Crítica de Otra vuelta de tuerca (The Turning), una nueva visión de la obra de Henry James

Las películas de final abierto no suelen gozar de la simpatía del público ni de la crítica, pero en el caso que nos ocupa,Otra vuelta de tuerca, es uno de los puntos más atractivos de un relato de terror que precisamente despunta en su tercio final, cuando abraza algunos tropos narrativos que vuelven más compleja la narración.

Se trata de una nueva versión de la novela "The Turn of the Screw", escrita en 1898 por Henry James, cuya adaptación ha corrido a cargo de Chad Hayes y Carey W. Hayes, responsables de los libretos de Expediente Warren: The Conjuring y El caso Enfield.

La dirección ha recaído en Floria Sigismondi, prolífica videoartista que debutó en el largo con The Runaways en 2010 y ha trabajado en series tan conocidas como Hemlock Grove, Daredevil, El cuento de la criadaoAmerican Gods. Como curiosidad, antes de que se le asignara el proyecto, Juan Carlos Fresnadillo iba a hacerse cargo de la película, que de hecho contaba con el título provisional de Haunted.

En esencia, Otra vuelta de tuerca explora lo mismo que la novela: una joven maestra es contratada para hacerse cargo de Miles (Finn Wolfhard) y Flora (Brooklynn Prince), dos hermanos que se han quedado huérfanos y viven en una imponente mansión.

Cuando Kate (Mackenzie Davis) llega al lugar, conecta rápidamente con la niña, pero también descubre que teme volver a ser abandonada dado que la anterior persona que se encargó de su educación, la señorita Jessel (Denna Thomsten), desapareció sin despedirse. Miles es expulsado de su colegio, algo que se convierte en un tema intocable y que viene aderezado por un comportamiento intimidante e inapropiado. El ama de llaves, Mrs. Grose (Barbara Marten), además, subraya constantemente la diferencia de clase que hay entre los niños y ella: se muestra permisiva con ellos y deslegitima su autoridad.

Las cosas empeoran cuando Kate comienza a ver sombras que se mueven por los jardines de la casa y reflejos extraños en los espejos: presencias que amenazan a los niños y a sí misma y que la mantienen atrapada en un bucle de terror.

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Otra vuelta de tuerca parte de una historia que se ha adaptado al cine y la televisión, al menos, media docena de veces antes, de modo que tenía como principal finalidad aportar algo nuevo que no se hubiera visto con anterioridad, sin dejar de ser fiel a la historia principal.

En ese sentido, la película cumple con su cometido introduciendo algunos elementos originales relacionados con la narrativa, especialmente, como ya señalábamos al comienzo de la crítica, en su tercio final.

La puesta en escena abunda en la descripción de los espacios y en la utilización de una serie de elementos tétricos para crear "mal rollo" que están bastante manidos: muñecas descabezadas, maniquíes desvencijados, espejos sucios, decoraciones recargadas o arañas de tamaño considerable, además de brumas, paisajes solitarios y juegos de luces y sombras.

10 escenas que aterrorizaron de verdad a los actores mientras las rodaban

Grandes actuaciones del cine de terror y miedo que en realidad tenían realidad y genio interpretativo a parte iguales.

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Sin embargo, la película entra en el terreno de lo poético introduciendo un elemento que casi podríamos denominar lynchiano que nos lleva a dudar de la fiabilidad de la persona a través de la cual estábamos experimentando el relato. Justo lo mismo que propone la novela, al hacernos recelar de la narradora, pero a través de un recurso cinematográfico bastante osado.

Revisionándola, es posible apreciar que hay códigos de color que nos van dando pistas para darnos cuenta de qué es lo que está sucediendo en pantalla, pero la sensación preeminente es de desconcierto ante un final precipitado que genera bastantes dudas. Ojo, que a pesar del descoloque que suscita, es lo más interesante, junto con la interpretación de Mackenzie Davis, así que atentos a la vuelta de tuerca final de Otra vuelta de tuerca y a los créditos finales de la película, que siguen dando información relevante para la trama hasta el final.