Crítica de Los Vencidos temporada 1: un entretenido thriller pos Segunda Guerra Mundial

La historia siempre queda en manos de los vencedores, pero la otra cara de la moneda puede tener, si cabe, aún más interés. Esta es la propuesta de Los Vencidos (Shadowplay), la nueva serie de thriller y drama estrenada en Netflix.

La primera temporada de Los Vencidos nos traslada al Berlín de 1946; una ciudad arrasada en la conclusión de la Segunda Guerra Mundial. Arrasada y, por supuesto, dividida: rusos, estadounidenses, británicos y franceses se reparten los trozos de un pastel que pide a gritos una reconstrucción.

Con patas de mesa en lugar de porras

Max McLaughlin (Taylor Kitsch, de John Carter) es un policía estadounidense al que han enviado a Berlín para apoyar y recomponer la precaria situación de la comisaría de policía dirigida por la valiente Elsie Garten (Nina Hoss, de Homeland). Y definimos "precaria" como un grupo de voluntarios que sólo cuentan con patas cortadas de mesas como porras improvisadas.

Los Vencidos ofrece un inevitable protagonismo a la pobreza derivada de la guerra, como ya habéis podido imaginar. Los escenarios se componen de interiores preciosistas que contrastan de forma exquisita con los exteriores de una ciudad en ruinas gracias al gran trabajo en fotografía de Erik Sohlström. Y este, consolegas, es uno de los grandes valores de la serie.

Max tendrá que enfrentarse al poder del Engelmacher (Sebastian Koch, de Homeland y La chica danesa), el "Creador de Ángeles", un doctor alemán de renombre que aprovecha su habilidad y su labia para aprovecharse de mujeres que han sufrido abusos y violaciones.

El Engelmacher manipulará y extorsionará a chicas como Karin Mann (Mala Emde), cuya deuda con el doctor terminará enredándola en un círculo de sangre y asesinatos de los que le será imposible escapar.

En ese contexto arrancaremos en el primer capítulo de los ocho que componen la primera temporada de la serie de Netflix, pero las subtramas tendrán un peso imprescindible en el desarrollo narrativo de la serie.

Y es que Los Vencidos estructura sus capítulos con gran acierto para encajar cada una de las líneas narrativas que se enlazarán y se desprenderán para beneficio del argumento principal, pero también de su afán por recalcar las miserias del pueblo alemán tras la guerra.

Durante la investigación descubriremos que Max tiene un segundo propósito en su destino en Berlín: encontrar a su hermano Moritz (Logan Marshall-Green, de Spider-Man: Homecoming y La invitación), desaparecido tras abandonar a su pelotón en uno de los campos de concentración nazis. 

La suya será, con toda probabilidad, el principal foco de interés para el espectador: una suerte de Sevenmenos psicológica y Zodiacinfinitamente menos desarrollada que suman la moral, la venganza y la justicia a los temas de la serie.

Abordar la historia de la Segunda Guerra Mundial desde un punto de vista alternativo siempre ha sido un recurso enriquecedor. Netflix ya lo demostró con Mudbound, su impecable drama que le otorgó cuatro nominaciones a los Oscar, y esta vez han aprovechado esta coproducción de Francia-Alemania-Canadá para seguir explorando las posibilidades de una etapa archiexplotada en el cine.

Este relato se dirige al punto neurálgico de la mirada histórica: Alemania, y nos introduce en una versión ficcionalizada de lo que pudo ser el fin de la guerra para los ciudadanos que subsistieron en un país arrasado por los estragos del combate y las consecuencias del régimen Nazi.

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Esa ficción se encarga de recordarnos que ésta sigue siendo una mirada occidental a un punto de la historia con más frentes involucrados. Así, británicos y franceses serán puestos a un lado a merced de la sempiterna tensión ruso-estadounidense que, aunque trate de evitarlo, representen esa visión maniqueísta del bien y el mal. Ya sabéis: los héroes americanos frente a los villanos rusos.

Cuando decimos que tratan de evitarlo es porque así lo hacen: la trama comienza con la violación de una joven a manos de dos soldados estadounidenses, pero la trama reconducirá el peso de ese nudo para iniciar la investigación que los conducirá hasta el Engelmacher, quedando a un lado cualquier atisbo de culpabilización.

Max deberá reportar sus avances en Alemania a su superior en Berlín, Tom Franklin (Michael C. Hall, de Dexter), quien a su vez representará esa posición altiva y de alta alcurniade un alto cargo estadounidense que chocará con el trabajo a pie de calle de nuestro protagonista.

Su mujer, Claire Franklin (Tuppence Middleton, de Sense8), danzará por los capítulos como un desahogo erótico-romántico que, a pesar del gran trabajo de Middleton, su presencia tendrá nula repercusión en el devenir de la serie. Y no será por motivos que su propio guion construye a lo largo de los capítulos y que prefiere apartar con la mano para casi caricaturizar al personaje.

Con música clásica en lugar de disparos

Como decíamos, la fotografía es uno de los grandes valedores de Los Vencidos, pero no es el único. El color, la luz y las sombras se funden con unos escenarios que representan con detalle el aspecto de una gran ciudad derruida hasta los cimientos. Esa sensación de inmersión se ve favorecida en las escenas de acción con el uso de efectos prácticos sobre el CGI, que dota de ese volumen realista que tanto necesita la trama.

El diseño de producción y los vestuarios seguramente se aproximen más a la visión que tenemos desde el siglo XXI de la posguerra que de la penuria real e insportable de aquellos que la vivieron en sus carnes, pero no podemos evitar sentir que nos encontramos, efectivamente, en la conclusión de la guerra que más de cerca nos toca.

La crueldad hace acto de presencia desde los primeros minutos del primer capítulo y, aunque baje el nivel en los siguientes en pos de una trama más misteriosa que realista, es la guinda que termina de darle forma a un pastel que aporta frescura a un tema trillado hasta la saciedad.

Los plausibles, que diría Hitchcock, veremos con la boca torcida ciertas escenas heroicas, pero en rasgos generales Los Vencidos es una serie que merece la pena. Su apartado técnico es excelente, las interpretaciones no tienen un pero en la dimensión que el guion aporta a sus personajes y la confluencia de tramas, aunque minimice la premisa, termina siendo enriquecedora para dotar de volumen el universo que pretende expandir en una posible segunda temporada.

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Un policía de Nueva York que llega a la Berlín pos Segunda Guerra Mundial para restaurar el orden y la ley parece una premisa exquisita para construir un thriller como El alienista que ya ha funcionado en la plataforma, pero decide convertirlo en el vehículo subrepticio de una reflexión ligeramente naif de los valores éticos de la humanidad.

Puestos a pedir, algo de balance en la representación estereotipada de los bandos y una profundidad significativa para todos sus personajes al margen de los clichés del género beneficiaría el resultado de una segunda temporada. 

Mientras tanto, en el juego de blancos y negros, Los Vencidos es una oferta a revisar por los amantes de su periodo histórico que quieran disfrutar de una ficción — pónganle negrita a lo de «ficción» — con un estilo atrapante.