Crítica de Aquaman y El Reino Perdido, la película final del Universo Extendido de DC

Cuando llegó El Hombre de Acero a los cines, allá por 2013, DC quiso iniciar una nueva y ambiciosa andadura en los cines, una que hiciera frente al UCM. Así arrancó su Universo Extendido, uno que ha tenido momentos realmente memorables y otros bastante más flojunos. Ahora, es el momento de cerrar una etapa con esta Aquaman y el Reino Perdido, que llega hoy a los cines.

Jason Momoa ha sido uno de los rostros más reconocibles y que mejor ha defendido todo el lore de la Liga de la Justicia, tanto en las películas homónimas como en una primera Aquaman que  supuso una agradable sorpresa en su momento.

En esta secuela, todos los personajes de la primera entrega vuelven a la carga. Sí, también Mera, aunque es cierto que el circo mediático y judicial por el que ha pasado Amber Heard han pasado factura a un personaje que se ha visto algo desplazado. Aún así, tiene algunos momentos para brillar que, de hecho, son algunas de las partes más espectaculares de la película.

Y es que, si por algo destaca esta The Lost Kingdom es por dos pilares importantes. Por un lado, tenemos unos efectos CGI bastante solventes, que por momentos sorprenden gratamente (todavía estamos escocidos por lo pasado en la película de Flash y claro, uno ya no se fía). Las coreografías de lucha te hacen creer hasta que Nicole Kidman puede ser una bestia parda peleando.

Por otro lado, tenemos unos cuantos actores principales que, a pesar de los trajes con escamas, se toman muy a pecho su papel y consiguen que todo se mantenga por encima de la línea de flotación. Como decimos, Jason Momoa se entrega a ese rol de personaje algo brutote, pero noble y simpático que ha ido cultivando poco a poco.

Sin duda, el mejor trabajo es para un siempre estupendo Patrick Wilson, que vuelve como Orm y que, a pesar de que tiene algunos momentos y líneas de diálogo bastante bobos, consigue que mantengas el interés tanto en lo dramático como en lo cómico. Tiene una presencia magnífica.

Todo esto, a pesar de que la historia dirigida por James Wan huele a vista un millón de veces: una temible civilización perdida amenaza con volver a resurgir por culpa de la ambición humana. Ahora, Arthur Curry tiene que encontrar la forma de resolver la crisis. ¿Puede confiar en aliarse con su hermano Orm? ¿Debería la recelosa Atlantis colaborar con los humanos para dar con una solución?

Mientras tanto, Black Manta vuelve a mover sus hilos para cumplir el ambicioso objetivo de... vengarse de Aquaman y ya está.  ¿No hay más supervillanos? ¿No había manera de dar una justificación un poco más plausible a sus ganas de ser malísimo?

Todo el guion desprende ese mensaje tipo "a ver, chavales, venís a ver superhéroes, aquí están los buenos,  aquí están los malos, vamos a hacer explotar unas cuantas cosas" que per se no es malo (¿a quién no le apetece algo de palomiteo de vez en cuando?) pero que denota bastante pereza en unos diálogos y unas situaciones que incluso se hacen repetitivas en la película.

Os vais a hartar de ver momento en los que alguien está a punto de dar la estocada letal a alguien y... ¡sorpresa! Llega otra persona y salva la situación in extremis.

Es una película de fondo de catálogo, sí, pero en cualquier caso le reconocemos cierta nobleza. Lanza mensajes importantes en torno a cuidar de nuestra familia, confiar en los demás, colaborar y luchar por defender el medio ambiente. Son de brocha gorda, pero si nos lo tomamos como un "cartoon de sábado por la mañana" en pantalla grande, la cosa da el pego.

Por momentos recuerda a Star Wars, por momentos a El Señor de los Anillos (la gran fuerza en la sombra parece un calco del concepto de Sauron) y, aunque el conjunto no tiene el carisma de estas series, se agradece que la película se tome con tanto desenfado un mundo con hombres pez parlanchines.

Si juntamos las actuaciones principales (mejor obviar a un Dolph Lundren que parece estar sufriendo en su traje y un Temuera Morrison que solo sabe hacer mohines y tomar aire), unas peleas breves pero muy intensas y una historia distendida, resulta que bueno, nos queda una película intrascendente, pero entretenida y con momentos puntuales simpáticos.

Seguramente no sea el cierre majestuoso que hubiera merecido el UEDC, pero a estas alturas, con James Gunn ya entretejiendo la siguiente etapa superheroica, la realidad es que todos estamos ya a otra cosa y no importa tanto. Pero aún así, Aquaman 2 es como unas varitas del Capitán Pescanova: sabes que no son nada espectacular, pero cumplen con su cometido. No todos pueden decir eso.