Crítica de Minions: El origen de Gru, precuela de la conocida saga de animación

Hay películas que no tratan de ocultar lo que son y desde el primer segundo van al grano con lo que se espera de ellas. Las conocidas como "películas de los minions" son un ejemplo: hay unos elementos que funcionan y apenas varían a pesar de que pasen los años.

Han pasado doce años desde que se estrenó Gru, mi villano favorito y dentro de dos es muy posible que llegue Gru, mi villano favorito 4. La saga que en general ha funcionado muy bien en taquilla no se ha detenido y en esta ocasión nos encontramos con una precuela.

Pero antes de continuar, nada como el trailer para meternos en contexto y saber de primera mano lo que ofrece la película.

Minions: El origen de Gru comienza contándonos una aventura de Los salvajes seis, un grupo integrado por grandes villanos que buscan una antigua joya en un inhóspito país. Este inicio retrotrae directamente al de Indiana Jones: En busca del arca perdida, aunque, en los momentos finales de la escena, el grupo traiciona a su líder.

A partir de ese momento nos encontramos con Gru, quien trata de entrar en Los salvajes seis para ocupar la plaza libre. De niño ya apunta maneras a lo que se convertirá en el futuro, alguien que disfruta sembrando el mal a su alrededor, aunque con mayor ternura, y que ya cuenta con la ayuda de sus amigos amarillos.

Gru no solo no es admitido en el grupo, sino que además se ríen de él. Como venganza, en un despiste de estos les roba la joya. A partir de ese momento nos encontramos con persecuciones, aprendizajes y un abanico de gags con los minions que regalan a los espectadores más convencidos todo aquellos que buscan en la película.

Lo que ya se espera, para lo bueno y lo malo

Lo hemos visto en el terror, en los superhéroes y en la comedia. Toda fórmula que se alarga acaba por perder en cierto modo la capacidad de sorprendernos y su apuesta reside, básicamente, en un claro enfoque hacia los que buscan lo de siempre.

Con esta nueva entrega de Gru ocurre lo mismo y no se arriesga con el planteamiento a pesar de situarse en los años 70. Más allá de la estética, la forma de hablar y algún guiño puntual, el contexto solo es una excusa en una historia que podría situarse en el presente.

La película es sincera en la dirección que toma y busca que no haya un instante de pausa en la historia que disfrutarán sobre todo los más pequeños. Con rápidas entradas y salidas de algunos personajes y evitando cualquier descanso, la acción está en todo momento en la pantalla.

Una animación eficaz y puntillosa en los detalles ayuda en este aspecto, algo que se ve en las distintas persecuciones y los últimos minutos en los que se multiplica tanto la batalla que la intermitencia de escenas puede llevar a la confusión.

Pero el espectáculo pirotécnico también adolece de falta de novedad. Más personajes, otra etapa de Gru y una época diferente podrían hacer de esta una historia única en la saga, algo que no se ha buscado. Y esto resiente el largometraje y provoca la sensación de encontrarnos ante una historia demasiado exprimida.

El problema se nota hasta en los gags de los minions, que vuelven a ser lo mejor, como al contar el modo en que empezó su relación con Gru. Pero cuando están solos en pantalla también se transmite la falta de originalidad que lastra la película.

A falta de saber el recorrido de Minions: El origen de Gru, está claro que a nivel comercial es una película que se enfoca para el verano y quiere ser la opción que elijan los padres al llevar a los más pequeños al cine. Tal como hemos indicado, aquí encontrarán justo lo que buscan, sin sobresaltos ni decepciones, y eso a muchos les puede valer.