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Crítica de Yo nunca (Never Have I Ever), la comedia que triunfa en Netflix

Yo nunca
Crítica de Yo nunca (Never Have I Ever), la comedia que triunfa en Netflix creada por Lang Fisher y Mindy Kaling (The Mindy Project) y basada en sus experiencias. En la plataforma desde el 27 de abril.

Lleva desde su estreno dentro del top 10 de los contenidos más vistos de Netflix y no tiene visos de bajar de este ranking en las próximas semanas: ¿cuáles son las razones del éxito de una comedia adolescente como Yo nunca (Never Have I Ever)?

Después de ver los diez episodios que componen su primera temporada, la respuesta es clara: tiene alma, aunque también es bastante ligera. No solo por el formato, sino también por el diseño de los personajes y la profundidad de la trama. Es cierto que hay algo de drama familiar, pero en su conjunto es una propuesta bastante refrescante, simpática y no exigente en exceso con el espectador.

En pocas palabras: se presta a la maratón porque se consume con extrema facilidad y dejando que la trama guíe a una audiencia lo suficientemente espoleada por el pequeño culebrón que se desenvuelve en un instituto.

Pero no es por ello intrascendente, tópica o facilona, llevándonos por terrenos trillados una y mil veces. Por el contrario, se sale bastante de los raíles.

Nuestra protagonista es Devi, una joven que quiere vivir una vida moderna para ser popular, pero no le resulta fácil con sus antecedentes. Su padre falleció al año anterior de un infarto en pleno concierto y esto le produjo una parálisis en las piernas que la relegó a una silla de ruedas durante meses.

Hay varias razones que hacen que Yo nunca sea especial: en primer lugar, que es la única serie del extenso panorama televisivo protagonizada por una joven estadounidense de origen hindú de primera generación. Pero es que además todo su entorno es diverso, con muchos personajes de etnias distintas integrados en una sociedad que sabe bien que es un crisol de culturas y procedencias y que, generalmente, las acoge en su seno sin mayores dificultades.

Tanto es así que, salvo los casos en los que los rasgos son muy marcados, los propios compañeros de instituto ni siquiera lo saben. Es el caso de Paxton, el interés amoroso de Devi, cuya procedencia es en parte japonesa, aunque nadie se haya percatado de ello.

La segunda es que la procedencia de Devi y las costumbres de su familia no son el tema central de la trama ni un trauma a superar sino algo consuetudinario a su existencia que sobrelleva como puede en plena pubertad, cuando se siente quizás menos arraigo en el entorno familiar.

Lo curioso es que si bien ella se siente más estadounidense que otra cosa, está rodeada por un abanico muy amplio de personajes que están en distintas posiciones: desde fervientes defensores de la tradición hasta rupturistas que no piensan acatarla de ningún modo y abogan por una apertura hacia la libertad occidental para terminar sus estudios o encontrar una pareja afín sin someterse a un matrimonio concertado.

Así que no, no es una serie al estilo Quiero ser como Beckham, aunque la comparación es casi inevitable por el marco en el que se desarrolla, porque de lo que trata es, con perdón por mis palabras, de una adolescente salidilla, un saco de hormonas andante, que lo que quiere es tener una vida normal y traspasar todas las barreras que aún se le resisten: acostarse con el chico que le gusta, emborracharse con los populares del insti y olvidarse del shock que supuso la pérdida de su padre, una figura fundamental para ella.

Yo nunca es una serie que está basada en el relato semiautobiográfico en tono de comedia de la propia educación de la productora y guionista Mindy Kaling cuando era joven. Ella ya rompió esquemas con The Mindy Project en su día y es sin lugar a dudas el alma de la serie, aportándole todo su entusiasmo y descaro.

Llegados a este punto, nos toca hablaros del punto de vista desde el que está narrada esta historia porque el narrador no es otro que el tenista John McEnroe lo que le da a la serie otro punto de excentricidad añadido. Hasta el último momento, no descubrimos por qué es él e designado para hacernos llegar las vivencias de Devi, así que mantendremos el secreto para no reventaros la sorpresa.

En resumen, sin ser una serie perfecta, Yo nunca puede hacerle especial gracia a quienes disfrutaron de series como Sex Education, sin ir más lejos. Cierto es que las tramas secundarias asociadas a las mejores amigas de Devi resultan algo menos originales y que se les cuela un personaje terriblemente maltratado: un chico obeso al que se trata con una crueldad extrema.

Son los puntos débiles de una serie que puede dar mucho más de sí y que abre un poco más las posibilidades a que nos pongamos ante el espejo para ver hasta qué punto estamos mezclados y somos más iguales entre nosotros de lo que nos pensamos, independientemente de nuestro origen, credo, extracción social o nivel intelectual.

 

VALORACIÓN:

Diez episodios de unos 25 minutos de media en clave de comedia adolescente... A esta fórmula ligera se le añaden nuevos alicientes como una enorme diversidad y un tratamiento desprejuiciado del sexo y las relaciones humanas.

LO MEJOR:

Su particular sentido del humor, su colorido y su aire ligero: muy maratoneable y deja buen sabor de boca. Una propuesta simpática y poco exigente.

LO PEOR:

Podría profundizar mucho más en algunas cuestiones interesantes y evitar el body shaming hacia un personaje obeso que apareceal que se caricaturiza.
Hobby

75

Bueno

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