La pasada edición del Festival de Cine de Sitges no nos trajo solo una, sino dos películas director y guionista francés Quentin Dupieux, que además de alzarse con el galardón al mejor guión, recibió el premio Máquina del Tiempo en reconocimiento a su carrera. Conocido popularmente como Mr. Oizo, este creador es de los que no deja a nadie indiferente.

Si con Increíble pero cierto se internaba en el mundo de la ciencia-ficción por la vía de los viajes temporales y las reflexiones sobre el paso del tiempo, en Fumar provoca tos abraza su particular imaginario humorístico basado en las situaciones absurdas pero que a todos nos resultan familiares de un modo u otro.

Ahora esta segunda cinta llega a los cines para que todo el mundo pueda echarse unas risas con las ocurrencias de este prolífico cineasta, que tiene la capacidad de hacer que nos olvidemos del mundo una vez que nos internamos en sus historias. Pero no podemos comenzar esta crítica sin señalar que la cinta también estuvo nominada en los premios César a los mejores efectos visuales.

Cof, cof

Fumar provoca tos no es una de esas películas que puedan llegar a resumirse fácilmente en unas simples líneas. Lo que provoca hilaridad, al menos, no está en absoluto reflejado en su sinopsis, sino que trasciende más allá.

También es cierto que Dupieux no es para todo el mundo: hay quien se monda de risa con sus ocurrencias y quien se enfada porque no consigue entrar en las propuestas que, como en este caso, son una colección de boberías de campeonato. Vamos, que quien busque lógica, un principio y un final o algo parecido a una estructura, se va a frustrar de lo lindo.

Pero, ¿de qué va esta excentricidad? Fumar provoca tos nos presenta al Comando Tabaco, un grupo de cinco héroes que ejercen como guardianes junto a su robot. Guiados por su líder, Didier, se enzarzan en una feroz batalla contra una tortuga gigante maligna. Sí, al más puro estilo Power Ranger, con sus cascos y sus trajes de lycra ajustados.

Tras derrotarla, reciben instrucciones: deben fortalecer sus lazos de unión con un retiro espiritual. La finalidad: hacer piña, ser un grupo cohesionado y trabajar mejor en equipo.

Sin embargo, el malvado Lézardin no se lo va a poner fácil. Apidado como "Emperador del Mal", decide aniquilar el planeta rompiendo la relativa paz que estaban intentando crear.

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Team Bulding para superhéroes

La jerarquía empresarial y la lógica de los negocios se topa con el supergrupo. No hay nada aquí que no nos suene, pero meterlo todo en el mismo saco es original y rompedor a su manera. Dupieux a veces parece componer sus películas en base a un montón de conceptos nacidos de una tormenta de ideas y, como no rinde cuentas ante nadie, las casa como le da la real gana.

¿Funciona? Hay momentos en los que sí, de maravilla. La barracuda parlante, los estallidos de sangre, el beso baboso... hay desde luego momentos de los que no se olvidan, aunque al final del visionado quede la sensación de haber visto una verdadera tontada.

Fumar provoca tos no sería nada sin su reparto. La película está protagonizada por Gilles Lellouche, el flamante nuevo Obélix de Astérix y Obélix en el reino medio; Adèle Exarchopoulos (Los cinco diablos), Vincent Lacoste (Las ilusiones perdidas), Anaïs Demoustier (Algo celosa), Alain Chabat (El pequeño Nicolás) y Jean-Pascal Zadi (¡Tiburón a la vista!).

Sin ser de sus mejores películas, consigue sacarte unas risas y sin gastar mucho, vestir toda esta locura de ciencia-ficción. Los efectos especiales están efectivamente logrados y el fin, que es el entretenimiento puro y duro, también. Grata evasión.