Crítica de la temporada 2 de Control Z, ya disponible en Netflix

Hoy, miércoles 4 de agosto de 2021, ha visto la luz en Netflix la segunda temporada de Control Z, la serie mexicana que explora las relaciones entre los alumnos del Colegio Nacional. Después de lo sucedido en la primera temporada tras el brutal final, ahora toca hacer frente a las consecuencias.

Tras el entierro de Luis y pasado el verano, arranca un nuevo curso y todo el mundo parece haber olvidado lo sucedido. Sin embargo, pronto los alumnos vuelven a recibir una serie de mensajes escabrosos desde el perfil del fallecido en los que pide que se entregue Gerry Granda, el causante de su muerte, que se halla fugado de la justicia.

Esto supondrá un nuevo reto para nuestra protagonista, Sofi, que a modo de joven Sherlock tendrá que ir siguiendo las pistas hasta desenmascarar a la persona que se encuentra detrás de los ataques a sus compañeros y profesores. No será fácil para ella dada su tortuosa relación con dos de sus compañeros: el siempre atento Javi y Raúl, que al volver al instituto desatará la ira de sus compañeros y compondrán un triángulo amoroso plagado de encuentros y desencuentros.

Como en la primera temporada de Control Z, una fuerte motivación personal estará detrás de cada acto de violencia con la que se busca una extraña forma de justicia, además de airear los secretos de todos los implicados. Así, Ernesto y Darío se verán envueltos en una venganza al más puro estilo Buried, Álex quedará atrapada en una tela de araña, el director se enfrentará a un enjambre de abejas y María será víctima de un envenenamiento, mientras que Rosita (la nota de color) se verá traicionada por sus propios deseos.

En el reparto de los nuevos capítulos volveremos a ver a antiguos alumnos del colegio, ya que regresarán Ana Valeria Becerril como Sofi; Michael Ronda como Javi; Yankel Stevan como Raúl, Macarena García en el papel de Natalia; Andrés Baida interpretando a Pablo y Patricio Gallardo como Gerry, entre otros. Junto a ellos debuta Ana Sofía Gatica, en un rol secundario pero interesante. Sin embargo, Zión Moreno (Isabela) no regresa en la segunda temporada. 

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Descúbrelas

Control Z 2 vuelve a contar con ocho episodios titulados "No se puede enterrar el pasado”, “El regreso”, “Necesidades”, “Nada que esconder”, “Nuevos placeres”, “Un minuto de silencio”, “Control Z” y “La última venganza”.

La trama principal queda resuelta y cerrada, con el agresor desenmascarado y su plan al descubierto, pero el último episodio cuenta también con un cliffhanger de cara a una probable tercera temporada en la que también habrán de solucionarse algunas subtramas que quedan, por así decirlo, colgando: la relación de Quintanilla y Nora, el futuro del padre de Sofi y el destino de Natalia y, sobre todo, las consecuencias derivadas de todo lo sucedido en la azotea de la escuela, que se salda con un nuevo cadáver.

En esta segunda entrega, Control Z es capaz de meter la trama antes en los raíles para hacer que fluya, sin depender tanto del aspecto tecnológico que se abre paso por medio de sobreimpresiones en pantalla en las que vemos los mensajes de texto, las fotos y vídeos que intercambian los personajes. Sin embargo, pierde algo también en algunos momentos en los que la serie parece grabada con medios muy precarios. 

Hay juegos narrativos que resultan muy válidos y le imprimen ritmo a la acción, como cuando la protagonista evalúa los posibles escenarios en la fiesta de Rosita anticipando lo que podría suceder, pero en general, hay más drama que momentos cómicos. Sí que se agradece que se rebaje un poco el tono sexual y que se normalicen ciertas situaciones, incluso buscando que a los espectadores les resulte más orgánico y sencillo empatizar con personajes que en la primera temporada resultaban no y áridos sino directamente antipáticos.

Por otra parte, Control Z pasa de puntillas por otros momentos que resultan incómodos pero de rabiosa actualidad como la mercantilización de la imagen, el sexo por Internet, el aborto, las mafias de distribución de drogas o las redes de captación de menores para la prostitución.

En resumidas cuentas, la serie mantiene el nivel: no es tan escabrosa ni realista como para tomársela demasiado en serio, pero propone un entretenido puzle que, sin encajar de maravilla al final, por lo menos cumple con las expectativas.