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Crítica de Somos La Ola, la serie "revolucionaria" de Netflix

Somos La Ola

Una de las mayores virtudes de Netflix es que nos acerca producciones con orígenes de todo tipo. Claro que nos mola alguna superproducción estadounidense o alguna peli española cada dos por tres, pero también es interesante ver qué hacen nuestros vecinos europeos. De Alemania, hemos recibido sorpresas tan agradables como Dark y ahora llega otra propuesta muy ambiciosa de nuestros amigos de Deutschland: Somos La Ola. Esta serie de Netflix consta de 6 capítulos (al menos, por ahora, pues el final da pie a más acontecimientos) y nos lleva a seguir las andanzas de Lea (Luise Befort), una joven acomodada cuya percepción de la sociedad cambia de golpe cuando el joven Tristan (Ludwig Simon) llega a su instituto y la reta a ver más allá de todo lo que da por hecho, a criticar las cloacas de su sociedad.

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Ellos se unen a Zazie (Michelle Barthel), Rahim (Mohammed Issa) y Hagen (Daniel Friedl), tres compañeros de clase, para crear el movimiento clandestino La Ola, con el que quieren sabotear las instituciones corruptas de su ciudad y hacerlo ver en las redes sociales para que la sociedad despierte. Algunos matices de la historia y el propio título de la serie ya os sonarán y es que, efectivamente, se basa en el libro La Tercera Ola, que a su vez dio pie a la película La Ola, que a su vez dio pie a la novelización... Aún así, mientras que los materiales originales se centraban en cómo todos somos fáciles de adoctrinar si se nos manipula de la forma correcta, esta serie se centra más en qué debería hacer un grupo para "revolucionar" de la forma más efectiva a la sociedad y ayudar así a crear un mundo mejor.

La idea es interesante y cada personaje tiene su trasfondo bien marcado: la niña bien que está dispuesta a romper con todo, el joven deslenguado y ambicioso, el musulmán alegre pero discriminado por su raza y religión, el chico poco atractivo pero valiente como ninguno y la chica de perfil artístico con traumas bien guardados. Todo ello, podría ser el caldo de cultivo para que la temporada 1 de Somos La Ola resultara apasionante, pero incomprensiblemente, la emoción nunca acaba de arrancar del todo.

Somos La Ola

Posiblemente, se deba a que esta serie de Netflix es demasiado benévola consigo misma: los protagonistas conectan de forma demasiado rápida, sus infiltraciones en empresas de primer nivel son incomprensiblemente sencillas... Todo es demasiado conveniente, demasiado fácil para hacer que la trama avance y eso resta emoción.

También se echa en falta más crudeza en los acontecimientos. A fin de cuentas, se abordan hechos tan reales como preocupantes: los desahucios, el racismo, el renacer del fascismo entre algunos segmentos de la juventud, la impunidad de las grandes corporaciones... La serie esconde reflexiones de calado, pero todo sucede de una forma algo superficial en lo narrativo.

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En los dos últimos capítulos, las tensiones se agudizan un poco y hay más margen para engancharse, pero nunca llegamos a estar en vilo o realmente sorprendidos, algo que sucedía en la obra original en la que se inspira esta Wir Sind Die Welle (así se llama en su versión original).

A pesar de todo, los valores de producción son buenos y todo se presenta de forma elegante, con planos bien trabajados e iluminados y algunos efectos de montaje para representar la viralidad de las acciones que no son novedosos (pantallas de móviles y chats que se funden con la acción real), pero sí resultan efectivos.

Somos La Ola

La música también está elegida, aunque a veces nos sugiera una tensión que, de nuevo, nunca llega a eclosionar como debería. En definitiva, Somos La Ola es una serie interesante, que nos propone algunas ideas tan urgentes de asimilar como nobles (¿cómo debemos actuar realmente para cambiar las cosas?), pero que carece de la contundencia del original en el que se inspira y eso hace que su visionado se haga un pelín más espeso de lo necesario. Aún así, quizá más de uno penséis "wie interessant ist das".

VALORACIÓN:

Tiene buenas intenciones y visualmente es sugerente, pero falta contundencia en los acontecimientos y en el carácter de los personajes. Con todo, sirve para invitarnos a reflexionar.

LO MEJOR:

Algunas ideas sobre la sociedad actual que pone sobre la mesa. Tiene planos muy elegantes.

LO PEOR:

Los acontecimientos y las reacciones de los personajes están un poco descafeinados y eso hace que los episodios se hagan algo largos.
Hobby

68

Aceptable

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