Crítica de la segunda temporada de Euphoria, de estreno en HBO Max

¡Llegó el día de reencontrarse con los personajes de Rue y Jules! Si sois fans de Euphoria, HBO Max ha lanzado hoy mismo el primer episodio de los siete que hemos podido ver con antelación de la segunda temporada de la serie. Se titula "Trying to Get to Heaven Before They Close the Door" ("Tratando de alcanzar el cielo antes de que cierren la puerta") y se ambienta en Nochevieja.

Después de arrasar con la primera temporada, pudimos ver dos episodios especiales que ha servido de bisagra antes de este ansiado regreso: "Las rayadas no duran para siempre" ("Trouble Don't Last Always") y "A m*marla" ("Fuck Anyone Who's Not a Sea Blob"), que se desarrollaban en las Navidades.

En ellos Sam Levinson (Malcolm & Marie), el creador de la serie, trataba de desarrollar por separado las historias de las dos protagonistas principales antes de reunirlas para separarlas de nuevo (y dejarnos hechos puré de paso).

Ellas son el corazón de la historia y está claro que es su historia de afecto/amor/dependencia la que mueve la serie y sirve de catalizador a las adicciones de la protagonista, en un bucle de autodestrucción en el que la veremos tocar fondo como nunca antes (y es mucho decir teniendo en cuenta que ha estado a las puertas de la muerte ya en varias ocasiones).

La segunda temporada de Euphoria, no obstante, no abre precisamente con Rue (Zendaya) y Jules (Hunter Schafer) cuyo magnetismo sigue intacto, por no decir que se ha reforzado, sino con otro personaje del que aún no sabíamos demasiado: Fezco.

Si os preguntabais de qué clase de familia desestructurada había surgido alguien así y por qué su hermano Ash es como es... ahora encontraréis el por qué.

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Pero la racionalidad no es el punto fuerte de la serie, porque son adolescentes quienes protagonizan las tramas de esta descarnada ficción en la que el componente trágico (y poético) está tan presente desde las realidades más desagradables: lo escatológico, lo sexual, las adicciones y la intensidad emocional de todo ello.

Euphoria lo desmitifica todo y pone en el foco los verdaderos motores de una juventud acomodada y despreocupada como son el morbo y la evasión (a falta de problemas reales), pero a la vez le da al conjunto una capacidad de calar en la audiencia inaudita porque es capaz de atraparnos en la belleza de esa vulnerabilidad que tenemos frente a las narices y nos negamos a ver.

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Vamos, en resumidas cuentas, sigue siendo una serie provocadora y no rehúye de la polémica (está al límite de lo soportable a veces incluso, suponiendo un reto mantener la vista en el televisor) pero no deja de ser también un espectáculo de primera categoría a nivel visual y rompedor por el tono.

El equipo artístico sigue funcionando a pleno rendimiento para crear una ambientación y unos estilismos que tienen personalidad propia y le confieren a las imágenes una capacidad de impactar muy peculiar.

Los nuevos episodios no van a dejar a nadie indiferente y van a llevar a los personajes a otro nivel. Adquieren un mayor protagonismo, como decíamos, Fezco (Angus Cloud), Cal (Eric Dane) o Lexi (Maude Apatow) en detrimento de McKay (Algee Smith),  Kat (Barbie Ferreira) o Ethan (Austin Abrams) y se alza por encima del resto de secundarios Cassie (Sydney Sweeney).

En el lado de lo negativo, seguimos encontrando lo mismo que en la primera temporada: la glamourización del sufrimiento.

Euphoria se recrea de forma recurrente en la miseria, en la decadencia y en la tortuosa forma en la que ciertos personajes van cayendo cada vez más bajo hasta ser unos auténticos arrastrados. Es doloroso ver algo así, por más que sea premeditado y sin lugar a dudas su gran punto débil.

Para compensar, se ha introducido en esta nueva temporada algo de humor, porque si no entrara algo de luz en tanta turbiedad sería insufrible... además de que hay incorporaciones que "refrescan" el ambiente como Elliot (Dominic Fike), que servirá también como alivio de las tragedias personales de las protagonistas.

No deja de ser preocupante también que pueda tener un efecto contrario al deseado y, en lugar de servir de advertencia y de visibilización de algunos de nuestros problemones como sociedad pueda terminar sirviendo para insensibilizarnos ante ciertas barbaridades que no dejan de serlo porque se muestren con naturalidad.

A falta de ver el desenlace, que llegará con el octavo episodio, podemos decir sin ambages la segunda temporada de Euphoria ha conseguido volver a volarnos la cabeza.