Crítica de Menudas piezas: buenas intenciones para toda la familia

Pocos se sorprenderán con Menudas piezas en caso de haber visto el trailer. La comedia española que llega a los cines este viernes 12 de abril es una película bienintencionada que busca contentar a toda la familia mediante una historia sin dobles lecturas y con un mensaje ante todo en positivo.

A pesar de las distancias, el esquema narrativo recuerda sin duda alguna al de las últimas películas de Santiago Segura o a la reciente La familia Benetón: un personaje con prejuicios que debe relacionarse con un entorno que le es hostil, sobre todo por su mirada.

Y al igual que en esas películas, el protagonista es quien conduce toda la historia con sus vivencias, apenas hay escenas donde no esté presente presente. En Menudas piezas es Alexandra Jiménez quien toma la película sobre sus hombros.

Pero lo primero, aquí tienes el trailer que servirá para que te hagas una idea de cómo es la película, pues el tono y mensaje quedan bien claros.

Menudas piezas comienza con el primer conflicto. Candela hace aparición en el evento de un prestigioso colegio de élite para acusar a su marido, el director, de haberle sido infiel. La situación se convierte en dantesca ante todos los presentes y ella acaba siendo expulsada del trabajo que tiene en el mismo centro.

Como profesora desempleada y sin lugar en el que vivir, se traslada con su padre y hermana al barrio obrero en el que creció. En el cambio se lleva también toda su ropa de lujo y los prejuicios de clase. 

Allí encuentra trabajo en el aula de apoyo para los estudiantes más conflictivos de un instituto público en el que dominan el desánimo y la sensación de no haber un futuro positivo. Como es evidente, esto llevará a una confrontación en la mirada por ambas partes: alumnos y protagonista.

Ella los ve como vagos incapaces de esforzarse y ellos la catalogan como una pija que no sabe dónde está. Todo esto ocurre hasta que Candela da con una herramienta, la que le sirvió a ella para prosperar en la vida: el ajedrez.

Piezas ya conocidas sobre el tablero

El esquema narrativo con varios conflictos es el esperado en la película. En esta ocasión son tres: el de los estudiantes, el familiar y el de la venganza hacia el colegio de élite, que es campeón de España de ajedrez. A partir de ahí, la película de 99 minutos pasa ante los ojos del espectador con mucha rapidez.

Menuda piezas carece de transiciones, es un continuo enfrentamiento en el que no se da respiro al espectador ante el buen ritmo que imprime Nacho G. Velilla a su película.

Eso sí, al acabar quedan dos sensaciones. Por un lado, la de la previsibilidad de las resoluciones al saberse como una película de mensaje; por otro, la de haber sido un entretenimiento que quizá no perdure en la memoria.

La factura técnica es la adecuada y no se le pueden achacar demasiadas pegas: no arriesga y no falla. Quizá el peor problema que se le puede encontrar es el reflejo de los estudiantes, que llega a exagerar a la hora de dibujarlos.

Momentos como la pelea de gallos, el alcoholismo de un padre y, sobre todo, la trama con las casas de apuestas acaban por excederse a la hora de plasmarlos en pantalla. Lo pirotécnico desluce la realidad, que ya de por sí puede ser suficientemente mala.

Aun así, las familias que vean Menudas piezas no se preocuparán por esto al ser un largometraje que es amable hasta en los peores momentos. No convencerá a todos, pero tampoco se puede decir que no cumple con lo esperado.