Crítica de Control Z 3 - La serie mexicana se desinfla del todo en su temporada final

El miércoles 6 de julio la plataforma de streaming Netflix lanzaba los ocho episodios que conforman la tercera (y previsiblemente última) temporada de Control Z, la serie mexicana que indaga en la relación de los jóvenes con las nuevas tecnologías.

Desde su primera temporada se ha mostrado como una serie con cierto nivel de descaro a la hora de abordar temas como el sexo, la posición social o las aspiraciones de futuro de un grupo de estudiantes del Colegio Nacional, dado que uno de los factores más relevantes es que veían sus secretos expuestos sin su consentimiento por parte de una identidad desconocida.

La serie no tiene nada que ver con otras de fuerte denuncia social como Intimidad, sino que es más de entretenimiento y suspense. En la coctelera, por tanto, encontrábamos algo de V de Vendetta, de Sé lo que hicisteis el último verano o de Élite, por no irnos muy lejos, todo aderezado con muchas sobreimpresiones para estar al tanto de las comunicaciones por móvil entre los protagonistas.

La fórmula tenía su gracia al principio porque introducía de paso algunos mensajes importantes como la denuncia del bullying, la autoafirmación en la adolescencia o la diversidad, pero la tercera temporada pincha y se estampa estrepitosamente porque no hace más que dar vueltas en círculos, dejando constancia del agotamiento de la trama y la poca o ninguna coherencia de los personajes.

Control Z 3añade algo nuevo de forma muy torpe: el concepto de Escape Room, que por supuesto es una de las fortalezas de Sofi, la protagonista principal.

Ella, interpretada con solvencia por la actriz Ana Valeria Becerril, era quizás la que le daba un feeling distinto a esta serie al ser una muchacha solitaria y distante con la capacidad de ver a través de la gente. Desafiarla a componer un puzle era lo que nos encandilaba más de esta serie y era habitual escuchar sus pensamientos, a menudo satíricos.

Sin embargo, inexplicablemente, la nueva historia que nos traen carece de fuerza y encima trae relleno a manos llenas. En verdad, de los ocho episodios, puede que solo tres de ellos te den la información que necesitas, el resto es paja. 

El montaje es una de sus principales desventajas: los cortes son abruptos, la información casa a duras penas a medida que se va desvelando y los bandazos de la trama hacen que sea fácil bajarse de la historia.

Como ya quedó sembrado al final de la temporada 2, la muerte de la directora Susana llevaba al grupo a reunirse ante su cuerpo y tomar una drástica decisión para salvar su futuro.

Y, para gloria de los guionistas, terminaban abandonándola y sellando un pacto entre ellos para no revelar lo sucedido (muy original).

Por supuesto por más que se empeñen en dejar todo esto atrás y centrarse en sus proyectos, quince meses después el pasado vuelve a los estudiantes, que están preparando su graduación.

Quintanilla pide que se les grabe hablando de sus aspiraciones en la vida, la carrera que estudiarán y lo que han aprendido en el Colegio Nacional. Esas grabaciones serán interceptadas y manipuladas para revelar su implicación en los hechos que tuvieron lugar el día de la muerte de Susana.

Y todo estalla, claro, en el episodio final, cuando hace acto de presencia la dichosa grabación con todo quisque engalanado. 

Vaya por delante que ni siquiera el nivel de la producción da para mucho: cualquier fiestecilla (de las muchas que hay por temporada) de Élite debe tener el presupuesto de una temporada completa de Control Z, pero dado que aquí se supone que estamos en el punto álgido de la serie, el desenlace no solo de esta tanda de episodios sino de la serie completa, resulta especialmente sangrante.

En resumidas cuentas, Control Z 3 se ha desinflado del todo porque no ha sabido crecer y se ha ido banalizando. De los personajes que nos presentaron hace apenas dos años no se puede sacar más así que o bien nos presentan algo distinto en el futuro o ya está todo el pescado vendido.