En ocasiones me cuesta entender al consumidor de videojuegos. Obviamente, no se puede generalizar. Pero frustra sobremanera leer tantas quejas por la duración de un videojuego. Se me escapa. Y a las pruebas me remito: la duración no es lo más importante de un videojuego y no afecta a la calidad final del producto.
Todo esto viene a colación de la duración del videojuego de Spider-Man para PS4 desarrollado por Insomniac Games. La propia desarrolladora ha confirmado que su duración oscila alrededor de las veinte horas. Tal hecho parece no ha contentado a todo el mundo, ya que parece que hay mucha gente que quiere estar trepando con el amistoso vecino hasta el año que viene. Respetable, pero ciertamente vacío.
En primer lugar, como consumidor de videojuegos desde "chiquitito", la verdad es que 20 horas me parece una cifra nada desdeñable. Hay que tener en cuenta diversos factores y, teniendo en cuenta el estilo de juego que es, está en el promedio. Sí, Spider-Man es un sandbox o juego de mundo abierto. Pero no es comparable a otros productos como Skyrim, The Legend of Zelda Breath of the Wild o Fallout.
Es más, si lo comparamos con otro videojuego "super-heróico", vemos que la duración es pareja a la de Batman: Arkham Knight, que también tenía una duración similar. Algo más quizás si nos dedicamos a realizar tareas secundarias. Spider-Man es el comienzo de una saga, y dura veinte horas; Batman Arkham Asylum no llegaba ni a las ocho y es considerado para muchos como el mejor de la saga creada por Rocksteady.
Otra cosa es que se critique la política de DLC de Spider-Man, donde ahí sí entiendo las quejas del usuario que tenga la sensación de estar ante un producto incompleto. Anunciar contenido descargable antes del lanzamiento es un riesgo considerable.
Muchos de los videojuegos mejor valorados tenían una breve duración. Como nos decía Josef Fares -creador de A Way Out- cuando le entrevistamos durante la pasada Gamelab, un juego dura lo que tiene que durar. Y tiene toda la razón del mundo. Los hay a los que les sobra con tres horas y otros necesitan ochenta. Y muchas veces dejan más poso los que son más efímeros. Hay que reconocer que muchas desarrolladoras implementan tediosas tareas secundarias o coleccionables simplemente para contentar a un sector y evitar críticas feroces, no porque encaje en su idiosincrasia.
Metal Gear Solid, Ico, Journey, What Remains of Edith Finch, Limbo... son juegos cortos que me han dejado una huella imborrable y nunca he tenido en cuenta que los pueda completar en un día. ¡Incluso el primer God of War se pasa en un suspiro! Prefiero que sean cortos y directos a que ofrezcan horas de relleno que bajen el ritmo sin contar absolutamente nada. ¡Para eso ya tenemos Juego de Tronos!
Muchos diréis que un videojuego es caro y que debe ofrecer horas y horas de diversión. Y no. No es así. Deben ofrecer experiencias. Claro que las debe haber con muchas horas de diversión, pero no todas tienen que ser así. Afortunadamente es un medio cada vez más diversificado. Además, gracias a las redes sociales, a internet, a la información y a medios como Hobbyconsolas -¡Claro que sí!- la información sobre el producto es desbordante, y el consumidor tiene libertad para determinar si encaja con sus gustos o no. ¡Hace no muchos años comprábamos los videojuegos por lo molona que fuera la portada!
Volviendo a la charla que tuve con Josef Fares, me quedo con una declaración que, a mi parecer, refleja perfectamente a la industria en este aspecto:
"El problema es que algunos desarrolladores dicen como 'oh, si no le pongo más contenido o rejugabilidad va a tener malas reviews'. Y me parece bien que se haga un juego de 1000 horas si esa es su visión. A mi me importa más la experiencia. Depende de cómo quieras valorar tu tiempo, hay gente que calcula las horas de juego con el valor del producto. Genial; tienes juegos multijugador a los que dedicar mil horas. Pero la mayoría de juegos no necesitan tantas horas, ni siquiera los juegos grandes".
En cualquier caso, no es de recibo realizar el ratio de precio/duración con un videojuego. Demuestra que el medio es poco maduro todavía. Una entrada para un partido de fútbol puede costar 60 euros para dos horas; un concierto 120 euros para hora y media. Y no veo estas quejas en foros de fútbol o música. Porque la gente sabe lo que compra. Además, un videojuego -si quieres- lo puedes conservar eternamente en tu estantería; un espectáculo como los mencionados tiene una longevidad efímera.
Además, si hubiera que medir el ratio de horas por el dinero costado, creo que le debo dinero a Bethesda por las horas en Skyrim, a Nintendo por las horas en Super Mario Odyssey y próximamente a Rockstar por el tiempo que pienso pegarme repartiendo justicia en el salvaje oeste de Red Dead Redemption 2.
También reconozco que prefiero los juegos cortos por varios motivos. Todos se resumen en que me hago viejo. Pero la industria vive un momento de plenitud que no hemos visto nunca. Hay muchos lanzamientos. Muchísimos. Y el ansia me insta a jugar a todos. Es materialmente imposible. Por eso, prefiero que duren poco y así puedo pasar a otra experiencia que me enriquezca en conocimientos -esto también puede ser deformación profesional-. Admiro a quienes exploran al máximo cada aventura, a aquellos que exprimen los juegos al máximo hasta sacarse el platino o todos los logros. Lo admiro, pero ni va conmigo ni dispongo de tanto tiempo para eso.
Y menos con el estrés de meses que se nos vienen, con lanzamientos como el propio Spider-Man, Shadow of the Tomb Raider, Red Dead Redemption 2, Spyro Reignited Trilogy, Dragon Quest XI, Forza Horizon 4, Hitman 2, Just Cause 4.
Hay que entender que la industria cada vez está más masificada y que hay todo tipo de productos. Cada uno debe tener la duración que necesita para lograr su contenido. Algunos necesitan ocho horas, otros cien. Pero eso no influye en su calidad final. Hay juegos muy buenos siendo muy cortos, juegos muy malos siendo muy cortos, juegos muy buenos siendo muy largos y juegos muy malos siendo muy largos.
Por no hablar del comienzo de 2019. A mí, dadme menos horas.
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