, hay giros de guion en los dos episodios finales con momentos que dan para meme de regalo como el bailecito que se marca Evelyn (Paola Núñez, La purga) o algún momento que de tan confuso y rebuscado que es, te saca de la historia a patadas.

Lo curioso es que hacia la mitad de la serie de Netflix, Resident Evil tiene un par de momentos ci-fi que llegan a ser de interés elevado por el talento de Lance Reddick (Fringe), pero se echan por tierra cuando se retoma el drama adolescente recurrente (y previsible) y la montaña rusa de Umbrella, que roza lo ridículo.

Por si os lo preguntáis aún, la serie no da miedo, algo que tendría que haber sido un pilar fundamental en su desarrollo. A pesar de que Bienvenidos a Raccoon City fuese una película muy fallida, sí que consiguió crear una ambientación más próxima al espíritu del juego, aunque se tomara mil y una licencias respecto al contenido.