Final Fantasy XVI: el salto de la saga al estilo más oscuro y adulto de las fantasías occidentales

Final Fantasy XVI se ha convertido, por derecho propio, en uno de los juegos exclusivos más destacados del catálogo de PlayStation 5. No sólo eso: además, ha supuesto el inicio de una nueva etapa para la vertiente principal de la saga de rol de Square Enix.

El hecho de que un nuevo equipo liderado por Naoki Yoshida haya asumido la dirección de esta entrega numerada se ha traducido en un salto a la acción en tiempo real pura y dura, pero también en una ambientación más oscura, medieval y adulta que la de cualquier otro episodio previo.

FFXVI sigue siendo un Final Fantasy, pero, si hubiera que compararlo con algo, sería, sin duda, con Juego de Tronos, la serie de fantasía medieval de George R.R. Martin, que dio el salto de la literatura a la televisión para convertirse en un fenómeno mundial. Hasta sus propios desarrolladores han reconocido las influencias de uno de los universos más ricos y queridos de la última década, aunque no es la única obra a la que podemos referirnos.

No habrá paz para Valisthea

Para empezar, el mundo de Final Fantasy XVI, conocido como Valisthea, está dividido en varios reinos, al estilo de Poniente. 

El Gran Ducado de Rosaria, el Sacro Imperio de Sanbreque, el Reino de Waloed, la República de Dhalmekia, el Reino de Hierro y el Dominio Cristalino vienen a ser a Valisthea lo que a Poniente son el Norte, el Valle, las Tierras de los Ríos, La Roca, el Dominio, el Reino de las Tormentas y Dorne.

Entre todas esas tierras hay un delicado equilibrio y una paz precaria que están a punto de romperse en mil pedazos. Y es que el argumento del juego abandona la línea de los típicos JRPG (nada de ciencia ficción, espadas gigantes ni peinados extravagantes) para acercarse al estilo más oscuro de las fantasías medievales que triunfa últimamente en Occidente. Si sois fans de The Witcher o El Señor de los Anillos, os sentiréis como en casa jugando a FFXVI.

Personajes en el límite del bien y del mal

Todo esto que os venimos contando se refleja también en la psicología de los personajes, que se trata con mucha más profundidad Para empezar, el protagonista, Clive Rosfield se embarca en un viaje de venganza en el que lo vemos crecer física y emocionalmente.

Pero es que en nuestra aventura en Valisthea conocemos a un sinfín de personajes de moralidad difusa a los que es difícil categorizar como buenos o malos. Empezando por Jill Warrick, la mejor amiga de Clive, que ha sido enviada como una garantía de paz entre reinos, y siguiendo por Barnabás Tharmr, Dion Lesage, Benedikta Harman o Hugo Kupka.

Clive Rosfield acaba tropezándose con todos esos personajes, que defienden los intereses de sus respectivos reinos, y nunca acaba de estar muy claro qué es lo que pretenden ni cuándo conviene desconfiar de sus intenciones ocultas.

Por supuesto, nuestra relación con el resto de personajes desembocará inevitablemente en enfrentamientos, y aquí también observamos que FFXVI se aparta de los combates por turnos de otros juegos. Ahora se ha apostado por una acción rápida y mucho más directa, en línea, por ejemplo con la de la saga Devil May Cry: los combates son en tiempo real, tienen un estilo frenético, se pueden hacer combos, conseguir puntuaciones, etc. 

Un mundo poblado por criaturas fantásticas

Y ya que hablamos de enfrentamientos, otra seña de identidad de Final Fantasy XVI es el papel que juegan en ellos las criaturas mágicas. No sólo son una garantía de efectos especiales, sino que, además, desempeñan un rol determinante en el devenir de las batallas que se producen entre los distintos reinos.

Si te gustaron los dragones de Juego de Tronos o La casa del Dragon, fliparás con los Eikons, unos monstruos colosales que pueden decantar la balanza en la guerra, con el añadido de que los dos más importantes, Ifrit y Fénix, son criaturas que tienen el fuego como gran arma.

Y no hay que olvidar que Clive también tiene un fiel compañero lobuno, ¿os viene a la cabeza alguna otra saga en la que ocurra algo parecido? Hablamos de Torgal, un lobo que empieza siendo un cachorro y acaba convirtiéndose en un fiero aliado para los combates.

La venganza como motivación vital

Para terminar, las historias de Final Fantasy siempre han tenido un trasfondo trágico, pero la de esta decimosexta entrega numerada añade a la ecuación un tono tremendamente oscuro y adulto. El aspecto en el que más se deja notar esto es el de la venganza, porque Clive Rosfield muestra un deseo de vendetta como motor principal de su comportamiento.

Otro aspecto que separa a FFXVI de sus antecesores es la presencia de escenas subidas de tono, junto con unas mayores dosis de violencia. De nuevo nos vienen a la cabeza The Witcher o El Señor de los Anillos, y no es de extrañar que eso haya conllevado el trasvase del habitual PEGI +16 de la saga a un significativo PEGI +18.

Y todo esto se ve reflejado, lógicamente, en el aspecto estético del juego. El director de arte de Final Fantasy XVI es Hiroshi Minagawa, que ocupó el mismo puesto en juegos como Tactics Ogre, Final Fantasy Tactics, Vagrant Story y las expansiones de Final Fantasy XIV Stormblood y Shadowbringers.

Con todo lo dicho, queda más que claro que Final Fantasy XVI supone una revolución total en la saga. ¿No estás deseando saber ya quiénes viven, quiénes mueren y, sobre todo, quién se acaba haciendo con el dominio de los Cristales Madre? 

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