¿Hasta el moño del tristemente célebre subgénero rape & revange? Kitty Green, la cineasta australiana que debutó con The Assistant, vuelve a la carga con Hotel Royal, una película en la que cuenta de nuevo con la actriz Julia Garner (Ozark).

Demuestra en ella que se puede contar una historia de manera diferente, haciéndonos caminar en los zapatos de dos jóvenes en principio bastante indefensas pero sin que sea condición indispensable pasar por los lugares comunes de siempre.

Su principal virtud radica en el manejo de la tensión narrativa: nunca sabes lo que va a pasar a continuación, obligándote a estar alerta y con los nervios de punta. Lo que comienza siendo una desconcertante hostilidad soterrada, bromas en apariencia inofensivas, insinuaciones y cortejos torpes termina siendo un campo de batalla por mantener la integridad física y la cordura.

Hotel Royal nos presenta a dos mochileras intrépidas de origen canadiense que viajan por Australia pagándose su estancia trabajando mientras tratan de disfrutar del verano.

Pero cuando a Hanna y Liv se quedan sin dinero, no tienen más remedio que aceptar un trabajo temporal como camareras en un pub llamado The Royal Hotel, en una remota localidad minera del Outback en la que la presencia femenina es exigua. Deciden vivir la situación como una aventura más derivada de su viaje, pero será mucho menos agradable de lo que parece.

El dueño del bar, Billy, y un grupo de lugareños les ofrecen una desenfrenada introducción a la cultura del alcohol en Australia mientras relevan a las camareras británicas que se disponen a dejar el lugar. Pronto se ven atrapadas en una inquietante situación que escapa a su control, sin apoyos y arrinconadas de forma irremediable.

Aisladas en un paraje desolado en el que las mujeres son tratadas como objetos, tendrán que defenderse la una a la otra y reclamar lo que les pertenece cuando Billy se niega a pagarles lo que les debe. 

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Solas ante el peligro

Masculinidad tóxica, acoso sexual, intimidación... los 91 minutos de metraje de Hotel Royal son una colección de conductas machistas de primera categoría: es un bárbaro retrato de violencias que no son siempre físicas y que pueden desembocar en tragedia.

La película está asentada en buenas interpretaciones, especialmente las de las dos protagonistas, encarnadas por Julia Garner y Jessica Henwick. 

Son personajes muy diferentes entre sí, lo que enriquece el relato y aumenta el dramatismo de las situaciones que plantea Green en su guión: no actúan de la misma manera aunque a menudo se ven arrastradas por una corriente invisible que marca cómo deben ser en cada momento.

Por otra parte, la película explora la situación desde distintos géneros cinematográficos. Por supuesto, el suspense, con el que se construye toda esa tensión de la que hablábamos pero también nos recuerda al western en la medida en la que estos dos personajes se encuentran tirados en un inhóspito desierto en el que tienen que hacerse valer.

Tiene mucho de desencanto patrio. La directora y guionista quiere, como es evidente, romper todos los clichés respecto a la Australia idílica que se vende en los folletos turísticos y que augura diversión, naturaleza salvaje y una fiesta continua. Además de la crítica bestial hacia el abuso del alcohol.

Es una mirada bastante desalentadora hacia un pequeño universo que se rige por su propia lógica perversa en la que solo hay una posibilidad de salir indemne: romper la cadena. Y muestra la sororidad no como una actitud ante la vida sino como algo indispensable para sobrevivir.

En este sentido, Hotel Royal cuenta con un catártico final que tiene algo de irreal pero que alimentará a los espectadores que necesiten una resolución satisfactoria para el cúmulo de situaciones al límite que viven las protagonistas.