Crítica de Misa de medianoche, la apocalíptica serie del creador de La maldición de Hill House ya disponible en Netflix

Paso a paso, plano a plano, el director Mike Flannagan se ha ido labrando una sólida reputación como creador de historias de terror o, al menos, relatos inquietantes que reflexionan sobre la condición humana. Dio el pelotazo con la magnífica La maldición de Hill House, a la que siguieron Bly Manor y Doctor Sueño. Ahora toca un cambio de tercio con Misa de medianoche, ya en Netflix.

La serie de Netflix consta de 7 episodios de en torno a una hora de duración, así que Flannagan tiene tiempo de sobra (quizá hasta excesivo, como veremos más adelante) para desarrollar este pequeño mundo, una pequeña isla norteamericana con menos de 200 habitantes, a 30 millas de la costa.

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Allí, la iglesia de St. Patrick es el "refugio espiritual" de unos deprimidos habitantes para los que el declive y la tediosa rutina no aporta nada. Riley, hijo de una de las familias más devotas, regresa a casa tras pasar 4 años en prisión por un homicidio en un accidente de coche. No es el único nuevo: para sorpresa de todos, un joven cura sustituye al anciano y desparecido pastor de la iglesia.

A partir de aquí, comienzan a articularse las relaciones entre los personajes de la isla, todos ellos con un complejo pasado: una niña en silla de ruedas por culpa de un borracho, una joven embarazada con aspiraciones a vivir más allá de la isla, una ayudante del cura tremendamente estricta con la religión, un sheriff musulmán que parece fuera de lugar...

Como suele pasar con las series de Mike Flannagan, este se toma su tiempo para que todos los personajes relaten su historia, a menudo a base de largos monólogos y metáforas que nos ayudan a entender sus motivaciones y frustraciones. Este recurso se da en todos y cada uno de los episodios y acaba saturando, pero desde luego hace que "conozcamos" bien a todos.

Pero, ¿Misa de medianoche es una serie de terror? Al igual que sucedió con Bly Manor, más bien se trata de una historia de drama y suspense. Los capítulos iniciales hacen que prime lo primero y poco a poco vamos dando paso a lo segundo, con los dos capítulos finales soltándose la melena por completo.

Para ello, Flannagan se toma su tiempo, como decimos, pero aprovecha para ir colándonos poco a poco imágenes turbadoras, que se van acumulando hasta volverse muy comunes en la recta final. Seguro que os sonarán sus recursos: flashazos con "fantasmas" (en este caso, son metáforas de traumas, no espectros como tales), movimientos raros en la distancia...

En lo puramente cinematográfico, vuelve a recurrir a planos cenitales, composiciones simétricas y su querido plano holandés (hacer que la cámara vire poco a poco sobre el eje vertical para hacernos sentir el "desequilibrio" emocional de un personaje), pero sobre todo a un colosal montaje que aúna las imágenes y la excelente banda sonora con mucho acierto.

Todo esto hace que, como decíamos, no sintamos terror en el transcurso de Misa de medianoche, pero sí el constante cosquilleo de que algo está terriblemente torcido en esta pequeña isla, que hay muchos secretos que debemos descubrir. El misterio y el suspense van ganando enteros, aunque para ello hemos de ser pacientes y esperar a que todos cuenten lo que tienen que contar.

A un estupendo apartado técnico, hay que unir un elenco que está a la altura de las circunstancias. No faltan algunos actores recurrentes en las series de Mike Flannagan, como Samantha Sloyan (que hace un estupendo papel interpretando a la odiosa Bev Keane), Henry Thomas o su actriz fetiche y esposa, Kate Siegel, que se supera a sí misma con algunos momentos muy emocionales.

Mención especial para Hamish Linklater (Fargo), que interpreta al joven padre Thomas, sobre el que gira toda la historia. Ha de llevar a cabo momentos muy extremos y lo cumple con enorme solvencia. Y es que no os engañéis: la serie Midnight Mass tiene momentos brutos, hasta crueles, que harán girar la cabeza a los menos "preparados".

En ese sentido, toca hablar de los efectos especiales. Hay algunos momentos creados por ordenador, pero lamentablemente hay que criticar unos efectos prostéticos para algunos personajes que son demasiado "descarados" y nos hacen sospechar por dónde irán los tiros con ellos. Sí es mucho más convincente la caracterización de cierto personaje... ¿Imposible?

Esto nos lleva a la siguiente pregunta que os haréis los habituales de estas series. ¿Va a haber fantasía, fantasmas, monstruos? Algo de eso hay y, de hecho, es importante para la historia, pero el punto fuerte de Misa de medianoche no está en eso, sino en sus profundas e interesantes reflexiones espirituales.

Como supondréis, se habla mucho sobre Dios y el cristianismo, pero también sobre el concepto de la fe, la culpa, nuestra trascendencia como seres vivos y la esperanza. Estas reflexiones colisionan de forma maravillosa en un episodio final poderoso, visceral y catárquico, que incluso puede hacer que se os salten las lágrimas.

En ese sentido, esta es la serie más reflexiva de Flannagan, con diferencia. En ese sentido, puede recordaros a películas como La escalera de Jacob, pero también a grandes videojuegos como Bioshock Infinite. Todo ello, mientras vamos descubriendo secretillos y metáforas aquí y allá.

Como con sus últimas producciones, puede que Midnight Mass parezca una tontería a algún espectador, que se lamentará de haber gastado 7 horas de su vida en esto. Pero si "comulgas" con la particular narrativa y sensibilidad de este director, al final del todo agradecerás haberte sumergido en esta siniestra espiral. A fin de cuentas, hay que tener fe, ¿verdad?