Crítica de El corredor del laberinto: la cura mortal

Llegó el momento de despedirse de Thomas y de los clarianos que le han acompañado en su aventura de escapar del laberinto y de las garras de la organización CRUEL en su carrera por detener las consecuencias del destello.

Como episodio final, El corredor del laberinto: la cura mortal es una satisfactoria película que ofrece lo que se esperaba de ella: un paso más allá respecto a lo visto en Las pruebas y un emotivo adiós a los personajes basados en los de las novelas de James Dashner. Si bien no comete la torpeza habitual de otras sagas distópicas de alargar de forma artificial la franquicia dividiendo esta entrega en dos películas, sí que peca de un exceso de metraje que podría haberse resuelto en la sala de montaje. Mal menor, seguramente, para un público cada vez más acostumbrado a las cintas de larga duración.

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Thomas (Dylan O'Brien) regresa con más fuerzas que nunca con la intención de recuperar a su amigo Minho. Su objetivo final es el de encontrar de una vez por todas la cura para la enfermedad que ha asolado el mundo. Además, él y sus compañeros tendrán que resolver todas las preguntas que les persiguen desde que un día aparecieron en el Claro del Laberinto. Para ello, tendrán que volver al punto de partida donde empezaron, pero el camino no será nada fácil.

CRUEL asegura que el tiempo de las mentiras ha terminado y que Thomas es quien tiene en sus manos la posibilidad de acabar con todo. ¿Conseguirá una cura para el destello?

El corredor del laberinto: La cura mortal (Maze Runner: The Death Cure) arranca con una espectacular secuencia que os traerá a la cabeza la cinta Mad Max: furia en la carretera de George Miller: tiene tensión, continuidad, vehículos a toda velocidad rodando por los desiertos de Sudáfrica y asienta las bases del festín de acción que propone la película. Lejos del tono de Las pruebas, La cura mortal se adentra en un terreno bastante más oscuro mostrando las sombras de CRUEL y explotando los exteriores nocturnos de la única ciudad que sigue en pie y en la que tienen su base de operaciones. Conoceremos también el cuestionable posicionamiento moral de Teresa, obsesionada por encontrar una cura aún a costa de realizar experimentos que rozan lo inhumano en los inmunes al destello.

El diseño de producción de la película es muy superior al de los dos primeros episodios y también son más creíbles y convincentes las interpretaciones del reparto. Tras el accidente que sufrió Dylan O'Brien durante el rodaje de la película y lo mantuvo alejado de los focos durante un tiempo recuperándose, el actor ha regresado dándolo todo y manteniendo a la perfección su rol de líder adolescente.

Y lo acompañan de nuevo muchas caras conocidas: Kaya Scodelario como Teresa, Thomas Brodie-Sangster en el rol de Newt, Patricia Clarkson como Ava Paige, Ki Hong Lee como Minho, Jacob Lofland que debutó en Mud junto a Matthew McConaughey e interpreta a Aris, Aidan Gillen (Meñique en Juego de tronos) que da vida a ese inquietante Janson y Giancarlo Espósito (Gus en Breaking Bad) y Rosa Salazar (Insurgente) como Jorge y Brenda, dos supervivientes que tendrán también su momento emotivo. Entre las incorporaciones destaca el regreso de Will Poulter como Gally (que nos hará recuperar la expresión que tan mal se tradujo al castellano de “verducho”) y el fichaje de Walton Goggins como líder de la resistencia.

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Pero si hay algo que ha llamado poderosamente mi atención es el hecho de la falta de pretensiones de esta película: teniendo elementos que de forma tan fácil justificarían una lectura política como un muro a derribar por el pueblo oprimido frente a la élite que se esconde en sus rascacielos y en su falsa percepción de autosuficiencia, el guión de TS Nowlin ignora toda esa sustancia para centrarse en la aventura en sí misma. El viaje es de lo más entretenido, pero adolece de trascendencia o de lecturas un poco más profundas. Los malos, son malos. Los buenos, son buenos. Y no hay más vuelta de hoja.

Al margen de desaprovechar esas tensiones, El corredor del laberinto: la cura mortal parece rendir no pocos homenajes a películas archiconocidas desde Resident Evil hasta Aliens: El regreso pero corrige muy bien el rumbo dejándose llevar menos por la excentricidad que tenían cabida en Las pruebas y dejándole menos peso también al CGI (los momentos "zombis" son contados y están bastante bien insertados).

Ya nos advirtieron que la trama sería más oscura e incorporaría elementos de cine negro y esta promesa también se cumple: la fotografía es mucho más oscura y los instantes decisivos de la cinta, muy dramáticos, por no hablar de la femme fatale en la que se convierte Teresa. Los tiempos vuelven a ser los grandes enemigos: hay varias situaciones muy previsibles que tardan una eternidad en resolverse. Con todo, el epílogo está mejor medido y deja buen sabor de boca. Quizás esta adaptación habría podido dar más de sí, pero lo que está claro es que esta última entrega es la más eficiente de las tres, tarea nada fácil a la vista de los problemas que se dieron durante el rodaje.

El corredor del laberinto y El corredor del laberinto: las pruebas han sido grandes éxitos comerciales y todo apunta a que El corredor del laberinto: la cura mortal también funcionará de maravilla dirigiéndose con gran acierto a su target específico. Nos quedamos con una pregunta flotando en el aire: ¿fue el laberinto realmente lo que preparó a nuestros protagonistas para sobrevivir? La respuesta es incómoda...